Bakero
Jos¨¦ Mari Bakero ha sido, es todav¨ªa, un gran futbolista. No me refiero s¨®lo a lo t¨¦cnico-t¨¢ctico (para lo cual remito a la columna Imprescindible Bakero- del 19 de noviembre, firmada por su cronista Santiago Segurola, con quien por una vez coincido), sino a otra faceta en la que todo futbolista, todo deportista, deber¨ªa encontrar en Bakero un ejemplo a seguir, es decir, su ¨¦tica profesional en el terreno de juego. En tantos y tantos a?os no recuerdo haberle visto ni una sola vez revolcarse en el suelo despu¨¦s de una falta, solicitar las asistencias como si estuviera a punto de fenecer, buscando al mismo tiempo con el rabillo del ojo al ¨¢rbitro, a ver si sacaba alguna tarjeta al contrario; jam¨¢s le he visto simular una falta para enga?arle. Desgraciadamente, una excepci¨®n. Probablemente no ha sido rentable para la prensa ama. rillista-deportiva, para los realizadores televisivos (incompetentes todos) que nos proponen mil y una repeticiones hasta de la falta m¨¢s nimia y del fuera de juego m¨¢s descarado, mientras -ojo- el juego sigue (imag¨ªnense lo mismo en una pel¨ªcula: "Volvamos a ver ahora la escena er¨®tica", "no, si ahora viene la de la cena", "y qu¨¦ m¨¢s da, si ¨¦sa es la que vende"). En tiempos de victimismo, tarjetismo, de vergonzantes y constantes simulaciones. a Jos¨¦ Mari se le echar¨¢ en falta. Agur, campe¨®n, hasta siempre.-
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