?Cu¨¢ndo est¨¢ muerta una persona?
?Cu¨¢ndo est¨¢ muerta una persona? Esta pregunta aparentemente sencilla ha sido objeto de muchos debates. Durante siglos se crey¨® que el principio vital -la fuerza que daba al cuerpo la chispa de la vida- se encontraba en el coraz¨®n y que cuando ¨¦ste se deten¨ªa era se?al de que el principio vital hab¨ªa abandonado el cuerpo y la vida se hab¨ªa extinguido. Sin embargo, en los ¨²ltimos a?os, el cerebro ha llegado a ser considerado como el ¨®rgano vital esencial y, en la actualidad, por lo general se acepta que, cuando ¨¦ste se destruye, la vida ha terminado realmente, aunque el coraz¨®n no haya dejado de latir. En The Lancet, el pasado 8 de noviembre, especialistas en enfermos terminales analizan c¨®mo han definido los m¨¦dicos la muerte en los ¨²ltimos 250 a?os y c¨®mo los progresos en la medicina han cambiado no s¨®lo nuestros m¨¦todos para diagnosticar una defunci¨®n, sino tambi¨¦n nuestra idea de lo que es la muerte.
En su art¨ªculo sobre el diagn¨®stico m¨¦dico de la muerte, David L. Power, Bruce M. Ackerman y Ake Grenvik, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh, afirman que, al parecer, en cuanto los expertos se ponen de acuerdo sobre una nueva definici¨®n de la muerte, aparecen estados de salud que pueden imitarla tan convincentemente que se corre el peligro de que los m¨¦dicos diagnostiquen accidentalmente la defunci¨®n aunque el paciente est¨¦ todav¨ªa vivo.
Intoxicaci¨®n por f¨¢rmacos
Por ejemplo, algunas intoxicaciones por medicamentos pueden ser tan graves que una persona podr¨ªa aparentar estar cerebralmente muerta incluso despu¨¦s de haberla sometido a sofisticadas pruebas de funcionamiento del cerebro. Sin embargo, en estos casos, si se mantiene al paciente vivo con un respirador hasta que desaparece el efecto de los medicamentos, a veces es posible una recuperaci¨®n total. Por esa raz¨®n, las normas generales para diagnosticar la muerte cerebral exigen que un m¨¦dico se asegure en primer lugar de que el paciente no est¨¦ intoxicado con alg¨²n medicamento que provoque el coma. Cuando a finales del siglo XVIII y principios del XIX los investigadores m¨¦dicos empezaron a demostrar que era posible devolver la vida- a algunas personas por medio de medicamentos, electrochoque y otros tratamientos, qued¨® claro que, efectivamente, muchas personas que estaban "aparentemente" muertas pod¨ªan salvarse si se intentaba la resurrecci¨®n. Como consecuencia, Powner y sus colaboradores afirman: "Para el certificado de defunci¨®n, en la primera mitad del sigo XX se exig¨ªa la confirmaci¨®n no s¨®lo de que se hab¨ªa excluido la posibilidad de muerte aparente, sino tambi¨¦n de que los intentos de reanimaci¨®n hab¨ªan fracasado".
La experiencia de la resurrecci¨®n ha llevado a la teor¨ªa moderna de que, si hay un ¨®rgano del que se pueda decir que contiene el principio vital, ¨¦se es el cerebro, y no el coraz¨®n, ya que, a mediados de este siglo, qued¨® claro que muchos ¨®rganos, el coraz¨®n incluido, pod¨ªan parecer muertos y, sin embargo, ser revividos e incluso sustituidos por medio de un trasplante. El ¨²nico que una vez que resultaba gravemente da?ado no pod¨ªa ser ni curado ni sustituido era el cerebro. Esta observaci¨®n llev¨® finalmente a la idea de la muerte cerebral, que sostiene que una persona cuyo cerebro ha sido destruido podr¨ªa ser considerada muerta aunque su coraz¨®n y sus pulmones sigan funcionando. En EE UU, la ley que recoge los criterios para considerar a un sujeto cad¨¢ver legaliz¨® esta teor¨ªa a principios de los a?os ochenta y estableci¨® que "un individuo que ha experimentado el cese irreversible de las funciones circulatorias y respiratorias o, en segundo lugar, el cese irreversible de todas las funciones de todo el cerebro, incluido el tallo encef¨¢lico, est¨¢ muerto".
Pero Powner y su equipo dicen que ahora tambi¨¦n se critica esta definici¨®n de "todo el cerebro". Muchos expertos afirman actualmente que a los pacientes que han perdido las funciones cerebrales superiores -la capacidad de pensar, de sentir emociones y de recordar-, pacientes que nunca volver¨¢n a tener conciencia de s¨ªmismos ni de lo que les rodea, se les deber¨ªa considerar muertos, aunque su tallo encef¨¢lico siga intacto y les permita respirar por su cuenta e incluso hacer movimientos reflejos inconscientemente.
Los partidarios de esta teor¨ªa opinan que esa definici¨®n de la muerte no s¨®lo ahorrar¨ªa al paciente la indignidad de tratamientos m¨¦dicos innecesarios y evitar¨ªa a sus familiares futuros a?os de angustia, sino que tambi¨¦n permitir¨ªa la recolecci¨®n de ¨®rganos para la donaci¨®n mientras el coraz¨®n sigue latiendo, lo cual aumentar¨ªa considerablemente las oportunidades de que los ¨®rganos sobrevivan al trasplante.
Pero esta definici¨®n de la muerte, seg¨²n la cual una persona cuyo coraz¨®n sigue latiendo podr¨ªa ser considerada a todos los efectos un cad¨¢ver, es una idea tan revolucionaria -que la mayor¨ªa de los observadores coincide en que es poco probable que sea aceptada en breve. En vista de lo cual, Powner y algunos expertos en bio¨¦tica han propuesto que se permita a todos los pacientes seleccionar su propia definici¨®n de muerte en un documento llamado directiva anticipada.
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