Ni?os maltratados
UNA F?BRICA alicantina de juguetes ha tenido el mal gusto de vender mu?ecos de ni?os con marcas de lesiones en el rostro, pero la asociaci¨®n Pro Derechos delNi?o (Prodeni) no lo habr¨ªa denunciado si poco antes no se hubiera creado una conciencia social sobre las sevicias que sufren los menores. De 1988 es uno de los primeros estudios que denunciaron que cuatro de cada mil ni?os son maltratados en Espa?a, y s¨®lo en agosto de este mismo a?o se celebr¨® el Primer Congreso Mundial contra la Explotaci¨®n Sexual de los Menores. Adem¨¢s de los abusos sexuales en el entorno familiar -un tercio del total de los que se cometen cada a?o-, la violencia contra los menores ha crecido en los datos estad¨ªst¨ªcos. Se calcula que todav¨ªa s¨®lo un 20% de las lesiones se denuncian, pero, aun as¨ª, la mayor informaci¨®n ha contribuido a aumentar la inquietud y pasar a la esfera p¨²blica lo que se ocultaba en los ¨¢mbitos dom¨¦sticos. En pa¨ªses como Estados Unidos, donde el ni?o recibe especial atenci¨®n, se registra una denuncia de agresi¨®n cada diez segundos, tres millones al a?o, un mill¨®n de ellas con confirmaci¨®n de v¨ªctimas, seg¨²n el National Committee for Prevention of Child Abuse.
El nuevo C¨®digo Penal espa?ol establece, en su art¨ªculo 148, una pena agravada con prisi¨®n de dos a cinco a?os para quien cause lesiones a un menor de 12 a?os, y contempla, en el 153, el supuesto de violencias fisicas habituales dentro del seno familiar. No se ha cambiado sin embargo con ello en Espa?a -ni fuera de ella- la idea de que dar unos azotes a un ni?o es una buena medicina para la educaci¨®n. La cuesti¨®n es hasta d¨®nde llega esa terapia o si puede considerarse como tal en contra de importantes dict¨¢menes pedi¨¢tricos.
Alrededor de seis mil ni?os espa?oles sufre malos tratos cada a?o, y cientos de miles son golpeados con regularidad. El alcoholismo, el consumo de drogas, los conflictos de pareja son las principales circunstancias asociadas con el maltrato infantil. Pero tambi¨¦n el desempleo, las dificultades econ¨®micas, la educaci¨®n precaria, el hacinamiento aparecen estrechamente correlacionados con este tipo de agresi¨®n. Las v¨ªctimas m¨¢s proclives son los hijos no deseados y aquellos que son ap¨¢ticos, se muestran hiperactivos o lloran sin cesar por problemas de salud. Pr¨¢cticamente en la totalidad de los supuestos el menor es el blanco de lo que los psic¨®logos llaman agresividad desplazada. Una agresividad que, no pudiendo dirigirse contra el objeto directo de sus males, se desv¨ªa sobre un objetivo de resistencia menor.
La asociaci¨®n Filium ha calculado que m¨¢s de un mill¨®n de ni?os espa?oles tienen padres violentos. Padres que con esta clase de violencia aluden a la violencia que reciben de la sociedad o de una educaci¨®n a su vez violenta. Hace apenas un a?o, en octubre de 1995, la Academia de Ciencias de Nueva York concluy¨® que la violencia y la crueldad ejercida sobre los ni?os parece quedar marcada en la qu¨ªmica del cerebro, y esos cambios bioqu¨ªmicos pueden determinar la v¨ªa por la que un ni?o acabe convirti¨¦ndose en un adulto violento. Un simposio internacional sobre Estr¨¦s, violencia en la infancia y juventud, que se celebr¨® en Lisboa el 27 de septiembre del a?o pasado, insisti¨® sobre esta tesis, que hace trascender doblemente lo que pudo parecer una cuesti¨®n privada a la escala de un problema colectivo en el que est¨¢ implicada la responsabilidad de prevenci¨®n, asistencia y denuncia en toda la sociedad.
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