Los 'invictos' de Grozni
Desde el 1 de diciembre, los odiosos ¨²ltimos regimientos del Ej¨¦rcito ruso han salido de Chechenia. El aeropuerto de Grozni acaba de volver a ser abierto al tr¨¢fico civil. Las comunicaciones ferroviarias funcionan de nuevo y la gente ya no tiene miedo a viajar.Ya el 26 de noviembre, una gran muchedumbre festiva llen¨® la plaza central de Grozni. Sobre una tribuna, decorada con retratos del general Dzhojar Dud¨¢iev, que en 1991 proclam¨® la independencia de Chechenia, su sucesor, Zelimjan Yanderbiev, anunci¨® que "la Rep¨²blica de Ichkeria" decidir¨¢ por s¨ª sola su destino. En efecto, tras la invasi¨®n rusa de 1994, los chechenos decidieron recuperar el antiguo nombre de su pa¨ªs, como si pusieran entre par¨¦ntesis la ¨¦poca de la colonizaci¨®n del C¨¢ucaso. Para Mosc¨², por ahora, Ichkeria no existe. El primer ministro Chernomirdin firm¨® el acuerdo para la retirada de las tropas rusas con Asl¨¢n Masj¨¢dov, primer ministro de Chechenia, rep¨²blica aut¨®noma cuya situaci¨®n no ser¨¢ decidida hasta el 2001. Nadie se deja enga?ar por estos matices: la inmensa Rusia ha perdido una guerra contra un min¨²sculo pa¨ªs de 15.000 kil¨®metros cuadrados, poblado apenas por un mill¨®n de habitantes. Para no ahondar en la herida, el impasible Yanderbiev no ha exclamado victoria, content¨¢ndose con afirmar: "Somos invictos". Palabras recibidas con salvas de armas autom¨¢ticas, porque m¨¢s de una cuarta parte de la muchedumbre de Grozni estaba compuesta precisamente por esos combatientes invictos.
Con el mismo tacto, el l¨ªder checheno proclam¨® el 26 de noviembre como d¨ªa de la fiesta nacional, en recuerdo de la destrucci¨®n de la primera columna de tanques que ese mismo d¨ªa, en 1994, entr¨® en Grozni. Estos blindados y sus ocupantes eran rusos, pero oficialmente, seg¨²n Mosc¨², pertenec¨ªan a la oposici¨®n chechena alzada contra Dud¨¢iev. El general P¨¢vel Gratchov, por entonces ministro de Defensa, sostuvo incluso que nunca envi¨® tanques, que en una ciudad resultan blancos f¨¢ciles, y que lanzando sus paracaidistas habr¨ªa tomado Grozni "en menos de dos horas". Frase que resulta f¨¢cil de utilizar en su contra si se piensa que el Ej¨¦rcito ruso tard¨® dos meses en apoderarse de la capital chechena. Pero Yanderbiev no ten¨ªa mucho inter¨¦s en insistir en esa historia: "Fue a partir del 26 de noviembre de 1994 cuando nuestro Ej¨¦rcito se desarroll¨®", dijo tranquilamente este presidente poeta que no se separa nunca de su gorro de astrac¨¢n. Tras lo cual, sin esperar el discurso del comandante en jefe de su Ej¨¦rcito -y ahora primer ministro-, Asl¨¢n Masj¨¢dov, Yanderbiev se march¨® a toda prisa ' hacia su pueblo natal, Novie Atagui. Arranque muy comentado, y con raz¨®n: el 27 de enero de 1997, estos dos hombres -y algunos m¨¢s- ser¨¢n candidatos a la presidencia de la rep¨²blica de los invictos.
Los chechenos se inspiraron en el ejemplo de los afganos en su guerra de guerrillas contra el Ej¨¦rcito ruso, pero est¨¢n decididos a no convertirse en un segundo Afganist¨¢n y ser v¨ªctimas de una interminable guerra civil. Quieren resolver sus desavenencias por medio de la urnas y no por las armas. Para eliminar cualquier duda sobre la limpieza del escrutinio de enero, han invitado a los diputados rusos y a los del Parlamento de Estrasburgo a que env¨ªen observadores. Para ser candidato a la presidencia basta con presentar 10.000 firmas, lo que no resulta un problema para los comandantes de las diferentes regiones. En cambio, los antiguos dirigentes prorrusos, como Doku Zavgaiev, han renunciado a presentarse, reconociendo impl¨ªcitamente que si un a?o antes ganaron "Ias elecciones" fue gracias a las bayonetas rusas. Entre los candidatos, Chamil Basaev, considerado en Mosc¨² como el "terrorista n¨²mero uno" tras la captura de rehenes de Budionovsk en 1995, ha sido el primero en comenzar la campa?a electoral: "No quiero", afirma, "que el 3% de los chechenos m¨¢s ricos oprima al 97% restante". Este Robin Hood checheno no s¨®lo da miedo al Kremlin, sino tambi¨¦n a la Duma, que ve, tras estas afirmaciones "espont¨¢neamente socialistas", a un guerrillero capaz de sublevar al conjunto del C¨¢ucaso. El 29 de noviembre, los diputados rusos, en el transcurso de un debate dram¨¢tico -e incoherente- atribuyeron al joven (s¨®lo tiene 31 a?os) Basaev unos poderes propios de un superhombre.
