Montevideo
Cuando llega el oto?o, somos muchos los que sentimos pr¨®xima la presencia de la melancol¨ªa. Y seguramente, m¨¢s entre los uruguayos que estamos lejos de nuestro paisito. Por eso, cuando la cara c¨®mplice de un buen amigo me pregunt¨® el mi¨¦rcoles si hab¨ªa le¨ªdo el art¨ªculo de Mu?oz Molina, supe que me hab¨ªa perdido algo.Me dej¨® EL PA?S del 23 de octubre de 1996 abierto por la p¨¢gina de Traves¨ªas, y all¨ª estaba Montevideo. Estaba quieta y tranquila, humana y amable, estaba la ciudad de mi infancia recogida, charlando dentro de cualquiera de sus casas, o paseando y conversando por veredas bajo fresnos o pl¨¢tanos. Tantas veces he hablado a mis amigos de la dimensi¨®n humana de Montevideo que estoy seguro de que pensaban que era pasi¨®n de hijo o pura saudade.
As¨ª que, cuando tu mirada y tu palabra, c¨®mplice tambi¨¦n de Onetti, supo ver y decir todo lo que nosotros extra?amos, me sent¨ª comprendido y acompa?ado. Gracias, Antonio.-
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