La "econom¨ªa pol¨ªtica" de Hunosa
JUAN A. V?ZQUEZEl autor, conocedor de la realidad de la miner¨ªa asturiana, destaca en este art¨ªculo la imposibilidad de separar la econom¨ªa de la pol¨ªtica en la soluci¨®n de la crisis de Hunosa.
El ministro Josep Piqu¨¦ se ha ganado, cuando menos, el recelo de los picadores, con ese empe?o suyo en cerrarles las minas. Como en la cr¨®nicas de una muerte anunciada, ha vuelto a hablarse del final de Hunosa, en una fecha todav¨ªa imprecisa, que oscila y se alarga con el curso de los d¨ªas. El ministro ha acabado por encontrar la mejor f¨®rmula para decir las cosas: Hunosa no se cerrar¨¢ si consigue ser competitiva sin subvenciones. Es decir, que, salvo que se trate de amagar sin dar, de acuerdo con los usos de este Gobierno, se cerrar¨¢ sin paliativos. Los tambores de guerra no han tardado en sonar. Como la pol¨ªtica son gestos, cada cual se ha apresurado a hacer el suyo, unos para tratar de alargar la precaria vida de esta vieja y achacosa dama, otros para fijar las condiciones del sepelio y todos para asegurarse un vistoso puesto en la ceremonia del funeral. En fin, que estamos ante un nuevo episodio de un recurrente tema, en el que suelen confundirse los datos con el problema, en el que la econom¨ªa y la pol¨ªtica marchan tan ¨ªntimamente entrelazadas que llegan a ser una misma cosa.Desde el lado de la econom¨ªa, los par¨¢metros y los argumentos son tan concluyentes que dif¨ªcilmente pueden cuestionarse, y revelan que el cierre, adem¨¢s de inevitable, es ya un proceso en marcha en el que tan s¨®lo falta la fecha del punto final. Con la producci¨®n recortada, explotaciones cerradas, la plantilla reducida pr¨¢cticamente a la mitad en tan s¨®lo lo que va de d¨¦cada y cifrada ya en menos de 10. 000 trabajadores, con la productividad por los suelos y los costes de tonelada por los cielos, multiplicando por seis el coste del carb¨®n de importaci¨®n, las p¨¦rdidas han mostrado una terca rigidez a la baja y anuncian un registro de alrededor de 73.000 millones en el presente ejercicio y una espectacular cifra acumulada de m¨¢s de medio bill¨®n de p¨¦rdidas y subvenciones en los ¨²ltimos 10 a?os.
M¨¢s all¨¢ de los datos, los argumentos resultan igualmente irrebatibles. Por una parte, la posici¨®n de clara desventaja de costes de la hulla de la cuenca central asturiana frente al carb¨®n de importaci¨®n no puede ser ya contrarrestada por las razones estrat¨¦gicas invocadas anta?o, que justificaban su producci¨®n a cualquier precio, y comporta no s¨®lo un costoso esfuerzo presupuestario, sino tambi¨¦n una fuente de ineficiencias que se trasladan al conjunto del sistema. Por otra parte, los sucesivos y numerosos planes de empresa han mostrado la imposibilidad de mejorar significativamente los par¨¢metros econ¨®micos y controlar las p¨¦rdidas, pese a los ajustes y al redimensionamiento operados y a las sensibles reducciones de producci¨®n y plantilla registradas. Por lo dem¨¢s, el panorama comunitario de reducci¨®n de capacidades, que ha conducido a intensos recortes de la miner¨ªa carbonera en el Reino Unido y Alemania, a su pr¨¢ctica extinci¨®n en Francia y a su desaparici¨®n en B¨¦lgica, se ve aun ensombrecido por el vencimiento en el 2002 del tratado CECA y el fin del r¨¦gimen de ayudas indispensables para el sostenimiento del sector, que el voluntarista ofrecimiento del ministro espa?ol, a la supuesta estela de los intereses alemanes, no es sencillo que se consiga prorrogar.
Los datos no son, con todo, m¨¢s que una parte del planteamiento del problema, porque el declive de una empresa como Hunosa es, desde luego, algo m¨¢s que un problema econ¨®mico y de reducci¨®n de actividad e implica a un amplio conjunto de elementos de car¨¢cter social, institucional y territorial. La gesti¨®n de un proceso de estas caracter¨ªsticas, si pretende conducirse por la v¨ªa de la concertaci¨®n en lugar de la del enfrentamiento, se configura, pues, como un complejo proceso de regulaci¨®n pol¨ªtica, con el doble objetivo de administrar y revertir el declive, de hacer aceptables los ajustes productivos, vencer las resistencias a las reducciones de actividad y contribuir a paliar sus m¨¢s negativos impactos. Una adecuada articulaci¨®n temporal y unos niveles elevados de cooperaci¨®n entre los agentes econ¨®micos, sociales e institucionales resultan, por tanto, elementos indispensables para el ¨¦xito de este proceso. Adem¨¢s, el declive de una actividad, cuando se encuentra muy concentrada espacialmente, acaba siendo m¨¢s un problema territorial que industrial y requiere, por tanto. el acompa?amiento de pol¨ªticas espec¨ªficamente dise?adas para paliar esos efectos.En el caso de la miner¨ªa asturiana, hasta ahora, ha primado la pol¨ªtica de generosa provisi¨®n de las coberturas que evitasen todo tratamiento traum¨¢tico de los excedentes laborales, mediante el sistema de generosas prejubilaciones, que se han configurado como pieza b¨¢sica de la concertaci¨®n y la aceptaci¨®n de los ajustes, y que han contribuido decisivamente (incluso a costa de ser pan para. hoy y hambre para ma?ana) al mantenimiento de las rentas de las comarcas mineras y del conjunto de la econom¨ªa asturiana. Por otra parte, la l¨®gica de las compensaciones territoriales se ha impuesto en los ¨²ltimos a?os y, pese a frustraciones como las del denominado plan de dinamizaci¨®n, ha contribuido a la dotaci¨®n de infraestructuras y la mejora de condiciones de habitabilidad de las zonas mineras, en particular, y de la econom¨ªa regional, en general.Esta misma l¨®gica es la que ha de plantearse ahora nuevamente. ?Qu¨¦ es, entonces, lo que hay de nuevo? Creo, en primer lugar, que ha de abandonarse la din¨¢mica del pasado, dirigida a ganar tiempo para evitar, diluir o alargar los ajustes de Hunosa, e imponerse ahora una l¨®gica que despeje las incertidumbres y plantee un horizonte de cierre programado y gradual con un margen temporal suficiente para avanzar en la b¨²squeda de alternativas, quiz¨¢ como ¨²ltima oportunidad y definitivo reto para la econom¨ªa asturiana.
