La pildora celebra su 35? cumplea?os
70 millones de mujeres toman anticonceptivos orales en el mundo
Ann Furedi, directora del Birth Control Trust brit¨¢nico, defini¨® el s¨¢bado qu¨¦ es un anticoncepti vo perfecto: "Que sea ciento por ciento seguro, que no tenga efectos secundarios, que garantice el orgasmo femenino y que sepa a chocolate". La p¨ªldora no cumple ninguna de esas condiciones, pero 35 a?os despu¨¦s de su nacimiento sigue siendo el m¨¦todo anticonceptivo que m¨¢s ha acercado a la mujer a una aspiraci¨®n milenaria: olvidarse del calendario de su fertilidad y sustituirlo por el de su deseo. En el centro puntual del tri¨¢n gulo formado por la salud femenina, el dinero farmac¨¦utico y el amor libre, la p¨ªldora lleva 35 a?os en el ojo del hurac¨¢n. Alrededor de su conveniencia y de su utilizaci¨®n se ha producido un sinf¨ªn de movimientos sociales, conflictos generacionales, miles de art¨ªculos cient¨ªficos y dos enc¨ªclicas papales. "Nosotras no hablamos de la p¨ªldora, simplemente nos la tomamos", anunciaron ya en los a?os sesenta, sin embargo, las j¨®venes cat¨®licas alemanas. Y as¨ª fue. Hoy, 70 millones de mujeres la usan en el mundo. Ni la promiscuidad ni la potencia masculina viven su mejor momento, por factores como el sida o la oleada de conservadurismo, pero el amor -o sus suced¨¢neos posmodernos- goza, por el contrario, de una excelente salud farmacol¨®gica. El Museo de la Higiene de Dresde (Alemania) -una secular instituci¨®n dedicada "al cuerpo, que se sit¨²a a medio camino entre la biolog¨ªa y la sociedad", en palabras de su director- y los laboratorios Schering, que introdujeron la p¨ªldora en Europa en 1961, celebran hasta fin de a?o el aniversario de la anticoncepci¨®n oral con la exposici¨®n La p¨ªldora del placer, la lujuria y el amor.Enemigos
Desde sus comienzos, sin embargo, la p¨ªldora se encontr¨® con multitud de enemigos. Dos a?os despu¨¦s de empezar su comercializaci¨®n, el ¨²ltimo papa progresista, Juan XXIII, nombr¨® una comisi¨®n para que la Iglesia se pronunciara oficialmente sobre un asunto que se revelaba ya como trascendental en las sociedades de hoy, tanto las enriquecidas como las que luchaban contra la pobreza. Pero no fue Juan XXIII, sino su sucesor, Pablo VI, quien acab¨® sentando doctrina en 1968, al escribir su enc¨ªclica Humanae vitae: los resultados fueron desalentadores para quienes esperaban una postura liberalizadora por parte de la Iglesia: el papa conden¨® los anticonceptivos hormonales y, de paso, tambi¨¦n todos los de m¨¢s. El argumento es muy popular desde entonces: el acto marital tiene el designio exclusivo de perpetuar la especie humana. Punto. Veintiocho a?os despu¨¦s, las cosas han cambiado... a peor. En marzo del a?o pasado, la en c¨ªclica Evangelium vitae, de Juan Pablo II, confirm¨® la prohibici¨®n de todos los anticonceptivos, cond¨®n incluido. Y tan s¨®lo hace unas semanas, la Iglesia retir¨® su apoyo econ¨®mico a Unicef por el impulso de esta instituci¨®n al control de la natalidad en los pa¨ªses en desarrollo.
Pero los tiros m¨¢s afinados no le han venido a la p¨ªldora de la gloria de las almas, sino de la pena de los cuerpos. La anticoncepci¨®n hormonal ha sido asociada en diversos estudios a un incremento del riesgo de padecer c¨¢ncer de mama y trastornos cardiovasculares. Muchas mujeres han renunciado a tomar la p¨ªldora, o han dejado de hacerlo, por estas razones. Las evidencias, sin embargo, carecen de solidez.
