Dos muertos y 80 heridos en la reaparici¨®n del terrorismo en el metro de Par¨ªs
Otra vez una bombona de gas rellena de explosivo. Otra vez en el RER, el tren de cercan¨ªas parisiense. Otra vez en una estaci¨®n c¨¦ntrica. Otra vez en hora punta. Par¨ªs sufri¨® ayer tarde un atentado muy similar a los que azotaron la ciudad en 1995, cuando los Grupos Isl¨¢micos Aut¨®nomos (GIA) decidieron trasladar a Francia el terror argelino. Un artefacto estall¨® a las 18.05 en un convoy detenido en el and¨¦n de Port Royal, junto al Observatorio. Dos muertos y 80 heridos, siete de ellos en estado cr¨ªtico, constitu¨ªan el balance m¨¦dico de anoche. El atentado no hab¨ªa sido reivindicado.
(Los investigadores han hallado pruebas de que la bomba conten¨ªa clavos, una t¨¦cnica utilizada por el terrorismo fundamentalista en los atentados de 1995, dijo anoche radio Europe-1, informa Reuter.) Todos los planes de emergencia fueron activados: el rojo, que moviliza al 100% a polic¨ªas y bomberos; el blanco, que alerta a los hospitales; y, sobre todo, el Vigipirate, creado tras las explosiones del a?o pasado. Este plan fue atenuado hace dos meses. Su reactivaci¨®n implica un fuerte despliegue policial y registros frecuentes a los transe¨²ntes.Aunque no hubo declaraciones formales, el Ministerio del Interior dio a entender que habr¨ªa Vigipirate por mucho tiempo porque, por razones obvias, eran de temer nuevos asesinatos en masa. Los bomberos llegaron a la estaci¨®n de Port Royal muy pocos minutos despu¨¦s de la explosi¨®n. "Hab¨ªa decenas de personas ensangrentadas, gimiendo, en el interior de un vag¨®n que estaba completamente reventado o esparcidas por el and¨¦n", relat¨® un oficial de bomberos. Todos los testigos hablaron de un estallido fort¨ªsimo y de una intensa humareda. La evacuaci¨®n de heridos fue facilitada por el hecho de que la explosi¨®n no se produjo en un t¨²nel, sino cuando el tren estaba detenido en el and¨¦n, y sobre todo porque Port Royal es una estaci¨®n abierta y las v¨ªas distan pocos metros del aire libre.
La Closerie des Lilas, uno de los caf¨¦s m¨¢s famosos de Par¨ªs, se convirti¨® en improvisado cuartel general de los servicios de salvamento. Port Royal, en la confluencia de los bulevares de Saint Michel y Montparnasse, abunda en cines y restaurantes: una multitud se agolp¨® inmediatamente en los alrededores de la estaci¨®n, mientras la polic¨ªa acordonaba la zona y bloqueaba el tr¨¢fico para permitir la salida de ambulancias. Muchos viajeros del tren siniestrado no hab¨ªan sufrido heridas directas, pero apenas pod¨ªan o¨ªr a causa de la fuerte explosi¨®n o se encontraban conmocionados.
El primer ministro, Alain Jupp¨¦, y el ministro del Interior, Jean-Louis Debr¨¦, acudieron a Port Royal apenas media hora despu¨¦s. Jupp¨¦ confirm¨® que se trataba de una "acci¨®n criminal", y Debr¨¦ adelant¨® que el artefacto consist¨ªa en una bombona de gas de 14 kilos, rellena de explosivo y colocada en el segundo vag¨®n del convoy. Nadie especul¨® sobre los posibles autores del crimen, aunque las semejanzas con los atentados de 1995 estaban en la mente de todos: la misma l¨ªnea del RER, la B, a s¨®lo dos estaciones de la de Saint Michel, donde estall¨® la primera bomba; la misma bombona, y, sobre todo, la misma voluntad de causar el m¨¢ximo da?o al mayor n¨²mero posible de personas, actuando a una hora en que los trenes circulan repletos.El presidente Jacques Chirac consider¨® la situaci¨®n lo bastante grave como para interrumpir la reuni¨®n que manten¨ªa con el canciller alem¨¢n, Helmut Kohl, y comparecer en directo por televisi¨®n. Chirac anunci¨®, crispado, su "determinaci¨®n de luchar por todos los medios contra el terrorismo en todas sus formas".
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