La salida de extranjeros de Zaire deja a su suerte a un mill¨®n de refugiados

El convoy de la verg¨¹enza cruz¨® la frontera entre Zaire y Ruanda a las 10.30 de ayer. Sus 40 veh¨ªculos trasladaban a 130 cooperantes extranjeros en los que se mezclaba el miedo, la rabia y la frustraci¨®n. A la cabeza, las Naciones Unidas. "Ha sido la decisi¨®n m¨¢s dif¨ªcil de mi vida", declaraba en la ciudad ruandesa de Gisenyi, a orillas del lago Kivu, Panos Moumtzis, portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en medio de un torbellino de c¨¢maras,. autom¨®viles, rostros enrojecidos y angustia contenida.

No era para menos. A su espalda dejaban, completamente abandonados a su suerte, en medio de los combates que enfrentan a dos ej¨¦rcitos y una multitud de milicias, a m¨¢s de un mill¨®n de refugiados ruandeses y a cerca de 500.000 desplazados zaire?os.Todos los testimonios recogidos al pie de los veh¨ªculos insist¨ªan en un lamento: "Ha sido terrible y amargo salir de Zaire. En el campamento de Mugunga quedan por lo menos 600.000 refugiados que hab¨ªan llegado de otros campos atacados. Les hemos dejado abandonados", se culpaba Emna Pizarro, una monja salesiana argentina que trabaja para C¨¢ritas.

Detr¨¢s, en campamentos saturados, por caminos de selva, sin apenas alimentos, con diarreas y sin asistencia, sin testigos y en medio de una guerra intrincada, centenares de miles de almas se enfrentan a la muerte. Al mill¨®n largo de refugiados hutus del norte de Goma hay que sumar varios centenares de miles de desplazados zaire?os, y a ellos, m¨¢s al sur, otro medio mill¨®n de campesinos, refugiados de Burundi y de Ruanda, que vagan a la deriva.

La cat¨¢strofe humana en Zaire puede superar I¨ªmites no conocidos, advierte la Cruz Roja

"Hace cinco d¨ªas repartimos raciones de comida para siete d¨ªas a unas 400.000 personas, pero hay otros centenares de miles que han huido de sus campamentos y de sus casas que no han recibido nada. La cat¨¢strofe humana no ha hecho sino comenzar y puede superar todo lo conocido", se indigna Sigfrid Soler, miembro de la Federaci¨®n Internacional de la Cruz Roja, uno de los tres espa?oles que ayer consiguieron salir de Goma, una ciudad fantasma en la que los rebeldes tutsis banyamulenge (residentes en Zaire desde hace generaciones) trataban de apagar los ¨²ltimos focos de resistencia del Ej¨¦rcito zaire?o y la milicia hutu ruandesa con el apoyo del Ej¨¦rcito Patri¨®tico Ruand¨¦s (EPR). Diversas fuentes humanitarias confirmaron la decisiva participaci¨®n del Ej¨¦rcito tutsi ruand¨¦s en la lucha por la posesi¨®n de la ¨²ltima ciudad importante de la regi¨®n de Kivu, a pesar de los desmentidos del Gobierno de Kigali de que sus tropas estuvieran combatiendo en territorio zaire?o.

"Han aprovechado la enfermedad de Mobutu y la descomposici¨®n, del Ej¨¦rcito y el r¨¦gimen zaire?o para intentar solucionar a su manera un problema que la comunidad internacional ha dejado pudrir desde hace dos a?os", asegura un responsable humanitario. "En los campamentos han seguido entren¨¢ndose las tropas del derrotado Ej¨¦rcito hutu, con la complicidad de la soldadesca zairefla". "No ¨¦ramos una fuerza de polic¨ªa internacional", se disculpa Panos Moumtzis, aunque admite el dilema moral que no han dejado de sufrir al "alimentar al mismo tiempo a los refugiados hutus y a los responsables del genocidio de l994", cuando fueron asesinados cerca de un mill¨®n de ruandeses, tutsis en su mayor parte.

