Mirador
En los pueblos se sabe todo. La vida de la gente pertenece al acervo com¨²n. Desde la pila del bautismo hasta el nicho del cementerio, la par¨¢bola que describe la existencia est¨¢ bajo constante observaci¨®n. En los pueblos existen unos bancos de datos: el casino, el confesionario, la barber¨ªa. En ellos se almacena la biograf¨ªa de cada uno en forma poli¨¦drica, puesto que a cualquiera de los vecinos se le conoce por los cuatro costados y no s¨®lo a ¨¦l, sino tambi¨¦n a sus antepasados. En el casino el Gran Hermano se toma un carajillo todas las tardes mientras juega al tute. No existe escapatoria. Esa tupida red de informaci¨®n ha creado una manera cuya sustancia es la cautela. Cuando un forastero llega al pueblo siente que al cruzar una calle desierta se van abriendo sucesivos ventanucos a sus espaldas. Una serie de miradas negras no lo abandona nunca en su camino. Lo mismo sucede en las peque?as ciudades. Bajo las lentas campanadas de la iglesia se apartan discretamente los visillos de los miradores cuando unos pasos suenan en la acera. El recato, la hipocres¨ªa y la paranoia son el resultado de este conocimiento directo entre las personas. El anonimato de la gran ciudad fue la primera revoluci¨®n. Cuando la gente dej¨® de reconocerse en las calles populosas, los rostros se convirtieron en m¨¢scaras y entonces el esp¨ªritu humano cambi¨® de esencia. Durante varios siglos en las grandes ciudades rein¨® este maravilloso baile entre desconocidos pero hoy los medios de informaci¨®n, de espionaje y de comunicaci¨®n nos han obligado a todos a ser de pueblo otra vez. Los v¨ªdeos ocultos, los microtransistores, las c¨¦lulas fotoel¨¦ctricas han sustituido a la solterona que nos atisbaba desde el mirador isabelino, al ventanuco siciliano que se abr¨ªa en la calleja desierta cuando cruzaba un reci¨¦n llegado. La transparencia est¨¢ generando una nueva moral de modo que si la intimidad ya es irrecuperable lo m¨¢s sensato ser¨¢ acomodar para siempre nuestras costumbres a la microelectr¨®nica que es el nuevo espacio de la libertad.
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