Valdano imprime su estilo
El Valencia se impone al Celta en un partido irregular
Con cierta elegancia en la primera parte, y con ciertos apuros en la segunda, el Valencia consigui¨® derribar a un Celta acomodado. Sin duda, Valdano impuso su sello, pero advirti¨® a un tiempo que su trabajo ser¨¢ arduo y trabajoso. La plantilla no est¨¢ para echar cohetes. Con todo, el t¨¦cnico hispano-argentino propici¨® el despertar de algunos jugadores imprescindibles (sobre todo Karpin, que. cuaj¨® su mejor partido desde que lleg¨® a Valencia) y dej¨® constancia de sus intenciones. En cuanto al Celta, dio la impresi¨®n de que se qued¨® siempre a medio camino. Si se revisa el cartel de futbolistas que presenta, se debe esperar mucho m¨¢s de este equipo.Puesto que cada equipo se parece a su entrenador (Valdano dixit), efectivamente, en breves instantes se vio que el nuevo Valencia era m¨¢s ali?ado, m¨¢s pulcro en el manejo del cuero y m¨¢s elegante, en suma. Ahora bien, la metamorfosis no se deb¨ªa tan s¨®lo a las nuevas posiciones que ocupaban los jugadores, sino a la predisposici¨®n de los mismos: a Karpin, Valdano le quit¨® el precio y el ruso volvi¨® a ser el que era -un media punta de recorrido y contundencia-; a Jos¨¦ Ignacio le. dio todos los galones en el centro de la medular y el chico se aplic¨® a la tarea de distribuir con criterio; y a Claudio L¨®pez le devolvi¨® el mote argentino, Piojo, y ¨¦ste se comport¨® como tal sobre el Celta.
De manera que, transcurrida media hora de juego, el Celta, con una alineaci¨®n cuajada de notables peloteros, se refugiaba en la buena percha de su portero, que realiz¨® paradas de gran m¨¦rito. El equipo vigu¨¦s, sin embargo, reaccion¨® en el ¨²ltimo tramo del primer acto. Justo en ' el momento en el que su t¨¦cnico, Fernando Castro Santos, dio entrada a Alejo para que Chemo Del Solar (viejo conocido de Valdano) abandonara la madriguera y cogiera la manija c¨¦ltica. Fue entonces cuando apareci¨® por primera vez la habilidad de Mostovoi y el regate seco de Revivo, que disloc¨® la cintura de Romero. De tal modo que la hinchada, satisfecha por la notable mejora de su equipo, frunci¨® el entrecejo en espera de una segunda parte m¨¢s equilibrada. Lo fue. Sobre todo porque el Valencia, pese al cambio an¨ªmico, sigue corto de clase y efectivos, y porque, en realidad, hombre por hombre, las cosas estaban realmente igualadas. Y as¨ª, Valdano rasc¨® en el banquillo y all¨ª ech¨® mano de G¨¢lvez y de Fernando, que arrastr¨® problemas en un tobillo.
El partido estaba en un hilo y Valdano no pudo por m¨¢s tiempo seguirlo desde el banquillo. Se plant¨® junto al banco y desde all¨ª trat¨® de insuflar los ¨²ltimos ¨¢nimos. Con el transcurso del encuentro, el Valencia fue perdiendo todo el ali?o, fue pareci¨¦ndose cada vez m¨¢s al que era hace una semana y menos al que perge?¨® Valdano.
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