Los juglares de Carabanchel

Los ingredientes son tan simples como antiguos: una plaza, unos tipos con arte para narrar cuentos y un p¨²blico con tiempo y ganas de escuchar. Ayer, en Carabanchel, alguien volvi¨® a ejercer la vieja profesi¨®n de juglar y volvi¨® a contar historias al aire libre.La plaza era la de la Palmera; los contadores, la pareja de actores Montse y Eduardo, de 37 y 41 a?os, respectivamente, y el p¨²blico, los 25 ni?os que andaban por ah¨ª y alg¨²n otro cuyo padre se hab¨ªa enterado de la actuaci¨®n.

Los actores explicaron que hace cuatro a?os, hartos de que los ni?os no asistieran a los centros culturales, decidieron acudir a la calle a por los ni?os. Una nueva versi¨®n de la historia de Mahoma y la monta?a.

Hace casi mil a?os los trovadores pasaban la gorra; ahora, quien corre con el asunto es la junta municipal del distrito, que paga a los actores 50.000 pesetas por actuaci¨®n. Pero, aunque los tiempos hayan cambiado, las historias siguen pareci¨¦ndose mucho a las que escuchaban los ni?os de la Edad Media.Y as¨ª, como en las f¨¢bulas de toda la vida, los cuentos de los juglares de Carabanchel contienen siempre moraleja. El que ayer escuch¨® un c¨ªrculo hechizado de ni?os con los ojos abiertos como platos soperos trataba de una discriminada ni?a-bruja a la que sus compa?eros de clase le hac¨ªan la vida imposible.

Quien relataba esto era la misma bruja desde su forma de marioneta de varillas. Los ni?os la escuchaban sentados sobre una gran tela que en tiempos perteneci¨® a un paraca¨ªdas.

Al final, la bruja, seg¨²n cont¨®, logr¨® rescatar a un gato y iodos los del colegio la aceptaron para siempre. Conclusi¨®n: nadie merece el desprecio de los otros. Y satisfecho, el auditorio se levant¨® del suelo como quien acaba de presenciar el Real Madrid-Barcelona.

Pero los c¨®micos ten¨ªan reservada una segunda parte. La tela el paraca¨ªdas, que asta entonces hab¨ªa echo las veces de alambra, sirvi¨® para que los Peque?os jugaran a tirarla por los aires y a meterse dentro.

As¨ª de simple y as¨ª de divertido. Aunque hubo ni?os cobardicas que oyeron los cuentos, pero que luego no se atrevieron a jugar con la tela.

"Lo de los juegos es porque en una plaza se viene a hacer muchas cosas, a escuchar historias y a jugar, y eso es lo que nosotros queremos que hagan los ni?os", dec¨ªa ayer Montse.

Al final, cuando todo acab¨®, una ni?a se acerc¨® con aire t¨ªmido a tocar a la marioneta de la bruja, con cara de no entender muy bien c¨®mo diablos aquel trapo fue capaz media hora antes de contar una historia entera.

Cuentos en la plaza de Carabanchel. Hoy, en la plaza de la Palmera; el domingo 15, en la plaza de San Vicente de Pa¨²l; el domingo 22, en la plaza de la Emperatriz, y el s¨¢bado 28, en la plaza de San Isidro Labrador. Gratuito. Todas las actuaciones son a las 13.00 horas.