Mijatovic: las medias del rev¨¦s para evitar el mal de ojo
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El d¨ªa empez¨® a las 9.30. Pedja Mijatovic comparte cuarto con su amigo Davor Suker. S¨®lo un caf¨¦ con tostadas de desayuno.Una suave sesi¨®n de trabajo. Capello cita a la plantilla a las 11.30 en un sal¨®n del hotel para una suave sesi¨®n de entrenamiento, apenas unos estiramientos. Media hora. Luego, una larga espera hasta la comida. Ensalada, pasta, jam¨®n york con pur¨¦ y yogur. "S¨®lo he tomado pasta". Tras un corto paseo regresa a su habitaci¨®n. Se tumba en la cama con la tele puesta de fondo para intentar dormir. "S¨®lo he logrado dormir 45 minutos. Luego Davor y yo hemos empezado a dar vueltas. Hemos visto el partido Arsenal-Derby County de la Liga inglesa". Comienza el ritual. Antes de bajar a merendar, Mijatovic entra en el cuarto de ba?o, se mira en el espejo, observa detenidamente su cara y decide afeitarse. Seg¨²n su inspiraci¨®n decide dejarse una perilla, una discreta barba o por el contrario opta por un afeitado total. "Siempre tiene que ser con una cuchilla nueva. Cuando ya est¨¢ usada presiento que algo malo puede pasar". "Hacer mis cosas siempre de la misma manera me da una gran seguridad. Si alguna vez se me olvida algo me siento inc¨®modo y pierdo la concentraci¨®n".
Reuni¨®n con Capello. Mijatovic y el resto de la plantilla se re¨²ne con el entrenador para la ¨²ltima charla. Es la segunda cita desde que comenz¨® la concentraci¨®n. en la primera Capello puso un v¨ªdeo con jugadas del Barcelona. Llega la hora. Una hora y media antes de que comience el partido, el autob¨²s recoge a los jugadores. Mijatovic, antes de salir hacia el estadio, habla con su mujer, que permanece en el hospital al lado de su hijo Andrea. En el autob¨²s todo queda atr¨¢s. El silencio es sepulcral. Sentado al lado de Fernando Hierro, Mijatovic se aleja del mundo.
Con las medias del rev¨¦s. A su derecha est¨¢ Amavisca. A su izquierda, Fernando Hierro. Mijatovic prosigue con su gui¨®n en el vestuario. "Saco las espinilleras y rotulo mi nombre en ellas. Lo hago con cuidado. No hace falta porque el nombre se ve bien, pero necesito hacerlo". Luego se pone las medias. "Siempre las llevo al rev¨¦s. Dicen que cuando te pones algo al rev¨¦s te defiendes del mal de ojo. Siempre las llevo as¨ª. Despu¨¦s las botas, el pantal¨®n y la camiseta. Siempre por el mismo orden. Me mojo el pelo y me doy gomina. Apenas hablo".
Mijatovic llega al c¨¦sped. "Rozo la hierba con la mano, me santiguo y despu¨¦s me toco los tobillos. Voy hacia el centro del campo y miro unos puntos determinados del cielo".
En el descanso del encuentro se cambia el pantal¨®n y la camiseta. Se beb¨¦ cuatro vasos de agua. "Sudo tanto que tengo que hidratarme". Tras el partido la primera llamada que recibe en el vestuario es la de sus padres. Luego se encamina hacia la cl¨ªnica en la que est¨¢ su hijo.
GUARDIOLA / Ley¨® Siddharta. No es un futbolista supersticioso. Tiene alguna man¨ªa, como todo el mundo, pero nada estrafalario. Es m¨¢s, desde que recibi¨® alguna cr¨ªtica por calentar. antes de un partido con los walkman -confiesa justamente que la m¨²sica le ayuda m¨¢s a centrarse que a dispersarse- va con los pies de plomo. Ayer se levant¨® a las diez de la ma?ana. Dado que no era recomendable el acostumbrado paseo por la ciudad ni asomar la cabeza por las dependencias del hotel, opt¨® por leer los peri¨®dicos. Le qued¨® tiempo para otro rato de lectura, puesto que hasta la hora de la comida se impone encerrarse en la habitaci¨®n: tom¨® el libro Siddharta, de Hermann Hesse, primero, y El Desencuentro, de Fernando Schwartz, despu¨¦s. Lectura hasta el almuerzo. El buffet, una de las innovaciones de Robson, le permiti¨® una comida a su gusto, nada cargante, y otra vez hacia el cuarto. Es el rato m¨¢s pesado. Como de costumbre, antes de entrar en el vestuario piso el campo y mir¨® la grada.
LUIS ENRIQUE / Pisa el c¨¦sped con el pie de derecho. Se despert¨® a las 10.30. Tras el desayuno, compuesto de caf¨¦, zumo y tostadas, dedic¨® su tiempo libre a leer El peso de las sombras, de ?ngeles Caso, y a escuchar H¨¦roes del silencio y V¨ªctor Manuel. Los v¨ªdeo-juegos se quedaron en Barcelona. Tampoco se movi¨® del hotel. No es supersticioso, pero no olvid¨® su amuleto, que prefiere no desvelar. Y cumpli¨® su rito: pisar primero el c¨¦sped con el pie derecho.
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