Curro se va al Caribe
Pero esta vez no se trata del personaje del anuncio, sino de una nueva versi¨®n de Curro Jim¨¦nez, aquel bandido generoso que a fuerza de valor arreglaba todos los entuertos y acababa con todos los malhechores. El escenario se ha trasladado de Sierra Morena a los alrededores de Sierra Maestra, desde donde surgi¨® un barbado cabecilla que siembra el temor y ejerce la opresi¨®n sobre Cuba. Nuestro peque?o h¨¦roe no lo duda un momento. Nada de tratos ni benevolencia con quien encarna el mal en nuestra antigua colonia. Surge el inevitable desaf¨ªo. Y el malvado dispara primero.El ¨²nico inconveniente, visible para todo el mundo, es que las relaciones internacionales no se rigen, afortunadamente, por esta l¨®gica del western, y menos cuando entre dos pa¨ªses hay un tejido de sentimientos e intereses tan complejo como el que existe entre Espa?a y Cuba. Es cierto que la bienintencionada pol¨ªtica de Felipe Gonz¨¢lez no llevaba demasiado lejos en lo que hubiera- debido ser su fin principal, favorecer la democratizaci¨®n de. Cuba. Por sus declaraciones de estos d¨ªas, vemos que sus m¨®viles eran m¨¢s cicateros: al criticar a Aznar s¨®lo piensa que otros pa¨ªses europeos van a aprovecharse de los beneficios de un mercado en que los empresarios cuentan con mano de obra pagada a niveles neoesclavistas. Cab¨ªa esperar un planteamiento algo m¨¢s generoso. Sin embargo, aun con ese defecto, la pol¨ªtica de Gonz¨¢lez hizo posible una intensificaci¨®n de las relaciones entre las sociedades espa?ola y cubana, de efectos positivos para la propia oposici¨®n interna, creando adem¨¢s un clima propicio para que Espa?a pudiera actuar como mediador de cara a una transici¨®n, sin levantar suspicacias en nadie. ?ramos ante todo pa¨ªses hermanos, como acaba de recordar Fraga. En una palabra, algo muy diferente de lo que son, hacen y han hecho respecto de la isla los Estados Unidos.
Ahora todo esto ha quebrado y va a ser muy dif¨ªcil recomponerlo. Para comenzar, nuestro presidente olvid¨® el exquisito cuidado que una antigua metr¨®poli debe tener en las relaciones con una ex colonia. M¨¢s a¨²n, cuando esta ex colonia tiene un viv¨ªsimo sentimiento nacional, forjado en las dur¨ªsimas guerras de independencia contra Espa?a y en el juego pendular de dependencia y confrontaci¨®n abierta con "el ¨¢guila temible", de que hablara Jos¨¦ Mart¨ª. Si se buscaba una incidencia eficaz sobre el proceso pol¨ªtico cubano, hac¨ªa falta evitar todo signo de superioridad y voluntad de tutela, por no hablar de la imagen de una intervenci¨®n abierta. La entrada en juego de la Fundaci¨®n Hispano-Cubana, no s¨®lo en un acto p¨²blico, sino en locales de la Casa de Am¨¦rica, fue ya una muestra de lo que hab¨ªa que evitar. Las peque?as provocaciones de Aznar en Chile hicieron el resto, y curiosamente le han prestado un gran favor al numantinismo de Castro. Una cosa eran las efusiones del pasado con el dictador; otra llegar al menosprecio en el asunto de las corbatas y del juego de damas. El abuelo del presidente, Manuel Aznar, primero director de El Sol, m¨¢s tarde periodista de Franco, conoci¨® bien Cuba en los a?os veinte desde su puesto en el Diario de la Marina de La Habana: ?no le cont¨® nada a su nieto sobre el orgullo cubano? ?o es que le leg¨® un resquemor especial frente al castrismo por aquello de los cambios econ¨®micos de la revoluci¨®n? Busco explicaciones para tanta torpeza y, en el plano objetivo, son dif¨ªciles de encontrar.
En estas circunstancias, el eslab¨®n se ha roto por la parte m¨¢s d¨¦bil. El contenido de la entrevista de Coderch en Abc es muy discreto y matizado; no corresponde al titular que ha servido de coartada al golpe dado por Castro. "Escuchar¨¦ a mucha gente, incluida la oposici¨®n", dice, "e intentar¨¦ mantener buenas relaciones con el Gobierno cubano". Ha sido un pretexto. El verdadero responsable de la ventaja alcanzada por el dictador es otro.
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