En segundo lugar, la cuesti¨®n de los ajustes no traum¨¢ticos de plantillas volver¨¢ a ocupar necesariamente un lugar central de todo el proceso de negociaci¨®n, condicionando decisivamente la din¨¢mica de paz o conflicto social en que se desenvuelva dicho proceso. Los m¨¢rgenes parecen ahora m¨¢s recortados, tanto por motivos presupuestarios como por razones vegetativas, que se est¨¢n tratando de sortear mediante una reducci¨®n de la edad de prejubilaci¨®n hasta situarla en los 52 a?os, y de. hecho y por la acci¨®n de los coeficientes reductores incluso por debajo de los 40 a?os, configurando una situaci¨®n en la que confluyen simult¨¢neamente las m¨¢s tard¨ªas incorporaciones y las m¨¢s tempranas salidas del mercado de trabajo. Por lo dem¨¢s, un proceso de estas caracter¨ªsticas no puede ignorar los elevados costes que comporta ni el hecho de que se est¨¢n manejando recursos escasos, susceptibles de ser destinados a usos alternativos, que han de optar entre primar las pol¨ªticas de coberturas sociales o de promoci¨®n econ¨®mica. Ambas pol¨ªticas son sin duda necesarias, pero ambas compiten por unos recursos limitados que cada vez m¨¢s habr¨¢ que optar por dirigir a uno u otro destino. Y en tercer lugar, las medidas de compensaci¨®n territorial se configuran como otra cuesti¨®n crucial en todo el proceso de gesti¨®n del declive minero. En la dial¨¦ctica reconversi¨®n-regeneraci¨®n econ¨®mica en que se desenvuelve la econom¨ªa asturiana, se ha impuesto el primer polo, actuando m¨¢s eficazmente las pol¨ªticas reconversoras que las de reversi¨®n del declive. El problema radica en que mientras que las medidas de administraci¨®n del declive y de cobertura social se han mostrado eficaces, en cambio, las de promoci¨®n econ¨®mica l¨ªan sido notoriamente insuficientes y han mostrado claramente su escasa capacidad para revertir el declive de las zonas mineras y del conjunto de la econom¨ªa regional. Ya que el problema central de una econom¨ªa como la asturiana no es tanto de rentas presentes como de actividad y empleo futuros, parece indispensable, por tanto, que las pol¨ªticas hayan de desplazar el ¨¦nfasis y los recursos hacia los objetivos de generaci¨®n de actividades alternativas, de creaci¨®n de empresas y de puestos de trabajo, que constituyen el punto m¨¢s cr¨ªtico y dif¨ªcil de todo el proceso de reindustrializaci¨®n, pero tambi¨¦n la necesidad m¨¢s apremiante de los territorios m¨¢s afectados y desprotegidos por las reconversiones. La dotaci¨®n anunciada de un fondo de m¨¢s de 300.000 millones apunta en esa direcci¨®n. Pero para no repetir frustradas experiencias del pasado, es preciso modificar las perspectivas, los instrumentos, los objetivos y el destino de esos recursos, primando espec¨ªficamente los dirigidos a estimular la inversi¨®n empresarial.
Quiz¨¢ de esta forma, la reconversi¨®n minera y el deterioro de la econom¨ªa asturiana pudiesen dar paso a un proceso de "destrucci¨®n creativa", al modo schumpeteriano, en el que lo viejo, que es demasiado tarde para sostener, diese paso a lo nuevo, aunque todav¨ªa sea demasiado pronto para que se pueda imaginar. Claro que, para ello, ser¨¢ preciso entender que el proceso que afronta Hunosa no ha de resolverse con una permanente interferencia de la esfera pol¨ªtica en el ¨¢mbito econ¨®mico, sino que ha de conducirse como un proceso de econom¨ªa pol¨ªtica, de gesti¨®n pol¨ªtica del declive econ¨®mico de una actividad fundamental para unos colectivos y unos territorios determinados, que desborda ampliamente el car¨¢cter y la ¨®ptica estrictamente empresarial. Algo que, con otras palabras, acaba de decir Krugman: un pa¨ªs (incluso una regi¨®n) no es una gran sociedad an¨®nima y lo que se aprende en un negocio no tiene por qu¨¦ servir para dise?ar una pol¨ªtica econ¨®mica. Una advertencia, por cierto, que habr¨ªan de tener muy presente los actuales responsables del Gobierno y de la econom¨ªa de nuestro pa¨ªs.
es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Oviedo y vicerrector de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo.
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