Desde Vista Alegre
El otro d¨ªa, un hombre curioso y desocupado se acerc¨® a Carabanchel para inspeccionar las obras de la nueva plaza de toros de Vista Alegre, pero se encontr¨® con que s¨®lo hab¨ªa un enorme agujero. Bueno, eso de plaza de toros es un decir: primero hay que construir el estacionamiento, despu¨¦s el centro comercial y, finalmente, el local multiuso en el que tendr¨¢ cabida -entre concierto de rock y mitin pol¨ªtico- alguna que otra manifestaci¨®n digitalizada del llamado arte de C¨²chares. El local tendr¨¢ iluminaci¨®n artificial, aire acondicionado y un techo m¨®vil que, al abrirse, s¨®lo dejar¨¢ ver la mitad del cielo. Incluso en los d¨ªas brillantes, apenas entrar¨¢ el sol, y moscas, pocas. La fiesta nacional siempre ha reflejado la sociedad de su entorno.En estas fechas las revistas especializadas analizan la temporada pasada y hacen conjeturas sobre la que viene. Como vivimos una ¨¦poca triunfalista, sus juicios suelen ser benignos: leemos con asombro que un vulgar pegapases atesora un arte hasta ahora desconocido, y que ha cuajado en varias tardes "faenas de enorme profundidad". Esta revista dedic¨® mucho espacio a una supuesta rivalidad entre Joselito y Ponce, remont¨¢ndose a la edad de oro del toreo, de la segunda d¨¦cada de la centuria, para afirmar que el primero de ellos es el Belmonte de nuestros d¨ªas, y el segundo es Gallito resucitado. Tan curiosa opini¨®n habr¨¢ despistado a m¨¢s de un lector, ya que hace un par de a?os dicha revista afirmaba que Espartaco era nuestro Gallito. Son muchos Gallitos en tan poco tiempo.
Igual que se promete un invierno caliente por parte de mineros, estudiantes y funcionarios, habr¨¢ movida en el planeta de los toros, debido a la pr¨¢ctica ilegal de cortar las puntas de las astas de los morlacos, el llamado afeitado. El Ministerio del Interior prepara una orden para impedir la pr¨¢ctica. Para toreros, ganaderos, apoderados y empresarios, agrupados en una extra?a organizaci¨®n denominada Confederaci¨®n de Asociaciones Profesionales Taurinas (CAPT), esto es una declaraci¨®n de guerra: si el ministerio sigue adelante podr¨ªan boicotear la pr¨®xima temporada, igual que amenazaron a principios de ¨¦sta hasta salirse con la suya.
?El se?or Mayor Oreja les har¨¢ frente? Por un lado, ha abogado por la "liberalizaci¨®n" de la fiesta. Por otro, alguien le habr¨¢ informado de que la CAPT pretende, entre otras cosas, manga a¨²n m¨¢s ancha para implantar el fraude. El ministro sabe, adem¨¢s, que desde el siglo XVIII el Estado ha intentado garantizar la integridad del espect¨¢culo a trav¨¦s de sucesivos reglamentos. Para los verdaderos aficionados, esto de la manipulaci¨®n de las astas es un sacrilegio: cuando se denunci¨® en los a?os cincuenta, hubo un gran esc¨¢ndalo. Pero ahora la pr¨¢ctica est¨¢ muy extendida -ver EL PA?S de ayer- y apenas nadie protesta. ?Una de esas revistas taurinas incluso ha llegado a abogar abiertamente por el afeitado! Efectivamente, la sociedad, ha cambiado. Mientras, en las dehesas, los toros comentan la lidia en Valencia del primer toro producto de un trasplante de embriones: fue criado en el vientre de una vaca suiza para as¨ª cansar menos a su madre biol¨®gica para que pudiera parir m¨¢s veces. Time is money. "?Qu¨¦ ser¨¢ de nuestro futuro?", se preguntan los corn¨²petas. Probablemente, el mismo que se viene fraguando desde hace m¨¢s de medio siglo: el pro gresivo descastamiento. Esto se ver¨¢ pronto en los prime ros tentaderos donde, en vez de seleccionar las vacas m¨¢s bravas y fieras, se seguir¨¢ escogiendo las m¨¢s bobaliconas y flojas. A los hijos paridos se les engordar¨¢ artificialmente para aparentar un trap¨ªo que no tienen, y se les cortar¨¢n los cuernos antes de enviarlos a la plaza. La ¨²ltima moda es enviarlos con un ano de antelaci¨®n, mediante la falsificaci¨®n de sus partidas de nacimiento. Business is business.
Todo esto deprimi¨® tanto a nuestro hombre que decidi¨® ahogar sus penas en vino. Se dirigi¨® hacia un bar llamado Vista Alegre, cerca de Sol, mientras recordaba los deliciosos champi?ones que all¨ª se serv¨ªan. En una pared del local hab¨ªa una pintura de la plaza y de los hierros de las principales ganader¨ªas. En- una noche de juerga, hace m¨¢s de treinta a?os, el hombre los hab¨ªa identificado casi todos.
"Eh, jefe, eso lleva tiempo cerrado", le dijo" un yonqui.
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