C¨®mo presentar en la prensa como actual lo que no lo es
Mi columna publicada el pasado d¨ªa 22 de septiembre, ?Por qu¨¦ es tan dif¨ªcil contar los hechos sin facciosidad? en la que recog¨ªa algunas ideas de Umberto Eco sobre el tema de la veracidad de la informaci¨®n, provoc¨® un buen n¨²mero de cartas y llamadas de tel¨¦fono, muchas de ellas de profesores y alumnos de. facultades de Ciencias de la Informaci¨®n. Me animaban a que recogiera otras provocaciones del semi¨®logo sobre la prensa, relacionadas con muchos de los temas pol¨¦micos que suelen plantear a este departamento no pocos lectores. Y es que Eco tiene la capacidad de abordar los temas centrales de la informaci¨®n sin, al mismo tiempo, dramatizarlos y espolvore¨¢ndolos con esa gracia entre humor¨ªstica y sarc¨¢stica que lo caracteriza.Pues bien, precisamente en su columna semanal en la revista italiana de informaci¨®n general L'Espresso, titulada La bustina di Minerva, el semi¨®tico italiano, autor de El p¨¦ndulo de Foucault, ha abordado este verano (22 de agosto y 5 de septiembre) dos temas de periodismo. En uno de esos art¨ªculos ironiza contra el mismo semanal L'Espresso, del que es colaborador fijo, por un dossier de 20 p¨¢ginas titulado Factor C y que se refer¨ªa al tema del culo, con toda suerte de fotograf¨ªas y de art¨ªculos sobre esa parte del cuerpo "donde la espalda pierde su honesto nombre". Y en el otro hace una serie de propuestas provocativas sobre c¨®mo hacer las entrevistas a los pol¨ªticos.
Por lo que se refiere a la iron¨ªa usada contra su mismo semanal y contra el informe sobre el culo, Eco empieza diciendo que, puesto que los diarios se han convertido en revistas, las revistas se ven obligadas a "profundizar" ciertos temas, pero a condici¨®n de que dichos temas sean de "actualidad". Cosa, dice Eco, que le resulta f¨¢cil, por ejemplo, cuando llega el centenario de un personaje como Descartes. Pero cuando eso no sucede, ?qu¨¦ hacer? Eco explica ir¨®nico: si se quiere hablar de Napole¨®n, bastar¨ªa buscar a alg¨²n b¨²lgaro que haya escrito una nueva biograf¨ªa sobre ¨¦l y ya se puede montar el reportaje. Y si ni eso se tiene, pues se agarra papel y l¨¢piz, se hacen c¨¢lculos y descubrimos que han pasado 175 a?os de la muerte de Napole¨®n. Y se pregunta con guasa: "?Qui¨¦n ha dicho que haya que celebrar los nacimientos o las muertes por centenarios?". Y concluye: "De cualquier manera, con alguna acrobacia se decide que Napole¨®n est¨¢ de moda. Y se monta el dossier". Pero ?y el tema del culo abordado con tanta profundidad por L'Espresso? Eco comenta: "francamente, no creo que el tema sea m¨¢s de actualidad hoy que ayer. Y, de hecho, algunos colaboradores del semanal, convocados para dar prueba de su, profesionalidad, nos han demostrado (a costa de comprometer el scoop) que los culos estuvieron de moda ya en la prehistoria".
Siguiendo su iron¨ªa, Eco dice que, a este punto, muchos otros temas podr¨ªan ser escogidos por su semanal como de ardiente actualidad adem¨¢s del culo, como por ejemplo la mano, ya que, comenta, "desde el. punto de vista er¨®tico, la mano goza de mucho prestigio" ya que "hasta en los ambientes eclesi¨¢sticos se discute hoy sobre el vicio solitario". Y pasando de] sentido literal al metaf¨®rico existen, a?ade Eco, los jueces de Manos Limpias, mientras que para la reconstrucci¨®n hist¨®rica se va de la mano negra a las manos de hada.
Otro tema de enorme actualidad, sigue diciendo Eco con sorna, es el del ser, "la m¨¢s venerable de las nociones filos¨®ficas". Dice que si el semanal quisiera hacer un informe sobre el ser podr¨ªa empezar por Parm¨¦nides. ?Pero c¨®mo convertirlo en un personaje de actualidad? Muy f¨¢cil, dice Eco, basta pedir a toda una serie de personajes c¨¦lebres que expliquen su relaci¨®n con el ser hoy. "Y pienso ya", dice el semi¨®tico, "en t¨ªtulos espectaculares como Madonna: ser o parecer, Di Pietro: ?d¨®nde estoy? El embri¨®n brit¨¢nico: ser o no ser... ". ?Y c¨®mo presentar dichos reportajes en portada "dado que hace falta siempre un desnudo"? Para un tema como la mano, dice Eco, no hay problema: basta con no exagerar, y para el tema m¨¢s abstracto del ser, Eco propone el desnudo de un aspirante a presentador de la televisi¨®n con el t¨ªtulo Esse est percipi.
