La derecha francesa pide a Chirac que se deshaga de su impopular primer ministro
Alain Jupp¨¦ no consigue salir del hoyo. Al contrario, su impopularidad se agrava y se acent¨²a la impresi¨®n de que el primer ministro franc¨¦s pedalea en el vac¨ªo. Los grandes barones de la mayor¨ªa conservadora hablan abiertamente de su sustituci¨®n y sugieren que el propio presidente, Jacques Chirac, de quien depende la decisi¨®n, s¨®lo espera ya el momento adecuado para desprenderse de Jupp¨¦. Aunque Chirac estuviera dispuesto a cambiar su Gobierno, algo que est¨¢ por ver, no tiene intenci¨®n de cambiar de pol¨ªtica, y sigue esperando que aparezcan por fin s¨ªntomas de recuperaci¨®n econ¨®mica
Fran?ois L¨¦otard, presidente de Uni¨®n para la Democracia Francesa (UDF), la mitad liberal de la coalici¨®n gubernamental, lanz¨® el viernes un dur¨ªsimo ataque contra Jupp¨¦: "Si continuamos as¨ª, seremos derrotados en las legislativas", declar¨® a Le F¨ªgaro. Seg¨²n L¨¦otard, Chirac es ya consciente de las lagunas de Jupp¨¦" y "sabe que debe acabar con ¨¦l, en su mente eso est¨¢ decidido". Sin embargo, el presidente sali¨® de nuevo en defensa p¨²blica de su primer ministro y pidi¨® por en¨¦sima vez solidaridad y disciplina a sus parlamentarios. Los barones gaullistas y liberales admiten que, en lo fundamental, la pol¨ªtica de Jupp¨¦ es la correcta. Pero cada vez soportan menos a la persona. Alain Jupp¨¦ suscita una antipat¨ªa generalizada, no s¨®lo por su pol¨ªtica de austeridad y por las dificil¨ªsimas circunstancias que atraviesa la econom¨ªa francesa, sino por su arrogancia y su aparente incapacidad de di¨¢logo con los agentes sociales.
En ese sentido, las brutales declaraciones realizadas por el ex ministro del Interior y t¨®tem gaullista Charles Pasqua, acerca de la "descomposici¨®n" del Gobierno, resultaban exageradas pero conten¨ªan un elemento de verdad. El Gobierno de Jupp¨¦ ha perdido contacto con la sociedad y no transmite ning¨²n liderazgo. El riesgo que existe, adem¨¢s de un eventual estallido social, es que este rechazo general a la figura del primer ministro termine por reflejarse en los resultados de los pr¨®ximos comicios. Todas las miradas est¨¢n puestas ahora en Chirac, de quien se espera tome alguna iniciativa.
Un sondeo publicado esta semana por el semanario L'Express, que se encuentra en l¨ªnea con otros hechos p¨²blicos recientemente, indica que los franceses quieren que ocurra algo. Un 63% considera que para resolver la crisis de confianza hace falta sustituir a Jupp¨¦, un 59% desea que se desencadene una gran protesta social, y un 53% considera necesaria la disoluci¨®n de la Asamblea General y la convocatoria de elecciones anticipadas.
La posici¨®n del presidente
Chirac, por el momento, se inclina por algo mucho menos dr¨¢stico: dentro de un par d¨¦ semanas, a su regreso de un viaje oficial a Jap¨®n, lanzar¨¢ un mensaje a todos los franceses por, televisi¨®n en el que, previsiblemente, volver¨¢ a pedir fe y esperanza en una recuperaci¨®n econ¨®mica que, seg¨²n ¨¦l, deber¨ªa empezar a notarse pronto. Es decir, dir¨¢ lo mismo que en su mensaje del 14 de julio, cuando la recuperaci¨®n fue anunciada para septiembre. El problema de Chirac es que los franceses le vinculan a, Jupp¨¦, y ¨¦ste le arrastra en su ca¨ªda de popularidad. El cr¨¦dito del presidente es ahora muy limitado. Mientras tanto, Philippe S¨¦guin, presidente de la Asamblea Nacional, asume cautamente su papel de ¨²nica alternativa posible a Jupp¨¦. Entre el clamor de cr¨ªticas y llamadas al orden en el seno del gaullismo, resulta llamativa la extrema discreci¨®n de S¨¦guin. Como mucho, se permite referencias indirectas: "No se puede esperar que la gente consienta el cambio, se adapte, evolucione, haga todos los esfuerzos necesarios, si no se le, propone m¨¢s que una pol¨ªtica de restricciones, de racionamiento, de austeridad, si no se tiene de la econom¨ªa otra visi¨®n que la del sacrificio", declar¨® el jueves.
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