Feo pero simp¨¢tico

El recinto registr¨® un llenazo espectacular de fieles seguidores de este veterano compositor y m¨²sico argentino que, cosa parad¨®jica, hasta: el momento siempre ha ejercido de eterna promesa. Por fin, la edici¨®n este a?o del disco Un hombre feo parece haberle redimido de su condici¨®n de artista para gourmets degustadores de calidad minoritaria. Para esta presentaci¨®n, Sergio se hizo rodear de una banda que, si bien era efectiva, parec¨ªa m¨¢s bien de pub-rock. Es decir, no resaltaba lo suficiente su condici¨®n de -con el permiso de Sisa- cantautor gal¨¢ctico.El concierto comenz¨®, no pod¨ªa ser de otro modo, con ese Tranqui, tronqui que habla de c¨®mo encontrarle un lado positivo al hecho de que a uno le roben la mountain bike, aparte de hacer con ello al mismo tiempo una hermosa canci¨®n. Tema a tema, Sergio Makaroff fue encarnando, uno a uno, esa serie de personajes casi de comic que pueblan sus composiciones: el melanc¨®lico solitario de Yo no tengo novia; el extraterrestre- rom¨¢ntico de Vacaciones en la Tierra; el de pen¨²ltimo mohicano de la era postal en Color en el blanco; el de airado antifundamentalista en El serrucho sagrado; el de superfanfarr¨®n en Master del universo... As¨ª hasta completar el disco entero y culmin¨¢ndolo con la participaci¨®n de dos amigos, con los que comparte canciones, nacionalidad y otro mont¨®n de cosas: Andr¨¦s Calamaro y Ariel Rot. Junto a ellos interpret¨® El rock del ascensor. El concierto fue un completo ¨¦xito y parece anunciar muchos otros que est¨¢n por venir.

Por fin es posible pensar que el mercado puede rendirse a los pies de un argentino que compone maravillosamente, canta de modo m¨¢s que correcto y, a pesar de confesarse feo, resulta tremendamente simp¨¢tico.