Funerarias, no a cualquier precio
LEANDRO CRESPO VALERAPara el autor, la liberalizaci¨®n de los servicios funerarios s¨®le servir¨¢ para fomentar la pirater¨ªa con el dolor de las familias en el momento de la muerte
La incorporaci¨®n de capital privado a la Empresa Municipal de Servicios Funerarios fue una de las primeras manifestaciones de la corriente privatizadora tra¨ªda por el Gobierno del Partido Popular en el Ayuntamiento madrile?o. Estamos hablando de 1992. El PP estrenaba mayor¨ªa absoluta y quer¨ªa ensayar en Madrid un modelo de gesti¨®n radicalmente opuesto al de los anteriores gobiernos de izquierda. Despu¨¦s de realizar tibios ensayos en el ¨¢rea cultural y deportiva comenz¨® a jugar en serio al conceder el 49% de las acciones de la empresa funeraria a un socio externo. Se trataba de la primera apuesta fuerte por incorporar la iniciativa privada a lo que tradicionalmente se ha considerado un servicio esencial y de ineludible responsabilidad para los gestores p¨²blicos. La privatizaci¨®n de la funeraria supuso un punto y aparte por su, cuant¨ªa. econ¨®mica y la concepci¨®n cultural de sus prestaciones?El grupo socialista se opuso entonces a la operaci¨®n. No por una defensa dogm¨¢tica de la cosa p¨²blica sino porque nos pareci¨® que la operaci¨®n hab¨ªa sido confusa y el proceso lleno de irregularidades. La privatizaci¨®n estuvo precedida por una deliberada mala gesti¨®n de la empresa.
El PP hizo todo lo posible para demostrar que Ja gesti¨®n socialista, a pesar de generar dividendos y mantener las tarifas en un 139% m¨¢s baratas que las actuales, se trataba de un negocio ruinoso, sobresaturado de personal, con una administraci¨®n obsoleta. En definitiva, un muerto con el que no pod¨ªa tirar un Gobierno.
Despu¨¦s de vender la empresa al m¨®dico precio de 100 pesetas, la funeraria -ya en manos privadas- demostr¨® ser una empresa capaz de generar millonarios dividendos. Lo cual contribuy¨® a poner en evidencia los vaticinios socialistas. Esto es, que la tra¨ªda y llevada mala gesti¨®n s¨®lo hab¨ªa sido una minuciosa operaci¨®n de acoso y derribo para entregar una empresa solvente a un privado.
Cuando han transcurrido cuatro a?os de aquello, tenemos los datos suficientes para afirmar que en el aspecto social la cosa no ha ido mal. La plantilla no ha sufrido la temida reducci¨®n que suele aparejar cualquier proceso privatizador, y los servicios se han mantenido en unas condiciones m¨¢s que dignas, y, eso si, a unos precios muy superiores que si hubiese sido municipal ciento por ciento. Adem¨¢s, la empresa ofrece. un balance de resultados que permite la constante mejora de las instalaciones y los, servicios.Y en ¨¦stas est¨¢bamos cuando el Gobierno Aznar decidi¨® estrenar su furia neoliberal con un decreto que en muchos casos, Madrid, por ejemplo, s¨®lo complica una situaci¨®n que hab¨ªa sido resuelta satisfactoriamente tras hacer muchos equilibrios y gracias a la responsabilidad socialista. La liberalizaci¨®n de los servicios funerarios abre el mercado a la libre concurrencia, sin otro argumento que la posible rebaja de precios propiciada por la competitividad.
As¨ª que estamos, otra vez, a vueltas con la funeraria, metidos en un berenjenal innecesario provocado por el PP que s¨®lo conseguir¨¢ emponzo?ar el ambiente. El grupo socialista rechaza una vez m¨¢s una iniciativa que no mejorar¨¢ el servicio ni la rebaja de los precios a los madrile?os y ¨²nicamente aportar¨¢ intranquilidad. Intranquilidad a los trabajadores de la empresa mixta por cuanto competir con otras empresas prestando servicios inferiores puede amenazar su puesto de trabajo. Intranquilidad a los madrile?os porque una oferta disparada les puede dejar a merced de empresarios poco escrupulosos. Intranquilidad en el parque empresarial, bastante familiarizado, por desgracia, con las leyes de la selva.
Olvida tambi¨¦n el Gobierno que una empresa funeraria no fabrica electrodom¨¦sticos. Y que, aunque maneja n¨²meros, tambi¨¦n sentimientos. No se olvide que vivimos en un pa¨ªs donde la muerte excede al hecho f¨ªsico y entran en juego tradiciones y creencias a las que no se puede tratar a decreto limpio. Por eso, la ordenanza reguladora de los servicios funerarios debe garantizar los derechos laborales y las prestaciones exigibles a asistencias de est¨¢, naturaleza. Quiz¨¢ no todos los aspirantes se encuentren en condiciones de cumplir los requisitos, pero se trata de un asunto que no puede dejarse enteramente al albur del libre mercado. Nos oponemos al decreto liberalizador, pero una vez aprobado decimos no a la regulaci¨®n, y desde luego, no a cualquier precio. Porque nos tememos que este decreto s¨®lo permitir¨¢ la pirater¨ªa con el dolor de las familias en el momento de la muerte.
Quiz¨¢ convenga salir a la calle estos d¨ªas. Visitar los cementerios. Observar a las gentes volcadas en el recuerdo a sus seres queridos. Un ritual que nace de un sentimiento profundo y de respeto a nuestros difuntos que ninguna actuaci¨®n gubernamental puede avasallar. Ni siquiera invocando las leyes del libre mercado.
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