A Mar¨ªas
Creo que no es a m¨ª a quien compete responder al florido ramillete de imprecisiones e inexactitudes (no quiero utilizar palabras m¨¢s graves) que siembran parte del texto que ha tenido a bien titular El novelista va al cine. Pero como resulta que el novelista, a lo largo del citado art¨ªculo, decide transformarse en cr¨ªtico cinematogr¨¢fico, me impongo la obligaci¨®n, como directora y coguionista de El ¨²ltimo viaje de Robert Rylands, de comentar al gunas de sus opiniones. Dice usted que ley¨® el gui¨®n y qued¨® perplejo (de espanto, se entiende), pero que su afici¨®n al cine y su entendimiento de lo que es un gui¨®n (algo as¨ª como una suerte de instrumento susceptible de transformarse en la pantalla) le hicieron callar. Mucho tendr¨ªa que haber mejorado tan horrendo gui¨®n para que finalmente la cinta fuera de su agrado. No es malo saber que de un gui¨®n imposible no hay manera de hacer una buena pel¨ªcula.
Al parecer ley¨® usted que Q o tal vez Q (me admira su ingenio, se?or Mar¨ªas) declar¨® que El ¨²ltimo viaje de Robert Rylands trataba de la homosexualidad y de la eutanasia. Ni El¨ªas Querejeta ni yo misma hemos definido jam¨¢s ni el gui¨®n ni la pel¨ªcula en esos t¨¦rminos. Simplemente porque consideramos que no es una definici¨®n que se ajuste a la historia que narramos. Su aversi¨®n hacia El ¨²ltimo viaje... es tan intensa que cae usted en la absurda banalidad de mostrarse en desacuerdo hasta con los nombres elegidos para los protagonistas (?quiz¨¢ porque no se corresponden con los de la novela?). Le recuerdo que el incondicional admirador de Hitchcock es usted. En todo caso, yo tengo un t¨ªo que se llama Alfredo y, lo que es todav¨ªa mucho m¨¢s importante, mi familia tuvo un mast¨ªn que se llam¨® Toly. Nada tengo en contra de que el personaje de su novela se llame Toby. Pero no puedo evitar que a m¨ª, precisamente, Toby me suene a nombre de perro.
Si en los nombres no hemos acertado, qu¨¦ decir de la relaci¨®n establecida entre Comer-Blake (Alfred) y Rylands (Robert). El hecho de que los hayamos convertido en amantes parece que adem¨¢s de molestarle, le ofende. Lo que a m¨ª me parece natural -una relaci¨®n amorosa entre dos hombres- a usted parece que le resulta cuanto menos peligroso. Peligroso hasta el punto de manifestar que jam¨¢s permitir¨¢ que ninguna otra obra suya sea de nuevo adaptada al cine por temor a que conviertan a sus personajes en ped¨®filos o incestuosos. ?Debo entender que para usted es lo mismo acostarse con un cr¨ªo, cometer incesto o que dos personas adultas del mismo sexo mantengan libremente relaciones sexuales? Respeto, se?or Mar¨ªas, cualquiera que sea su ¨¦tica o moral personal. Pero nunca hubiera pensado que este asunto -el de la homosexualidad- adquiriera para usted tintes de esc¨¢ndalo.
Y en medio de todo este desastre, resulta que "la direcci¨®n es mucho mejor que el gui¨®n". Si el gui¨®n es infame, debo entender que la direcci¨®n es, calculando por lo alto, mediocre. Creo que debo felicitarme: los actores est¨¢n mal (s¨®lo se salvan de la quema Cross y Denham), carezco de atrevimiento e inspiraci¨®n y, para rematar la faena, resulta que he rodado y montado "un exceso de travellings que no logran su prop¨®sito de emocionar". Esto de los travellings, he de confesar, es lo m¨¢s extraordinario que he o¨ªdo en los 10 a?os que llevo dirigiendo. Me parece que tiene usted una cierta confusi¨®n entre lo que es un travelling, una panor¨¢mica, y un plano rodado con Steady-cam. Por lo dem¨¢s, le juro que no me veo, ni en mi peor pesadilla, pensando para m¨ª misma o grit¨¢ndole a mi equipo: "?Venga, chicos... vamos a colocar la v¨ªa, a ver si emocionamos un poco a Mar¨ªas!".
