Virtuosismo y magisterio
En torno a la d¨¦cada de los a?os cuarenta y a poco de concluir la guerra mundial, Austria parece invadir el pianismo europeo a trav¨¦s de un grupo tan cualificado como vario: Badura (Skoda, 1927), Klien y Demus (1928), Haebler (1929), Gulda (1930), Brendel y Kaemper (1931). Todav¨ªa alentaban los grandes beethovenianos del pasado: Fischer, Schabel, Backhaus o Gieseking.El caso Brendel tiene de com¨²n con alg¨²n otro el discipulaje de Fischer, pero ser¨ªa err¨®neo ligarlo a ninguna actitud grupal. Su pensamiento, su estilo, la mesurada e incisiva comunicatividad nunca avasalladora desde las intensidades, hicieron de Brendel, desde muy joven, un maestro tempranamente maduro. Se asom¨® con apasionado inter¨¦s a repertorios de contrastado estilo mas pareci¨® afincarse fundamentalmente en los grandes de la escuela austriaca: Haydn, Mozart, Beethoven y Schubert, acentuando, quiz¨¢, un vienismo excesivo en el caso del alem¨¢n Beethoven.
Alfred Brendel
Ciclo de grandes int¨¦rpretes (Fundaci¨®n Alfonso XIII). Alfred. Brendel, pianista. Obras de Beethoven. Auditorio Nacional. Madrid, 15 de octubre.
Defiende Brendel la fidelidad a lo escrito, pero sabe bien que es necesario detenerse ante la amenaza de un historicismo abusivo o un rigor que se convierta en asepsia. La calidad de su t¨¦cnica nunca persigui¨® la regularidad e igualdad matem¨¢ticas absolutas.
Con el respaldo de una nueva grabaci¨®n ¨ªntegra de las sonatas beethovenianas, Brendel escogi¨® en esta ocasi¨®n las tres ¨²ltimas y fue de admirar c¨®mo sigui¨® un proceso ascendente que, tras las opus 109 y 110, accedi¨® a la prodigiosa 111 en do menor con rincones tan definitivos como la Arietta. El pianista la interioriz¨® muy hondamente, mientras en la Sonata anterior, opus 110, nos aleccionaba sobre c¨®mo exponer y desarrollar las formas fugadas con claridad y sosiego.
Acontecimiento
No comete Brendel excesos de ning¨²n orden, ni abulta cualquiera de los rasgos caracter¨ªsticos de Beethoven, que se debati¨® con los instrumentos de su ¨¦poca incapaces para el pensamiento, la inventiva y el lenguaje del m¨²sico de Bonn. Tampoco se excede el concertista en lo po¨¦tico, no hace drama y poes¨ªa continuamente, sino que reserva su sustancia m¨¢s l¨ªrica para que aparezca en el momento adecuado como un verdadero acontecimiento.El pianismo de Brendel no ser¨¢ tan fulgurante como el de otros grandes virtuosos, pero, acaso, cuenta entre los m¨¢s cultos de nuestro tiempo, por cuanto equilibra con lucidez fantas¨ªa y raz¨®n. La respuesta del p¨²blico que llenaba el Auditorio fue entusiasta, pero no sensacional; me parece bueno, pues una cosa son las aut¨¦nticas emociones y otras las sensaciones. En Brendel la l¨®gica manda sobre lo imponderable.
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