Concertados y desconcertados
EL GOBIERNO ha conseguido, en tomo a su proyecto de Presupuestos, consolidar la alianza de centro derecha forjada en la investidura. El acuerdo con el PNV ha sido, el escollo principal, salvado a ¨²ltima hora negociando con ¨¦xito. la renovaci¨®n del concierto econ¨®mico. Su margen de maniobra era escaso, dada la prioridad absoluta otorgada al objetivo de reducir el d¨¦ficit p¨²blico, pero, a pesar de las dificultades, ha logrado cuadrar unas cuentas que no implican recortes en las prestaciones sociales fundamentales. A menos de seis meses de su constituci¨®n, esos, acuerdos deber¨ªan traducirse normalmente en un reforzamiento del Ejecutivo, y corregir, al menos en parte, los sondeos. previos al debate de Presupuestos, claramente desfavorables para el Gabinete de Aznar.Si las cuentas del Gobierno son coherentes con las prioridades del momento, la dificultad vendr¨¢ a la hora de ejecutarlas. Al haber renunciado a tocar las principales partidas del gasto -pensiones, sanidad, transferencias a las autonom¨ªas-, los Presupuestos basan su credibilidad en una mejora de los ingresos derivada del ciclo: sobre todo, de una reactivaci¨®n del consumo y la inversi¨®n privada. Pero esas expectativas distan de estar aseguradas, y el propio contenido de los Presupuestos m¨¢s bien presiona en sentido contrario. Los recortes en inversiones p¨²blicas no podr¨¢n de dejar de afectar al empleo y, por tanto, al consumo; en el mismo sentido actuar¨¢ la congelaci¨®n- salarial de los funcionarios. Y la prioridad otorgada a los impuestos indirectos podr¨ªa comprometer el objetivo de inflaci¨®n, lo que afectar¨ªa al precio del dinero.
Por, lo dem¨¢s, el debate de las enmiendas a la totalidad producido esta semana ha servido para demostrar que, si bien defender unos presupuestos es m¨¢s dif¨ªcil que criticarlos, lo verdaderamente complicado es presentar alternativas pr¨¢cticas desde la oposici¨®n. Es obvio, por ejemplo, el car¨¢cter irrepetible tanto de algunos ingresos (privatizaciones) como de ciertos recortes (con gelaci¨®n salarial) en que se apoya el proyecto. Sin embargo, las urgencias marcadas por los plazos de Maastricht -se hab¨ªa dejado una parte muy significativa del recorte para los dos ¨²ltimos a?os- permit¨ªan pocas va riantes en la asignaci¨®n de los recursos escasos. La brillantez de Borrell est¨¢ fuera de duda, pero seguramente ¨¦l tampoco habr¨ªa podido evitar la congelaci¨®n salarial_de los funcionarios, y tal vez ni siquiera los recortes en infraestructuras, pese a ser tan consciente de los cuellos de botella que de ello pueden derivarse.Las dificultades del Gobierno parecen venir menos de las opciones presupuestarias que de las pol¨ªticas: los pactos con los nacionalistas resuelven algunos problemas, pero abren otros antes inexistentes, incluyendo la incomprensi¨®n de muchos cuadros y votantes del PP. El acuerdo con el PNV ha suscitado reacciones muy cr¨ªticas y apetencias similares de los socios del Gobierno, especialmente CiU, que amenazan con obligar al Ejecutivo a despe?arse por el camino de las concesiones igualitarias. Porque que no es cierto que la decisi¨®n de ceder la recaudaci¨®n de los impuestos especiales sea una simple derivaci¨®n de mandatos constitucionales o estatutarios. La autonom¨ªa que el Estatuto de Gernika reconoce a las diputaciones forales para fijar sus impuestos se plantea expresamente en el marco de "la estructura general impositiva del Estado" (Art. 41), de acuerdo con la prohibici¨®n de establecer "privilegios econ¨®micos o sociales" establecida por la Constituci¨®n (Art. 138).
Era responsabilidad del Gobierno negociar el actierto sobre el concierto en t¨¦rminos que eviten agravios como los invocados, muy especialmente, por las comunidades lim¨ªtrofes a Euskadi. Como m¨ªnimo, plantear mecanismos utilizables por esas comunidades para defenderse de lo que consideran competencia desleal a la hora de atraer inversiones. Estimular la competencia entre comunidades -el famoso federalismo compet¨ªtivo- s¨®lo es atendible si existe igualdad de oportunidades legales.
Una de las consecuencias de la din¨¢mica que parece abrirse es que un cierto consenso entre los dos grande partidos nacionales, PSOE y PP, sigue siendo necesario como marco en el que negociar los pactos con las fuerzas nacionalistas. No es posible que, no ya cada cuatro a?os, sino cada vez que se discutan los presupuestos, se cuestione la financiaci¨®n o las competencias de las autonom¨ªas de primera clase, lanzando la liebre tras la que enseguida correr¨¢n las dem¨¢s. El desconcierto de muchos votantes del PP deriva de la imagen de inseguridad que esa situaci¨®n transmite.
Y, aparte de todo esto, est¨¢ la boda.
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