Para explicar el descomunal drama que sin duda se avecina, el portavoz de la agencia de la ONU dedicada a los refugiados (ACNUR) la contrapone al desastre del verano de 1994, cuando m¨¢s de un mill¨®n de hutus ruandeses cruz¨® en una semana la frontera con Zaire y se instal¨® en las afueras de Goma. Decenas de miles murieron entonces, en su mayor parte de c¨®lera. "Ahora es mucho peor, porque los refugiados est¨¢n siendo atacados desde varios frentes, no hay ninguna posibilidad de acceder a ellos", explica.

Reunidos en dos edificios de Goma, el centenar de trabajadores de varias agencias de la ONU y organizaciones no gubernamentales como Care, M¨¦dicos Sin Fronteras o M¨¦dicos del Mundo decidieron que hab¨ªa llegado la hora de evacuar. En la decisi¨®n jug¨® un papel decisivo el saqueo que desde el martes comenzaron a sufrir a manos del Ej¨¦rcito zaire?o, una de las tropas peor pagadas y m¨¢s corruptas del mundo.

El ACNUR no tiene esperanza de que se despliegue una fuerza de paz internacional que permita en breve volver a prestar ayuda a los refugiados. Ning¨²n pa¨ªs occidental ni africano parece capaz de afrontar una misi¨®n que se hace m¨¢s imperiosa e impracticable por momentos. Una mortandad masiva es lo que temen buena parte de los trabajadores humanitarios que ayer huyeron de un cenagal llamado Zaire.

Los combates fueron intensos durante toda la jornada. Mientras la noche ca¨ªa sobre Kivu y Gisenyi, lanchas artilladas ruandesas hac¨ªan rondas misteriosas en direcci¨®n al lado zaire?o, y las tropas que combaten por el control de Goma abat¨ªan, seg¨²n informadores locales, a un franco-tirador interhamwe, una de las milicias que con m¨¢s fervor se entreg¨® a derramar sangre tutsi durante la primavera infernal de 1994 en Ruanda.

Seg¨²n informaciones que circulaban anoche entre los miembros de las -organizaciones humanitarias en Gisenyi, el Ej¨¦rcito zaire?o podr¨ªa estar acumulando numerosas tropas y artiller¨ªa pesada para lanzar una cotraofensiva sobre Goma.

Pieza de cacer¨ªa

Desde la capital zaire?a, Kinshasa, de la que desde hace d¨ªas huyen despavoridos hacia el vecino Congo los tutsis zaire?os convertidos en pieza de cacer¨ªa, el primer ministro, Kengo Wa Dondo, asegur¨® que sus tropas hab¨ªan reconquistado las ciudades de Uvira y Bukavu, en Kivu Sur. Nadie prest¨® cr¨¦dito a semejante anuncio.

Ante las presiones de los Gobiernos de Estados Unidos y Francia para que Zaire y Ruanda participen en una conferencia regional, Kinshasa insisti¨® en que no se sentar¨¢ a una mesa de negociaci¨®n mientras Kigali no retire a sus tropas de tierra zaire?a.

En esta guerra no declarada, Ruanda sigue negando toda implicaci¨®n mientras sus soldados completan un trabajo que parece calculado y, que beneficia sobre todo a sus intereses: hacer retroceder al interior de Zaire a los refugiados y alejar as¨ª de su frontera oeste a los interhamwe y a los soldados del antiguo Ej¨¦rcito hutu que, seg¨²n fuentes humanitarias, recibieron recientemente armamento de Zaire.

Para ello han contado con la colaboraci¨®n de los banyamulenge, tutsis zaire?os despose¨ªdos en 1993 por el presidente Mobutu Sese Seko de una nacionalidad de la que disfrutaban desde hac¨ªa generaciones y de su derecho a poseer tierras. La llegada de centenares de miles de refugiados hutus ruandeses en 1994 no hizo sino desequilibrar una dif¨ªcil convivencia ¨¦tnica. Ahora el incendio, pese a la estaci¨®n de lluvias, no deja de extenderse por todo el este de Zaire.