Amenaza de guerra civil en Israel entre laicos y ultraortodoxos jud¨ªos
Samuel Diskin est¨¢ convencido de que su misi¨®n es divina. Este joven integrista jud¨ªo del barrio de Mea Sharim preparaba ayer piquetes para el bloqueo de la avenida de Bar Il¨¢n, la importante arteria de Jerusal¨¦n que se ha convertido en el campo de batalla de lo que muchos comentaristas israel¨ªes ya describen como "la guerra" entre los ultraortodoxos y el mayoritario sector laico del pa¨ªs. Diskin es el encargado de organizar lo que sus seguidores llaman con orgullo las "patrullas del bien" los grupos de fan¨¢ticos de levita y tirabuzones que semanalmente cierran la avenida en nombre de Dios y castigan a los conductores con andanadas de piedras y desperdicios.
"El shabat es sagrado", dice Diskin agitando el ¨ªndice y acercando la cara para que se le escuche mejor. "Y al que no le guste, pues ah¨ª est¨¢ el aeropuerto, que se largue de Jerusal¨¦n. Esta es nuestra tierra y aqu¨ª manda la ley de la Tor¨¢. El que viole la sagrada ley tendr¨¢ que atenerse a las consecuencias".?stas suelen ser bastante desagradables, como lo constatan a diario las mujeres israel¨ªes que osan pasar por el territorio de Diskin vistiendo pantalones, o cualquier persona que se atreva a leer una revista durante el shabat. "El otro d¨ªa me arrojaron pa?ales usados porque llevaba una blusa de, media manga", recuerda con asco Vered T., una secretaria del Ministerio de Educaci¨®n que, como muchos israel¨ªes, est¨¢ comenzando a lamentar el hecho de vivir en un Jerusal¨¦n cada vez m¨¢s intolerante.
Las acciones y el tono desafiante de los rabinos y sus fervientes seguidores adquirieron nuevas cotas de audacia el mi¨¦rcoles por la noche, cuando cerca de 10.000 creyentes o haredim marcharon sobre Tel Aviv para exigir que en esa ciudad esencialmente liberal se cierren los restaurantes, cines y negocios durante el shabat, como manda la ley religiosa. La manifestaci¨®n pas¨® en gran medida inadvertida y seguramente habr¨ªa quedado en el anecdotario si no fuera porque dej¨® un precedente que preocupa a muchos: los ultraortodoxos jam¨¢s se hab¨ªan atrevido a cuestionar el modo de vida de los habitantes de Tel Aviv, la ciudad que m¨¢s de un rabino ha descrito como "la Sodoma moderna" y a su juventud como "esas pandillas de drogadictos".
Los laicos ven a menudo a los ortodoxos como "par¨¢sitos" porque no hacen el servicio militar, rara vez pagan impuestos y gozan de una serie de prebendas oficiales. Tras la expedici¨®n integrista a Tel Aviv, una joven experta en inform¨¢tica declar¨®: "Esos peludos, los sombreros negros, quieren que retrocedamos al medievo. Se est¨¢n comportando como ayatol¨¢s. Si no les hacemos frente, dentro de podo los tendremos de mirones y polic¨ªas dentro de nuestras casas y alcobas, como en Ir¨¢n".
Hay varias interpretaciones acerca del origen de la ola de agresividad por parte de los religiosos. "Se sienten fuertes y quieren demostrar su peso en la sociedad israel¨ª. Es un fen¨®meno totalmente nuevo", apuntaba ayer Meir Shalev, un popular novelista de Jerusal¨¦n, que confiesa sentir pavor ante el avance de los ultraortodoxos y el febril af¨¢n rab¨ªnico de eliminar lo que queda de esp¨ªritu tolerante en su ciudad natal.
Una encuesta publicada esta semana revela que el 60% de los israel¨ªes laicos de Jerusal¨¦n est¨¢ pensando en abandonar la Ciudad Santa por la hostilidad que se respira, cortes¨ªa de los integristas jud¨ªos. Otro sondeo publicado por el diario Yedioth Ahronot arroj¨® un resultado a¨²n m¨¢s inquietante: el 47% de los israel¨ªes cree que es posible una guerra civil entre religiosos y laicos jud¨ªos.
El respetado columnista Zeev Chafets, uno de los m¨¢s agudos observadores de la sociedad israel¨ª, ha avivado el debate al proponer la partici¨®n de. Israel en dos Estados, uno "para los que quieren ser gobernados por la Tor¨¢ y otro para los que quieren vivir en una sociedad moderna". "O peleamos por este pa¨ªs, o hacemos lo que dicta la l¨®gica, y nos separamos", escribe Chafets en el semanario The Jerusalem Report.
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