Que los pol¨ªticos se mojen
En cuanto al otro art¨ªculo sobre las entrevistas a los pol¨ªticos, Eco no es menos c¨¢ustico e ir¨®nico. Recuerda que hoy muchos pol¨ªticos prefieren ser entrevistados en televisi¨®n que en un diario. ?Por qu¨¦? Pues muy sencillo: porque saben que en esas entrevistas, generalmente cortas, ser¨¢n juzgados no por lo que dicen, que la gente lo olvidar¨¢ enseguida y porque no suelen decir nada, sino por c¨®mo lo dicen, y eso ellos lo pueden controlar mejor. Pero en el papel, cualquier cosa que digan acabar¨¢ apareciendo falseada, y como el papel permanece estar¨¢n siempre constre?idos a desmentir.Para que una entrevista en un diario aparezca falseada, dice Eco, no hace falta ni un periodista malo ni un entrevistado que diga algo aposta para despu¨¦s poder desmentirse. Lo que ocurre, seg¨²n Eco, es que en una entrevista escrita la conversaci¨®n suele durar el tiempo suficiente para rellenar 30 folios, de los que se van a publicar al m¨¢ximo cuatro o cinco. Ahora bien, aun el mejor periodista que tenga que resumir 30 folios en cuatro, no podr¨¢ recoger, fatalmente, todo lo que el entrevistado ha dicho, o convertir¨¢ en apod¨ªcticas afirmaciones que estaban llenas de matices y distinciones. Y pone :el ejemplo de I promessi sposi. Si Manzoni, dice Eco, hubiese tenido que resumir en pocos folios su obra, le habr¨ªa llegado una carta indignada de la monja de Monza de desmentido.
Eco termina su art¨ªculo haciendo unas propuestas sobre periodismo que llama "no realizables, pero tampoco delirantes".
Y son: prohibir a los peri¨®dicos dar noticias que hayan dado la noche anterior las televisiones. Al m¨¢ximo, darlas en breves, o aclarar los aspectos que la televisi¨®n se call¨®. De ese modo, dice Eco, los peri¨®dicos estar¨ªan obligados a contamos "noticias important¨ªsimas que no dan las televisiones". Y en cuanto a los pol¨ªticos, que deber¨ªa estar prohibido publicar nada de ellos entre comillas. Si quieren hablar, que respondan por escrito a las preguntas. As¨ª les obligar¨ªamos a "decir algo", porque, seg¨²n el semi¨®logo, si el pol¨ªtico ha dicho cosas explosivas es mejor que se publiquen ¨ªntegras, por largas que sean. Y si no las ha dicho, mejor que la entrevista vaya a parar a la papelera. Y pone un ejemplo, referido a Umberto Bossi, l¨ªder de la Liga Norte y de la fantasmag¨®rica Rep¨²blica de la Padania: "Pensemos en las consecuencias de esta norma con un personaje como Bossi", escribe Eco. "Por lo pronto, oblig¨¢ndolo a tener que escribir (dando a entender que no sabe hacerlo), no dar¨ªa muchas entrevistas. Y no podr¨¢ ya jugar a eso de 'aqu¨ª lo digo y aqu¨ª lo niego', o 'yo no he dicho eso, se lo ha inventado el periodista'. Por eso, o ser¨¢ capaz de expresar un pensamiento pol¨ªtico o que se est¨¦ calladito".
Eco concluye con una ¨²ltima provocaci¨®n: "?Qu¨¦ maravillosos ser¨ªan entonces los peri¨®dicos, cuajados de cosas que no sab¨ªamos y con chismes inflados s¨®lo en las p¨¢ginas de espect¨¢culos (porque tambi¨¦n tenemos derecho a divertirnos, pero en el momento y en los lugares oportunos)!". El semi¨®logo italiano viene insistiendo en diversos foros internacionales que una de las crisis de los peri¨®dicos es la de no saber ofrecer a los lectores una informaci¨®n distinta, propia e interesante, por lo que acaban siendo todos casi iguales.
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