Vomitar¨¦ sobre mi tumba
El verbo vomitar fue el m¨¢s usado por los j¨®venes que participaron en el concurso de escritura r¨¢pida de 1995. El tema preferido de este a?o ha sido el del autor que encuentra su propia esquela en el peri¨®dico. Por alguna raz¨®n, los escritores emergentes no se reconocen en ninguna de las secciones importantes de los diarios; sin embargo, cuando contemplan una esquela se ven dentro de ella como en un espejo. Si servidor dirigiera un peri¨®dico, colocar¨ªa en el espacio del editorial una esquela vac¨ªa para que cada cual la rellenara a su gusto. La gente ya no se busca en los sesudos an¨¢lisis editoriales ni en los art¨ªculos de opini¨®n, sino en estas zonas perif¨¦ricas de la realidad. S¨®lo as¨ª se comprende el ¨¦xito de Segunda Mano. Si uno fuera empresario, sacar¨ªa inmediatamente una publicaci¨®n semanal de esquelas. De hecho, siempre ha habido a lo largo de la historia alg¨²n diario en el que las noticias no eran sino la coartada para la colocaci¨®n de los avisos mortuorios. Cierto empresario de uno de estos peri¨®dicos, gallego para m¨¢s se?a s, pidi¨® a sus herederos, como condici¨®n para jubilarse, que todos los d¨ªas le llevaran el dinero recaudado con la venta de las esquelas hasta que se publicara la suya. Vivi¨® una vejez muy holgada.Los viejos se miran en la esquela, pero, afortunadamente para ellos, no se encuentran. En cambio, los j¨®venes participantes en el concurso convocado por la Fnac, EL PA?S y Alfaguara se han visto a s¨ª mismos enseguida. Esto ha de tener alg¨²n significado que se nos escapa y que va m¨¢s all¨¢ de la fascinaci¨®n por el recurso ret¨®rico de la paradoja. Es cierto que los cuentos estaban obligados a comenzar con la frase "lo le¨ª el otro d¨ªa en el peri¨®dico", pero en el peri¨®dico tambi¨¦n hay una secci¨®n de natalicios y nadie mir¨® en ella para ver si hab¨ªa nacido. La gente, pues, est¨¢ segura de haber sido alumbrada, pero tiene dudas sobre si contin¨²a viva. Cuando uno se encuentra en semejante situaci¨®n, le importan un pito las noticias de internacional, nacional, sociedad o espect¨¢culos. Lo ¨²nico que quiere saber es si est¨¢ muerto y en consecuencia esto es el infierno o si contin¨²a vivo y las cosas son como son. Por eso uno mira compulsivamente las esquelas en busca del propio nombre. Los viejos dan un respiro cuando ven el de su vecino, pero a los j¨®venes escritores de Madrid les encanta -contemplarse recuadrados en negro con la naturalidad con la que el a?o pasado terminaban sus frases vomitando.
No sabemos si esto es un progreso, la verdad. En 1995 cre¨ªamos que vomitaban el calimocho del d¨ªa anterior y resulta que no, que estaban echando fuera la pez oscura de la vida como los beb¨¦s expulsan al nacer el meconio negro de la muerte. Lo l¨®gico, despu¨¦s del ¨®bito, es que en 1996 se tropezaran con su esquela. Hay en este raro concurso de escritura, r¨¢pida un hilo argumental desesperadamente lento: s¨®lo progresa de diciembre a diciembre. No sabemos qu¨¦ sucede el a?o que viene, es decir, qu¨¦ har¨¢n despu¨¦s de fallecidos estos j¨®venes en cuya escritura tambi¨¦n nos contemplamos nosotros con un poco de susto. En cierto modo, su esquela es la nuestra, lo mismo que su v¨®mito.Una ciudad en la que a la gente de menos de 30 a?os le propones que escriba un cuento sobre algo que ha visto en el peri¨®dico, y lo primero que lee al abrirlo es su propia esquela, es una ciudad de muertos. Ya lo sab¨ªamos, pero esta literatura emergente y r¨¢pida le ha puesto palabras. De hecho, el rostro de Ruiz-Gallard¨®n, m¨¢s que el de presidente de una comunidad, es el de un director de pompas f¨²nebres. Va de oscuro por respeto a sus difuntos, que somos usted y yo, y habla como habla para no molestar a nuestros deudos. En cuanto a Alvarez del Manzano, se revuelve en su tumba con tal violencia que est¨¢ dejando todo el subsuelo de Madrid a flor de piel.
El martes pasado tuvimos el honor de participar en la entrega de premios del concurso de escritura r¨¢pida 1996, y Callao estaba llena de cad¨¢veres toscos en los que daba fr¨ªo mirarse. Los exquisitos se encuentran en el Thyssen-Bornemisza, patrocinados por los muertos de Tita Cervera y su bar¨®n. Lo le¨ª el otro d¨ªa en el peri¨®dico.
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