Posmodernidad y ciencia
Entre la creencia excesivamente optimista de los ilustrados que pensaban que el progreso de las ciencias y de su aplicaci¨®n conllevar¨ªan un creciente progreso y bienestar'p4ra la humanidad y la opini¨®n de la asociaci¨®n COBRA, que afirma que el sida no existe y que todo lo que se ha dicho de ¨¦l es un contubernio de la comunidad cient¨ªfica internacional contra la verdad, hay toda una gama compleja de opiniones y creencias cuya validez deber¨ªa esclarecerse por la incidencia real que tienen en la visi¨®n que se tiene de la ciencia en el mundo actual.Es cierto que la ciencia la hacen hombres y mujeres que no pueden escapar a los condicionamientos de su cultura y coyuntura hist¨®rica en el espacio y en el tiempo al realizar su investigaci¨®n, al orientar su trabajo en uno u otro. sentido y aun en la interpretaci¨®n personal que dan a sus descubrimientos. No obstante, este hecho no deber¨ªa invalidar los resultados de la ciencia.
La realidad para ciertos pensadores actuales es muy otra. As¨ª, los autores del llamado posmodernismo piensan que la sociedad basada en las ideas de la Ilustraci¨®n ha fracasado y, por tanto, que el sistema ideol¨®gico que sustenta las pr¨¢cticas materiales y culturales (entre ellas la ciencia) de la civilizaci¨®n europea occidental est¨¢ al borde del colapso y debe ser abandonado. Ciertos sectores del feminismo y del ecologismo van en el mismo sentido. Dos cient¨ªficos estadounidenses de renombre internacional, Paul R. Gross y Norman Levitt, acaban de publicar un libro, Higher superstition: the academic left and its quarrels with science, en el que describen estas corrientes de pensamiento y el peso que tienen en EE UU actualmente, a la vez que discuten su falta de base y el peligro que suponen para la ciencia y para la propia humanidad.Por otra parte, es absolutamente cierto que muchos de los logros de la ciencia han dado lugar a desarrollos t¨¦cnicos que han resultado funestos en algunos casos, como en la producci¨®n de las bombas at¨®micas o en la destrucci¨®n del medio ambiente. Tambi¨¦n la ciencia es incapaz de solucionar muchos de los problemas b¨¢sicos que afectan a hombres y mujeres. Todo ello da como resultado que sectores relativamente amplios de la poblaci¨®n desconf¨ªan de la ciencia y de sus logros y sustituyen la Ciencia por la creencia en las paraciencias -seudociencias, para muchos. La incomprensi¨®n de los l¨ªmites y el significado de las afirmaciones de la ciencia, lo que se ha llamado la falta de cultura cient¨ªfica, es posiblemente la causa fundamental de estas actitudes, ya que lleva desde una fe religiosa en la ciencia al absoluto desprecio de la misma. Michael Zimmerman, que se ha distinguido, en sus art¨ªculos period¨ªsticos, en denunciar las falsas apreciaciones de ciertos ecologismos sobre la realidad del mundo natural, en su libro Science, nonscience, and nonsense ilustra el c¨²mulo de problemas que se manifiestan en el entorno de la batalla entre la ciencia y las paraciencias.
Los autores citados examinan una realidad que se da en su mundo, el de Estados Unidos. Nuestra realidad no difiere demasiado de ella. Tambi¨¦n se exhiben posturas anticient¨ªficas a partir del pensamiento posmoderno y de ideolog¨ªas coincidentes. La preocupaci¨®n por el avance de las paraciencias ha dado origen a la creaci¨®n de la asociaci¨®n Alternativa Racional a las Seudociencias. Se ocup¨® de este tema el Encuentro entre cient¨ªficos y humanistas, organizado por la Comisi¨®n para el Est¨ªmulo de la Cultura Cient¨ªfica de la Generalitat de Catalu?a. Menor parece ser el esfuerzo que se hace en el problema m¨¢s profundo de entender el significado de la ciencia moderna y la falta de fundamento de las posturas posmodernas al respecto.Salvador Reguant es catedr¨¢tico de la Facultad de, Geolog¨ªa de la Universidad de Barcelona.
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