La voluntad moral
El Premio Nacional de Historia que ha recibido Juan Marichal es uno de los muchos que merece y no, desde luego, el que alcanza a distinguirlo por entero. La primera distinci¨®n que corresponde a Juan Marichal es su honestidad intelectual y, la segunda, a la vez, la formidable dignidad de su modestia.. Cuando, le conoc¨ª, en 1984, en la Universidad de Harvard, sus clases se atestaban de alumnos. Dif¨ªcilmente pod¨ªa encontrarse una mayor unanimidad entre estudiantes que la que despertaban sus Iecciones sobre literatura y pensamiento espa?oles.
Se le ve¨ªa a Juan Marichal por el campus con el porte de un profesor despistado, sobriamente vestido, con la funda gastada de sus gafas prendida en el bolsillo de su invariable chaqueta de tweed.
En el aula se volv¨ªa un tit¨¢n. Nunca en las reuniones de colegas hac¨ªa alarde de su saber- escuchaba siempre; rehu¨ªa las mil intrigas del claustro y atend¨ªa sin regateos a los alumnos, por pelmazos que fueran.
Nadie podr¨¢ decir que no recibi¨® de este profesor cualquier favor por ocupado que le sorprendiera. Encontr¨® tiempo incluso para ense?arme a m¨ª c¨®mo colgar unos estores en el apartamento o c¨®mo elegir las mejores sopas Campbell en el supermercado.Centro de acogida
Su casa en Cambridge, una vivienda de madera gris d¨¦ comienzos de siglo, fue centro de acogida para estudiantes y profesores espa?oles y latinoamericanos y nunca, ni ¨¦l ni su esposa Solita Salinas, se cansaron de ser anfitriones incluso de quienes codiciaban, no siempre con buenas artes, su jefatura de departamento.
Harvard no es un mundo id¨ªlico para el profesorado. Hay que demostrarse muy competente y despierto d¨ªa tras d¨ªa, pero Juan Marichal no compet¨ªa, ni hac¨ªa tampoco alardes de espabilado.Siempre ha trabajado con tanto acierto y vocaci¨®n que -a su lado los dem¨¢s parec¨ªan tan s¨®lo aprendices.
No va a entenderme si le comparo con Ronaldo pero quiz¨¢s s¨ª con Kurt, porque de b¨¦isbol sab¨ªa un poco. En cualquiera de los casos es seguro que le parecer¨¢ mal una comparaci¨®n con los campeones. Su voluntad de estilo ha sido siempre la voluntad de no prestarse a la moda ni a la fama. Ha disfrutado y disfruta tanto con sus investigaciones que su m¨¢s alta recompensa es la verdad y de ella ha aprendido tanto que por eso es un liberal, un humanista ejemplar y un tipo humano que, no aspirando a ning¨²n premio, premia sin cesar a todo aqu¨¦l que tiene la suerte de conocerlo.
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