Algunos trabajos han concluido que el uso de la p¨ªldora incrementa el riesgo de padecer c¨¢ncer de mama antes de los 35 a?os en un 50%. Ese porcentaje puede parecer una cifra espeluznante, pero su significado es el siguiente: entre las mujeres que no toman la p¨ªldora, dos de cada 1.000 desarrollan ese c¨¢ncer, y entre quienes la toman, la proporci¨®n de las que lo desarrollan es de tres de cada 1.000. Los ¨²ltimos estudios realizados por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud incluso ponen en duda ese incremento. El embarazo a edad temprana (antes de los 20 a?os) parece constituir en s¨ª mismo un factor de protecci¨®n contra los tumores mamarios. Es posible que no sea la p¨ªldora en s¨ª, sino el mero hecho de evitar el embarazo a esas edades, lo que incrementa tal riesgo. Las complicaciones cardiovasculares son ciertas, pero la mayor¨ªa de los referidos estudios se llevaron a cabo con p¨ªldoras que conten¨ªan dosis de hormonas muy superiores a las actuales (ver gr¨¢fico). Incluso si se consideran las bajas dosis modernas, la p¨ªldora resulta contraindicada en mujeres con precedentes familiares de embolia y otros problemas circulatorios o hep¨¢ticos, y asimismo en algunas diab¨¦ticas y obesas. A partir de los 35 a?os, las fumadoras deben elegir entre abandonar el uso de la p¨ªldora o dejar el tabaco. En el otro platillo de la balanza, la p¨ªldora reduce a la mitad el riesgo de c¨¢ncer de ovarios y de la pared del ¨²tero y disminuye el porcentaje de inflamaciones de la pelvis, enfermedades benignas de mama, quistes ov¨¢ricos y hemorragias menstruales excesivas. Y, huelga decirlo, reduce al m¨ªnimo los embarazos, los partos y los abortos: tres cosas de la vida que matan cada a?o a 500.000 mujeres.
Los j¨®venes, 'mon¨®gamos mientras dure'
Ni la galopante expansi¨®n del sida en los pa¨ªses occidentales, ni las prevenciones esgrimidas en los discursos de los educadores, ni el silencio adoptado por los padres han servido para impedir que los adolescentes y los j¨®venes hayan incrementado su actividad sexual en los ¨²ltimos a?os.El n¨²mero de contactos sexuales por pareja no ha variado mucho desde antes de la epidemia, pero las parejas se hacen y deshacen actualmente con mayor liberalidad. "Los j¨®venes son mon¨®gamos en serie, mon¨®gamos mientras dure", explica gr¨¢ficamente Jany Rademakers, del Instituto Holand¨¦s de Investigaciones Sexol¨®gicas.
Seg¨²n las encuestas elaboradas sobre el tema por este instituto, los aprendices de amantes se inician a los 13 ¨® 14 a?os practicando el llamado beso franc¨¦s; a continuaci¨®n progresan pasando al petting -esa palabra inglesa que resulta tan poco elegante traducir por magreo- a los 15, y finalmente logran meterse en una cama, juntos, a los 17.
En contraste con estos datos actuales, en los a?os cincuenta el primer coito llegaba a los 24 a?os. Ahora, en cambio, sucede a los 18. Se trata ¨²nicamente de promedios estad¨ªsticos, pero valen para todos los pa¨ªses europeos.
Rademakers ofrece tres explicaciones para este avance en la precocidad: por una parte, la maduraci¨®n sexual de las chicas se est¨¢ adelantando -por razones que nadie comprende muy bien- al ritmo de unos tres meses, cada 10 a?os, lo que conlleva una m¨¢s temprana motivaci¨®n sexual. En segundo lugar, la liberalizaci¨®n social ha convertido en trivial lo que antesrevert¨ªa en toda una odisea de culpas y sombras vivida en el secreto o en el cuchicheo. Y, por ¨²ltimo, la p¨ªldora. "No es que la p¨ªldora induzca al sexo entre los j¨®venes", dice Rademakers, "lo har¨ªan de todos modos, pero ahora se sienten m¨¢s seguros".
La represi¨®n se revela como in¨²til. Los pa¨ªses que adoptan estilos m¨¢s intransigentes -poniendo trabas a la educaci¨®n sexual y a la disponibilidad de p¨ªldoras para los j¨®venes-, como EE UU o el Reino Unido, muestran la misma actividad sexual adolescente que los m¨¢s permisivos, como Holanda, pero un mucho mayor nivel de embarazos indeseados y de abortos entre las menores de 18 a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.