Deslumbrante noche de Mijatovic
El Madrid aplasta a la Real con un gran juego tras la controvertida. expulsi¨®n de Pikabea
Mijatovic abander¨® una noche memorable del Madrid, que destroz¨® a la Real Sociedad con goles y juego. Fue necesario que el Madrid cediera un gol, que la Real se hundiera tras la expulsi¨®n de Pikabea, que el equipo se saltara todo el aparato t¨¢ctico montado por Capello y que Milla pusiera orden, pausa y el toque que habitualmente le falta a su equipo. Cuando el partido demand¨® el talento de los jugadores, el Madrid, se mostr¨® implacable. Por primera vez, Mijatovic record¨® que tiene todo el derecho a la candidatura como mejor jugador europeo. Y a su lado, Suker sac¨® su lado festivo, el de un jugador magn¨ªfico que se divierte marcando goles a pu?ados.El Madrid vino desde atr¨¢s para jugar espectacularmente y desbordar a la Real Sociedad, que pas¨® un trago terrible. Se adelant¨® la Real Sociedad apenas comenzado el partido, que durante unos minutos fue r¨¢pido, casi descontrolado, sin juego en el centro del campo y con bastantes llegadas a las dos ¨¢reas. El Madrid, se instal¨® seg¨²n su ¨²ltima querencia: se agrup¨® atr¨¢s para ganar la pelota con la presi¨®n y alcanzar la porter¨ªa con pases largos y cruzados. La Real, que gusta de lo mismo, se encontr¨® con la obligaci¨®n de llevar la iniciativa y de masticar un poco m¨¢s el juego. Esa propuesta del Madrid ataca a la cultura del equipo, empujado por la historia a dirigir los partidos, a jugar con grandeza incluso en los malos tiempos. Pero Capello ha italianizado el equipo, que espera y sale r¨¢pido, como ha hecho la Real Sociedad desde los tiempos de Benito D¨ªaz. As¨ª que el partido empez¨® contra la historia. El Madrid se tapaba y la Real buscaba.
Sin embargo, el plan de Capello se fue abajo con el tanto de Kovacevic. El partido andaba dividido y era dif¨ªcil apreciar la superioridad de un equipo sobre otro. En cualquier caso, la pelota era de la Real Sociedad y s¨®lo por eso ten¨ªa una especie de autoridad moral sobre el Madrid. Para acreditarla lleg¨® el gol de Kovacevic, que cabece¨® con precisi¨®n y elegancia un centro desde la izquierda de De Pedro, un centro espl¨¦ndido, por otra parte. Ah¨ª termin¨® el encuentro dise?ado en el vestuario. Como tantas otras veces -frente al Deportivo, Betis y Racing-, el Madrid concedi¨® la ventaja a su adversario y tuvo que cambiar de registro. Es una tendencia tan repetida que deslegitima la tesis italianizante de Capello. Desde esa, postura, el Madrid se ha complicado la vida en la mitad de los partidos que ha disputado en la Liga. Desde la otra, desde la necesidad, el Madrid ha salvado la vida en todas las situaciones comprometidos. O sea, cuando el equipo se quita el faj¨ªn t¨¢ctico y se pone a ganar los partidos. El Madrid se preocupa menos entonces de las obligaciones t¨¢cticas que de la manera de encontrar el gol. Y eso pasa por la aparici¨®n de sus mejores futbolistas. Mijatovic, a la cabeza. Y tambi¨¦n pas¨® por el dictado de Milla en el medio. Milla hizo de Milla: dio sentido al juego madridistas, toc¨® con criterio y, tan aseado como siempre, ayud¨® a elaborar la madeja en el centro del campo.
Cuando se somete a la ley del sistema, Mijatovic es un futbolista que vive fuera de su elemento. No hay nada m¨¢s mortificante en el f¨²tbol que observar el esfuerzo de un jugador atender los deseos de su t¨¦cnico y contra las propias condiciones naturales. Es el caso de Mijatovic, entregado al duro trabajo de recibir los pelotazos de espaldas a la porter¨ªa, con los centrales colgados del cuello. Lo hace sacrificadamente, de manera muy profesional, pero no es un hombre feliz. Mijatovic se siente feliz cuando el equipo se suelta y se abre una rendija a la libertad. Eso ocurre cuando el Madrid entra en estado de necesidad y se engancha al talento de gente como Mijatovic, que hizo un partido soberano.
Al Madrid le ayud¨® le desplome de la Real tras la expulsi¨®n de Pikabea. El ¨¢rbitro convirti¨® un leve contacto del defensor con Mijatovic en pena capital -expulsi¨®n- y desde ese momento el partido entr¨® irremediablemente en la ¨®rbita del Madrid. La Real sufri¨® un impacto de tal calibre que no volvi¨® a aparecer por el partido, que se puso perfecto para el Madrid y especialmente para Mijatovic y Suker. La noche de Mijatovic fue inolvidable., Ayud¨® en la expulsi¨®n de Pikabea, protagoniz¨® el absurdo penalti de Albistegui, marc¨® dos goles, envi¨® un izquierdazo contra el palo y particip¨® en tres goles m¨¢s. Su primer tanto fue colosal: amag¨® y amag¨® hasta que encontr¨® el sitio para agarrar un remate que entr¨® por la escuadra. Desde ese momento, el Madrid se lanz¨® a la goleada ante un rival destrozado.
Desde el empate, el Madrid se abandon¨® al buen f¨²tbol. Se quit¨® cualquier atadura y se meti¨® a jugar. Y por primera vez se vio que el equipo tiene lo que promet¨ªa antes de la temporada: una colecci¨®n sensacional de grandes futbolistas. Si todos se ponen de acuerdo y Capello les deja, sucede lo de ayer. El Madrid aplast¨® a la Real con un juego de gran calibre, con acciones hermos¨ªsimas, con goles como el quinto, un pase de Mijatovic que Suker cerr¨® con un zurdazo tremendo. Si Mijatovic abander¨® la goleada madridista, Suker manifest¨® los efectos de la liberaci¨®n. Sin el pu?o de hierro t¨¢ctico, Suker es un delantero notabilisimo uno de los mejores del mundo, el futbolista que deslumbr¨® en la Eurocopa. Lo demostr¨® ayer junto a Mijatovic cuando el partido lo exigi¨®. Cuando el Madrid se desitalianiz¨® porque ten¨ªa que recuperarse de un resultado adverso. Esa es la verdadera lecci¨®n del partido.
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