"Si la UEM demuestra funcionar bien, partipar¨¢ el Reino Unido"
El Reino Unido, a diferencia de Italia, no tiene inter¨¦s en volver al mecanismo de cambios europeo, del que sali¨® junto a la lira hace cuatro a?os. Y es que Londres no tiene prisa en participar en la uni¨®n econ¨®mica y monetaria (UEM). Howard Davies, subgobernador del Banco de Inglaterra, que visit¨® Madrid esta semana, explica a EL PA¨ªS que las autoridades brit¨¢nicas quieren comprobar que la moneda ¨²nica funciona bien en el largo plazo antes de embarcarse en un proyecto que tiene poco apoyo popular, provoca una profunda divisi¨®n en el partido conservador y despierta recelos en las filas laboristas.Pregunta. ?Cumplir¨¢ el Reino Unido los criterios de Maastricht para pasar el examen de entrada al euro, en la primavera de 1998? Si es as¨ª, ?le dar¨¢ tiempo al Gobierno resultante de las pr¨®ximas elecciones de celebrar el refer¨¦ndum sobre el ingreso e el euro?
Respuesta. Creo que tenemos una posibilidad razonable de cumplir los criterios de convergencia en 1997. Obviamente depende del crecimiento. Esperamos crecer un 2,75% este a?o y algo por encima de eso para 1997. Lo m¨¢s dif¨ªcil de predecir es nuestra situaci¨®n fiscal puesto que a¨²n no se conocen los presupuestos para el pr¨®ximo, a?o. Pero las ¨²ltimas previsiones oficiales apuntan a que el d¨¦ficit p¨²blico se situar¨¢ en el 3% del PIB en 1997. El cumplimiento del criterio de deuda p¨²blica no es un problema porque estamos muy por debajo del 60% del.PIB. Tampoco hay problema con los tipos de inter¨¦s. La inflaci¨®n est¨¢ ligeramente por encima del l¨ªmite, pero esperamos que los precios caigan a principios de 1997. Por descontado, no somos miembros del mecanismo de cambios europeo. As¨ª que depende de la manera en que se interprete este criterio de estabilidad cambiar¨ªa. La cuesti¨®n pol¨ªtica es distinta. Los dos principales partidos quieren celebrar un refer¨¦ndum para decidir la entrada en la UEM. Lo dif¨ªcil es saber si esta consulta se celebrar¨¢ a tiempo para acceder a la moneda ¨²nica, es decir, antes de que acabe 1997. No se sabr¨¢ hasta despu¨¦s de las elecciones.
P. ?Puede el Reino Unido quedar algo marginado de la actividad econ¨®mica europea si no est¨¢ en la UEM?
R. Creo que los argumentos a favor y en contra de ingresar en el euro est¨¢n muy igualados. Est¨¢n claras las ventajas como la certeza del tipo de cambio, el menor coste en las transacciones, la mayor transparencia en las decisiones de inversi¨®n, etc.... Pero las empresas brit¨¢nicas est¨¢n muy abiertas al exterior. Muchas de ellas fabrican en Europa. Y luego hay que fijarse en lo que est¨¢ pasando: El 40% de la inversi¨®n directa japonesa en Europa se dirige al Reino Unido, el 30% de la estadounidense y hasta el 50% de la coreana. Y ¨¦stas son compa?¨ªas que invierten en Europa para aprovechar el mercado com¨²n. Les importa m¨¢s la flexibilidad laboral, los costes salariales m¨¢s competitivos y la menor carga fiscal que ofrece el Reino Unido que las desventajas que puede suponer el que la libra se quede transitoriamente fuera de la UEM. ?sta es la cuesti¨®n. Porque yo creo que si, a largo plazo, la uni¨®n monetaria demuestra funcionar bien y las distintas econom¨ªas europeas son capaces de adaptarse, no dudo de que el Reino Unido acabe formando parte de la misma.
P. ?Teme la competencia entre la City, el principal mercado cambiario del mundo, y Francfort, sede del futuro Banco Central Europeo?
R. Estoy convencido de que la introducci¨®n del euro aumentar¨¢ el peso de la City en los mercados de cambio. La raz¨®n es muy sencilla: s¨®lo el 9% de la actividad cambiar¨ªa de la City se hace entre las monedas europeas candidatas a estar en la moneda ¨²nica, mientras que casi el 50% es entre Europa y el resto del mundo. La prueba m¨¢s evidente de que Londres mantendr¨¢ su importancia como centro financiero europeo es que muchos bancos extranjeros, alemanes, holandeses y, sobre todo, franceses, han aumentado su presencia en la City en los ¨²ltimos dos a?os, a¨²n sabiendo que es muy probable que la libra se quede fuera de la UEM.
P. ?Le preocupa que los ajustes fiscales de algunos pa¨ªses de la UE tengan un efecto s¨®lo puntual?
R. Por supuesto. Es peligroso alcanzar la convergencia con m¨¦todos puntuales. Hay que tener en cuenta que la uni¨®n monetaria es para toda la vida y no s¨®lo para 1999. Cualquier pa¨ªs, como cualquier empresa, puede mostrar unas buenas cuentas un a?o, aplazando unos pagos o adelantando unos ingresos. La pregunta es: ?cu¨¢nto tiempo pueden permitirse estas trampas? El peligro es que si se usan estimulantes artificiales y se aplazan las decisiones dif¨ªciles, la opini¨®n p¨²blica asociar¨¢ m¨¢s tarde la uni¨®n monetaria con la imposici¨®n de grandes sacr¨ªficios, lo que la har¨¢n enormemente impopular e inestable.
P. Algunos economistas creen que los tipos de inter¨¦s europeos deben bajar m¨¢s para compensar los recortes del gasto p¨²blico. Su argumento es que salvo que Europa crezca m¨¢s r¨¢pido, ser¨¢ dif¨ªcil cumplir los objetivos de Maastricht a tiempo. ?Est¨¢ de acuerdo? R. Es cierto que a menos que las econom¨ªas europeas logren las tasas de crecimiento previstas no cumplir¨¢n Maastricht. Pero la pol¨ªtica monetaria de los bancos centrales debe procurar la estabilidad de los precios para cumplir este requisito. Ser¨ªa peligroso que se fijaran los tipos de inter¨¦s en funci¨®n de un objetivo de crecimiento.
P. ?Cu¨¢l ser¨¢ el impacto de la UEM en el empleo?
R.. Para que la UEM funcione de manera efectiva, los pa¨ªses miembros deben reformar sus mercados laborales. Es crucial que haya mucha flexibilidad en la negociaci¨®n salarial y que los salarios se ajusten a los aumentos en productividad. Hay una prisa enorme para llegar al euro mientras que las medidas para liberalizar los mercados laborales son muy lentas o inexistentes.
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