Seguridad alimentaria: un reto que no puede esperar
JACQUES DIOUFEl director general de la FAO explica la miseria por la que pasan 800 millones de personas en el mundo y propone medidas urgentes para acabar con el hambre.
Vivimos en una era fascinante. El hombre explora otros planetas. La tecnolog¨ªa avanza a un ritmo trepidante: sat¨¦lites, ordenadores, autopistas de la informaci¨®n... Pero es tambi¨¦n una era de terribles contrastes: en el umbral del siglo XXI, convivimos con m¨¢s de ochocientos millones de personas que, en los pa¨ªses en desarrollo, pasan hambre, es decir, no comen lo suficiente y gastan sus escasas energ¨ªas en la batalla cotidiana de la supervivencia. Ello equivale aproximadamente a la poblaci¨®n conjunta de Estados Unidos y Europa. Unos doscientos millones de ni?os sufren deficiencias alimentarias y, cada a?o, millones de ni?os menores de cinco a?os mueren como consecuencia del hambre y la desnutrici¨®n.El drama no termina ah¨ª. Lo peor todav¨ªa est¨¢ por venir si no hacemos algo para remediarlo, porque la poblaci¨®n mundial sigue aumentando a un ritmo tal que en los pr¨®ximos treinta a?os habr¨¢ 2.600 millones de personas m¨¢s que alimentar, pasando de los 5.700 millones de 1995 a unos 8.300 millones en 2025, la mayor¨ªa de ellos en zonas donde el hambre est¨¢ bien arraigada. Fue preciso que pasaran casi un mill¨®n de a?os para que la poblaci¨®n de la tierra llegase a mil millones y s¨®lo en la pr¨®xima d¨¦cada sumaremos casi otro mil. La situaci¨®n, adem¨¢s, se ve agudizada porque todos tendremos que compartir unos recursos ya escasos y maltratados por la degradaci¨®n de los bosques, la explotaci¨®n excesiva de la pesca y el deterioro general del medio ambiente.
Para complicar m¨¢s a¨²n las cosas, las reservas mundiales de cereales est¨¢n viviendo en la actualidad m¨ªnimos hist¨®ricos, con lo que los pa¨ªses pobres no s¨®lo no producen lo suficiente para sus habitantes, sino que tampoco pueden adquirir lo necesario en el mercado internacional a precios asequibles. El nivel de reservas est¨¢ por debajo de lo que se considera suficiente para la seguridad alimentaria mundial. El tiempo nos est¨¢ ganado la carrera. M¨¢s gente, menos recursos, m¨¢s hambre, menos tiempo.
Pese a este d¨ªficil panorama, el futuro est¨¢ en nuestras manos: a¨²n podemos corregir el rumbo y debemos hacerlo. La magnitud del reto al que hacemos frente es directamente proporcional al drama que sufrimos y requiere compromisos y decisiones al m¨¢ximo nivel pol¨ªtico. Por esta raz¨®n, la FAO ha invitado a los jefes de Estado y de Gobierno del mundo a una cumbre mundial sobre la alimentaci¨®n que tendr¨¢ lugar en Roma del 13 al 17 de noviembre pr¨®ximos. Lo hemos hecho con plena conciencia de las reticencias que este tipo de cumbres ha suscitado ¨²ltimamente, pues no se trata de realizar declaraciones pomposas, ni de un foro en el que las naciones pobres mendiguen dinero a las ricas, ni de crear nuevos organismos burocr¨¢ticos. Se trata de atajar el problema de ra¨ªz, con el mayor consenso social posible y al m¨¢s alto nivel pol¨ªtico, proponiendo objetivos concretos y un plan de acci¨®n preciso para alcanzarlos.
Un factor primordial para erradicar el hambre es incrementar la producci¨®n de alimentos. Pero tenemos que ponemos de acuerdo en c¨®mo y d¨®nde hacerlo, teniendo en cuenta el creciente deterioro de los suelos y evitando la explotaci¨®n excesiva de los recursos. Hay que aprovechar las nuevas tecnolog¨ªas que, adaptadas a sus ambientes locales naturales, nos permitir¨¢n aumentos sostenibles de la producci¨®n en zonas de alto potencial sin desatender las zonas de menos potencial, especialmente en los pa¨ªses importadores de alimentos. La combinaci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas con la participaci¨®n y los conocimientos tradicionales de los campesinos es un arma clave en esta batalla.
Pero no basta s¨®lo producir m¨¢s. La inseguridad alimentaria obedece a numerosos factores interrelacionados, como la pobreza, el crecimiento demogr¨¢fico y los h¨¢bitos alimentarios. La paz en la sociedad y entre las naciones juega tambi¨¦n un papel crucial. El buen gobierno, la transparencia, la participaci¨®n y los progresos en materia de igualdad entre hombres y mujeres son factores que impulsan la equidad, la eficiencia y la estabilidad social. Se debe potenciar la iniciativa privada, pero sin descuidar la responsabilidad esencial de los Gobiernos de proporcionar un marco pol¨ªtico y normativo adecuado y servicios p¨²blicos indispensables en materia de infraestructura, investigaci¨®n, educaci¨®n y salud, as¨ª como de crear las condiciones para el buen funcionamiento del mercado.
Mitigar la pobreza, con el objetivo de su propia erradicaci¨®n, es una condici¨®n primordial para llevar la seguridad alimentaria a los hogares. Es fundamental que las pol¨ªticas econ¨®micas favorezcan las oportunidades de empleo con una justa remuneraci¨®n del trabajador y permitan lograr un acceso m¨¢s amplio y seguro a los recursos e insumos productivos, especialmente la tierra y el agua, junto as¨ª mismo de pol¨ªticas sociales encaminadas a desarrollar la capacidad y los conocimientos especializados de la poblaci¨®n, en especial en las zonas rurales, haciendo especial, hincapi¨¦ en la mujer como eslab¨®n decisivo en el ¨¢mbito de la nutrici¨®n y teniendo en cuenta que en buena parte del mundo las mujeres aportan una parte fundamental de la producci¨®n agr¨ªcola.
Debe reconocerse el papel fundamental del comercio interno e internacional en el fomento de la seguridad alimentaria, facilitando las corrientes de alimentos de las zonas con excedentes a aqu¨¦llas deficitarias, as¨ª como el intercambio de bienes y servicios en beneficio mutuo de los interlocutores comerciales. Sin embargo, no deben ignorarse los costos sociales de las perturbaciones econ¨®micas provocadas por el comercio en distintos sectores o regiones: los grupos vulnerables y carentes de seguridad alimentaria no deben quedar desguamecidos.
En la actualidad, es realista y factible aspirar a reducir para el a?o 2010 el n¨²mero de personas desnutridas a aproximadamente la mitad de los actuales 800 millones. Se trata de un objetivo posible, que requiere la participaci¨®n activa no s¨®lo de los Gobiernos y los organismos internacionales, sino tambi¨¦n, y especialmente, del conjunto de la sociedad civil, en particular las organizaciones no gubernamentales y el sector privado. Pero para ello son necesarias pol¨ªticas y un plan de acci¨®n concertados al m¨¢s alto nivel por los jefes de Estado y de Gobierno.
Con esa esperanza, hemos convocado en Roma a la Cumbre Mundial sobre la Alimentaci¨®n con la convicci¨®n de que podemos ganar la carrera contra el hambre. Un reto que no puede esperar y cuyo resultado depende de todos nosotros.
Jaeques Diouf es director general de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n.
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