En la tradici¨®n del musical de Broadway

En 1830 el escritor franc¨¦s Victor Hugo publica Notre Dame de Paris, una de sus m¨¢s famosas novelas. En la medida que narra, una vez m¨¢s, la historia de la bella y la bestia y permite el lucimiento de una atractiva actriz y la compleja caracterizaci¨®n de un buen actor, desde poco despu¨¦s de la existencia del cine se han repetido sus adaptaciones. Entre las numerosas versiones mudas destaca la de 1923, protagonizada por el m¨ªtico Lon Chaney y dirigida por Wallace Worsley, y entre las sonoras la excelente de 1939, realizada por William Dieterle y cuyos principales papeles est¨¢n encarnados por Charles Laughton y Maureen O'Hara.El gran ¨¦xito de La bella y la bestia (1992), la versi¨®n de dibujos animados realizada por Gary Trousdale y Kirk Wise para Walt Disney Pictures, sobre el famoso cuento infantil de madame Leprince de Beaumont, lleva al mismo equipo a la, producci¨®n de El jorobado de Notre Dame. A pesar de que el original es una tragedia g¨®tica que poco tiene que ver con la larga tradici¨®n de las producciones de dibujos animados de Walt Disney, el resultado es una historia rom¨¢ntica, llena de canciones, muy similar al resto de sus pel¨ªculas. Las m¨¢ximas diferencias estriban en que los humanos ocupan un papel protagonista frente a los animales, que hasta hace poco hab¨ªan encarnado los principales papeles de la mayor¨ªa de los 34 largometrajes de dibujos animados de la productora. En esta ocasi¨®n s¨®lo hay una sosa cabra a la que se le ha sacado muy poco partido, frente a tres divertidas g¨¢rgolas, que son el gran hallazgo de la pel¨ªcula. Y, sobre todo, que el final no es tan pringosamente feliz como el de todas sus producciones.

Lo m¨¢s curioso de El jorobado de Notre Dame es que vuelve a seguir minuciosamente la larga tradici¨®n del cine musical norteamericano, pero en su variante m¨¢s influenciada por los grandes ¨¦xitos teatrales de Broadway. A pesar de que el cine musical desaparece como g¨¦nero hace unos 20 a?os por sus elevados costes y sus dificultades para amortizarlo en el extranjero derivadas de la imposibilidad de doblar las canciones, las producciones de dibujos animados de Walt Disney Pictures curiosamente son los ¨²nicos musicales que se siguen haciendo regularmente y con gran ¨¦xito.

De manera que el m¨¢ximo inter¨¦s de El jorobado de Notre Dame deriva de su relaci¨®n con este peculiar g¨¦nero desaparecido del mercado hace d¨¦cadas, tanto por la particular construcci¨®n dram¨¢tica de la historia como, sobre todo, por las canciones de otra ¨¦poca de Alan Menken y Stephen Schwartz.

Aspectos que desaparecen por completo en la peculiar versi¨®n doblada, donde, como es tradicional en las pel¨ªculas de dibujos animados, no s¨®lo se han doblado los di¨¢logos, sino tambi¨¦n las canciones, hasta convertir el resultado en un extra?o h¨ªbrido que tiene una relaci¨®n rara y bastante lejana con el original, y que adem¨¢s, y por supuesto, es mucho peor.