Efectivamente, "los cr¨ªticos espa?oles han encontrado la pel¨ªcula estupenda". Perm¨ªtame que a?ada que tambi¨¦n la han encontrado estupenda algunos cr¨ªticos extranjeros (infiero de su art¨ªculo que estos ¨²ltimos parecen merecerle un mayor respeto, usted sabr¨¢ por qu¨¦). Pero esta vez, adem¨¢s, he tenido mucha m¨¢s suerte: la pel¨ªcula le gusta al p¨²blico (seg¨²n datos de los que soy puntualmente informada). Ya supongo que esto ¨²ltimo carece de valor alguno para usted. Pero quiz¨¢ le interese saber que hasta la fecha -y ya puede imaginarse que llevo meses hablando de la pel¨ªcula con conocidos y desconocidos- nadie se ha echado las manos a la cabeza porque El ¨²ltimo viaje... tenga "muy poco de letra y nada del esp¨ªritu de Todas las almas". Y, sobre todo, qu¨¦dese tranquilo porque nadie le va a atribuir lo que no es suyo. Los lectores de su novela, supongo yo, sabr¨¢n distinguir lo que le pertenece a usted como autor de la misma y lo que nos pertenece a El¨ªas Querejeta y a m¨ª como autores del gui¨®n. Aquellos que acudan a ver la pel¨ªcula sin haber le¨ªdo Todas las almas puede que se interesen por su novela (por inveros¨ªmil que le parezca, conozco m¨¢s casos de los que se imagina). Y supongo tambi¨¦n que entender¨¢n y distinguir¨¢n en cuanto hayan le¨ªdo unas cuantas p¨¢ginas (las suficientes). Claro que tambi¨¦n puede suceder que alguien, sin haber le¨ªdo Todas las almas, se siente en la butaca, quede espantado con El ¨²ltimo viaje... y le eche a usted toda la culpa. Y, para colmo, se habr¨¢ quedado sin un potencial lector. Tranquilo, se?or Mar¨ªas, por el momento no parece que est¨¦ sucediendo nada semejante.
Adem¨¢s de su art¨ªculo publicado en EL PA?S, he tenido ocasi¨®n de leer el que aparece en el Semanal (10 de noviembre de 1996). Su voluntad de arremeter y hasta de humillar le hacen decir (a usted, m¨¢s oxoniense que los nacidos en Oxford) que la pel¨ªcula carece de toda verosimilitud y que "alg¨²n antiguo colega de Oxford" no ha podido sino re¨ªrse de la escasa credibilidad que le ofrec¨ªa El ¨²ltimo viaje de Robert Rylands. Debe usted saber que tanto El¨ªas Querejeta como yo nos preocupamos en su momento de obtener la m¨¢s rigurosa informaci¨®n sobre lo que es posible y no es posible en una pel¨ªcula que transcurra en esa ciudad. Lo que puede haber sucedido es que entre los consultados no haya demasiados amigos suyos. Mi intenci¨®n, se?or Mar¨ªas, nunca ha sido hacer un retrato de la vida acad¨¦mica oxoniense. ?Ha asistido usted a alguna fiesta infantil en Oxford? Yo s¨ª.
Espero poder seguir haciendo pel¨ªculas como El ¨²ltimo viaje de Robert Rylands. Y usted siempre podr¨¢ revisar la cartelera para encontrar algo de su agrado. Pero perm¨ªtame darle un consejo: la pr¨®xima vez que vaya al cine y se encuentre con que la pantalla est¨¢ ocupada por personajes "p¨¢nfilos", "t¨®picos", "insoportables" y "planos", que adem¨¢s le ofrecen unos "di¨¢logos inveros¨ªmiles" y situaciones que le "abochornan", no se torture durante hora y media y abandone la sala r¨¢pidamente. Por su bien.
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