"El imperio americano se hace pedazos"
Gore Vidal ense?a su colmillo retorcido desde el primer momento, cuando un fot¨®grafo se arrodilla para retratarle en contrapicado y ¨¦l le hace se?as r¨¢pidamente para que vuelva a ponerse en pie mientras masculla: "Te descuidas y todos quieren hacer Ciudadano Kane". Luego posa para la entrevista por su lado mejor, el izquierdo, y saluda frente a un equipo de televisi¨®n a la manera de la monarqu¨ªa brit¨¢nica; es decir, desenrollando un bote de mermelada boca abajo, como ¨¦l mismo explica en su libro autobiogr¨¢fico Una memoria, editado por Anaya & Mario Muchnik. Vidal ha viajado a Madrid para presentar el volumen (ma?ana celebrar¨¢ un debate con el p¨²blico en el C¨ªrculo de Bellas Artes a las ocho de la tarde), un texto escrito en defensa propia frente a libros de otros en los que se ve dibujado sin exactitud.Se las sabe todas Gore Vidal, de 70 a?os y uno de los grandes intelectuales norteamericanos, novelista, ensayista, dramaturgo, guionista de Ben-Hur o actor; nieto del senador populista ciego Thomas Pryor Gore; pariente de Al Gore; relacionado con Jackie Kennedy a trav¨¦s de un padrastro que ambos compartieron; interesado ¨¦l mismo en la carrera pol¨ªtica dentro del Partido Dem¨®crata mucho tiempo...
"Yo quer¨ªa ser presidente y dio la casualidad de que un amigo m¨ªo lo consigui¨®", explica sin inmutarse Gore Vidal refiri¨¦ndose a John F. Kennedy -el escritor Martin Amis destac¨® en Vidal tras entrevistarle "su falta de modestia, su inigualable y divertido narcisismo, su aut¨¦ntico amor por s¨ª mismo"-.
Los Kennedy aparecen sobradamente en Una memoria, y Gore Vidal captura al lector desde el primer cap¨ªtulo cuando cuenta c¨®mo Jackie Kennedy "se sub¨ªa el vestido y le ense?aba a la inocente Nini c¨®mo hacerse una irrigaci¨®n despu¨¦s del acto sexual". ?Qu¨¦ opina Gore Vidal del revival de Jack y Jackie Kenedy en Estados Unidos y de aquella presidencia resumida en una palabra: Camelot? "Uhhh", brama. "Camelot era la mafia. Y lo digo literalmente, era una familia criminal, empezando por el abuelo del presidente, que se encargaba, desde la alcald¨ªa de Boston, de controlar el mundo del hampa en la ciudad. Su hija se casa con John Kennedy, quien hereda las relaciones de su suegro con FranK Costello, jefe de la mafia de la Costa Este de Estados Unidos. John Kennedy, hasta que su hijo lleg¨® a presidente, com¨ªa una vez a la semana con Frank Costello en Central Park South de Nueva York: una comida entre criminales".
?cido comentarista de la vida americana desde su retiro italiano de Ravello, Gore Vidal cree firmemente que el declive del imperio americano es un hecho, y una ocasi¨®n alert¨® sobre la posibilidad de que, como en el caso de Kennedy, Bill Clinton cayese asesinado. "Pens¨¦ que el odio que Clinton y su mujer estaban generando en sectores del pueblo americano pod¨ªa terminar en un intento de asesinato", comenta. "Pas¨® lo mismo con John F. Kennedy. Los Kennedy tambi¨¦n creaban a su alrededor esa clase de histeria, y, aunque los Clinton son mucho m¨¢s inocentes, generan el mismo odio y una especie de rabia en un pa¨ªs donde cualquiera tiene en su casa una pistola".
En opini¨®n del sarc¨¢stico e implacable Gore Vidal, "cualquiera que no odie a los negros ser¨¢ odiado por un tercio de la poblaci¨®n de Estados Unidos. Y Clinton los defiende. Ese sector tambi¨¦n odia a las mujeres que se salen del tiesto, como Hillary Clinton, que es demasiado brillante para ellos. Como dijo una vez uno de la derecha dura: 'Es la primera dama de cualquiera". Y respecto a las posibles aspiraciones presidenciales de su pariente, Al Gore, Vidal afirma: "Tiene la ambici¨®n de Cromwell. Pero van a ser cuatro a?os terribles porque el imperio se est¨¢ cayendo a trozos". Y ofrece como datos significativos el endeudamiento del pa¨ªs, la falta de control de las armas, el m¨ªnimo gasto educativo v el fracaso de la cultura.
Vidal se ha hecho c¨¦lebre por su mordacidad, su frialdad y sus broncas. En una ocasi¨®n Norman Mailer le tiro el l¨ªquido de un vaso a la cara y le dio un pu?etazo, y su enemistad con Truman Capote, al que llama cara de feto en el libro, es legendaria -se le atribuye la siguiente frase cuando le comunicaron su muerte: '?se fue un buen paso en su carrera'- En una fotograf¨ªa del libro aparecen Capote, Tennessee Williams y ¨¦l. "No pod¨ªa soportar a Capote", dice Vidal. "Ment¨ªa acerca de todo, la mentira era su forma de expresi¨®n art¨ªstica. Pod¨ªas ver c¨®mo se lo inventaba todo sobre la marcha, sobre todo si se trataba de gente famosa.si hubiera tenido la mitad de imaginaci¨®n para su obra de ficci¨®n hubiera sido un novelista importante. Comenc¨¦ a evitarlo cuando supe que se dedicaba a extender mentiras sobre m¨ª. Por el contrario, fui muy amigo de Tennessee. Gran clase. Viaj¨¢bamos, re¨ªamos... Pero se volvi¨® loco a base de p¨ªldoras y alcohol".
El ¨ªndice de Una memoria, titulado en ingl¨¦s Palimpsest, est¨¢ plagado de nombres famosos con los que Gore Vidal despliega su cinismo, su humor despiadado y, a veces, como en el caso del fil¨®sofo George Santayana, su admiraci¨®n y cortes¨ªa. El escritor pide que no se tome demasiado en serio a los miembros de la generaci¨®n beat, por ejemplo, pese a que tienen cap¨ªtulo propio en las memorias. "Fue un fen¨®meno basado realmente en el extraordinario don de Allen Gingsberg para la publicidad", dice. "Allen pensaba que yo ten¨ªa demasiado ¨¦xito y que no encajaba. Pero lo cierto es que yo estaba demasiado ocupado con el sexo y la literatura, sin tiempo suficiente para ir conduciendo coches a trav¨¦s del pa¨ªs. Kerouac era un hombre dulce, aunque un mal bebedor que se acab¨® matando por eso. Era horriblemente est¨²pido, verdaderamente est¨²pido, pero ten¨ªa ese adorable don de la frescura. He rele¨ªdo En la carretera y es dulce como el trabajo de un ni?o: sus ojos est¨¢n abiertos, se siente bien, est¨¢ enamorado de Neal Cassady... Este ¨²ltimo hecho nunca ha podido ser aceptado por ninguno de los cr¨ªticos que lo han colocado en la columna de los heterosexuales. Por eso he tenido que ocuparme en mis memorias [Vidal narra su encuentro sexual de una noche con Kerouac] de sacarlo de esa columna y de ponerlo en la que realmente le corresponde, que es en la otra o en ambas a la vez. Era un esp¨ªritu libre"
Babelia
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