En realidad, a pesar de la ausencia de sondeos, se puede estar pr¨¢cticamente seguro de que Basaev cuenta con muy pocas posibilidades de hacerse elegir. La sociedad chechena es demasiado tradicionalista, y est¨¢ demasiado dominada por los ancianos de cada teipe (clan), como para que un joven radical, aunque sea un h¨¦roe de guerra, pueda ganar. Todo se decidir¨¢, en definitiva, entre Zelimjan Yanderbiev, antiguo miembro de la Uni¨®n de Escritores Sovi¨¦ticos, y Asl¨¢n Masj¨¢dov, antiguo general sovi¨¦tico, formado en la Academia Militar de Leningrado. El primero puede reivindicar haber sido el inspirador de las ideas nacionalistas de Dzhojar Dud¨¢iev y, por otro lado, sus actos de fe isl¨¢mica seguramente son apreciados por los ancianos. Yanderbiev ha contemplado incluso la posibilidad de instaurar la ley isl¨¢mica, la sharia, para combatir la ola de criminalidad y de secuestros, que ya no tienen nada que ver con la guerra. Asl¨¢n, Masj¨¢dov parece ser el m¨¢s laico de los dirigentes de Grozni, el ¨²nico que ni lleva barba ni invoca a Al¨¢ en cualquier circunstancia. Pero, sobre todo, es un gran organizador. Ha sabido coordinar la acci¨®n de todos sus destacamentos dispersos en las monta?as y dirigir el asalto final a Grozni a principios de agosto. Su buen entendimiento con el general Alexandr L¨¦bed, basado en un pasado militar com¨²n, permiti¨®, casi de un d¨ªa para otro, detener el conflicto a finales de agosto.
Delante de las c¨¢maras de la televisi¨®n rusa, los dos favoritos a la presidencia se muestran al mismo tiempo muy prudentes y muy decididos. Ni uno ni otro duda que Ichkeria es ya un pa¨ªs independiente y que las discusiones con Mosc¨² sobre su situaci¨®n no cambiar¨¢n nada. Pero al haber aceptado, con el acuerdo L¨¦bed-Masj¨¢dov, un periodo de espera de cinco a?os, mantienen su palabra y no buscan precipitar las cosas. Y adem¨¢s, son conscientes de que su peque?a patria no puede recuperarse por s¨ª sola de los terribles estragos de dos a?os de guerra. "En nuestro pa¨ªs, no queda ning¨²n techo intacto", afirma Masj¨¢dov. La imagen no es muy exagerada: seg¨²n fuentes rusas, en Grozni, de 5.000 edificios censados en 1994, s¨®lo quedan 1.000. Los chechenos eval¨²an los da?os sufridos en 150.000 millones de d¨®lares (19.500.000 millones de pesetas). Evidentemente, Rusia no dispone de los medios para pagarlos. El nuevo dirigente del Consejo de Seguridad Nacional, Bor¨ªs Berezovksi, quiere movilizar los capitales privados rusos y extranjeros para convertir este pa¨ªs en una zona especial, siguiendo el modelo de Shenzhen en China, que aqu¨ª tambi¨¦n podr¨ªa desarrollarse r¨¢pidamente. En Grozni prefieren a Alexandr L¨¦bed antes que a Bor¨ªs Berezovski y a los dem¨¢s dirigentes rusos, pero no rechazan trabajar con estos ¨²ltimos, con la esperanza de no ser enga?ados, como en estos ¨²ltimos a?os, cuando gran parte del dinero destinado a "la reconstrucci¨®n de Chechenia" se iba directamente a Suiza, a las cuentas numeradas de los "nuevos rusos". El portavoz del Gobierno de Ichkeria, MovIadi Udugov, declar¨® que dispon¨ªa de los nombres y de los informes de todos aquellos que se enriquecieron gracias a la guerra sucia del C¨¢ucaso. Pero el Kremlin tambi¨¦n los conoce y no tiene intenci¨®n alguna de perseguirlos. De igual modo, resulta ilusorio por parte de la Duma pedir a Yeltsin que castigue a los responsables de la invasi¨®n de Chechenia, porque se da el caso de que fue ¨¦l mismo quien la desencaden¨®.
Los invictos de Grozni quieren obtener garant¨ªas internacionales para que Mosc¨² no vuelva a iniciar la guerra. "Con vistas al invierno no tememos nada, pero en primavera lo peor puede ocurrir de nuevo", afirma el rebelde Basaev. Sin embargo, las potencias occidentales tienen una deuda enorme con este peque?o pa¨ªs del C¨¢ucaso, ya que no abrieron la boca durante los dos a?os de invasi¨®n rusa. M¨¢s a¨²n: gracias a los cr¨¦ditos que concedieron al Kremlin, el general P¨¢vel Gratchov pudo bombardear Grozni y los pueblos chechenos en las m¨¢s rec¨®nditas monta?as. No resulta, pues, exagerado decir que Occidente, para "ayudar a Yeltsin" en Mosc¨², subvencion¨® la guerra sucia del C¨¢ucaso. Y adem¨¢s, los intelectuales que rechazan los abusos del m¨¢s fuerte, que anta?o eran tan numerosos y se apresuraron a ponerse del lado de los muyahidin de Afganist¨¢n, apenas est¨¢n interesados en el drama checheno, con algunas excepciones, como Juan Goytisolo o Adriano Sofri. Los chechenos esperan derribar este muro de indiferencia invitando a los diputados europeos a las pr¨®ximas elecciones, para que, como dice Asl¨¢n Masj¨¢dov, "ning¨²n Estado pueda matar impunemente a mis hermanos y a mis compatriotas, pretendiendo que se trata de una cuesti¨®n interna".
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