Ignacio Carri¨®n narra el desahucio moral de dos ancianas
El escritor y periodista publica una novela tragic¨®mica, sobre la soledad de la vejez
Ganador del Premio Nadal 1995 con Cruzar el Danubio, Ignacio Carri¨®n present¨® ayer en Madrid su tercera novela, Desahucio (Ediciones Destino), una cruda historia sobre dos ancianas que se enfrentan a un doble deshucio: el del piso en que viven y el de la decadencia f¨ªsica y moral. "El libro es una meditaci¨®n, en cierto modo tragic¨®mica (porque la vida contiene ambas cosas), del fen¨®meno de la muerte, el deterioro y la soledad", dice el autor.
Como periodista, Carri¨®n hizo hace tiempo un reportaje sobre Leisure World, una ciudad para jubilados en Estados Unidos donde existen varios niveles de vivienda: para parejas de ancianos, para cuando falta uno de los dos y, por ¨²ltimo, el retiro a unas torres cuando necesitan ser atendidos. "Y de ah¨ª al nicho o al crematorio, donde, adem¨¢s, la muerte queda camuflada", dice Carri¨®n, que critica ese enmascaramiento progresivo de la muerte en las sociedades occidentales. "A m¨ª me parece que lo que en este momento nos puede frenar del desquicie, la prepotencia y una cierta locura es la reflexi¨®n diaria sobre esto", afirma.Carri¨®n ha intentado que en su libro quede reflejada la angustia existencial "y la lucha por afrontar la muerte y el dolor". La longevidad creciente del ser humano, la compa?¨ªa monocorde del televisor, "un ser que existe las 24 horas", y la tragedia del desarraigo son asuntos que el novelista trata en Desahucio. "En el fondo, en su aturdimiento, los viejos no pueden escapar de esas cuatro cosas que les pasan a todos: que se les cae la dentadura, que los hijos no van a verles (y cuando lo hacen van como buitres, generalmente a expoliarlos), y que los tratan ¨²nicamente como viejos en la mayor¨ªa de los casos. Y el viejo tiene la percepci¨®n de saber que es considerado un estorbo".
A trav¨¦s de Diamantina y Flor, de 87 y 84 a?os, Carri¨®n ha hecho dialogar a dos mujeres originarias de la misma ciudad, consuegras y apresadas en un piso de 420 metros del que deben ser desahuciadas tras el incendio del Liceo de Barcelona. "Cuando yo tenga una edad m¨¢s avanzada no desear¨¦, tal vez porque no tenga valor, meterme dentro de la piel de estos personajes octogenarios con los que he vivido una experiencia en cierto modo ag¨®nica", concluye el escritor.
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