Los chicos del 92 se consagran en Mestalla
Espa?a, con una excelente mezcla de clase y coraje, se impone a Yugoslavia y abre la ruta al Mundial
Espa?a se impuso con clase y decisi¨®n a Yugoslavia, en un partido que puede tener un efecto trascendental para alcanzar el Mundial de Francia y para coronar a una generaci¨®n excelente, los chicos del 92, que, por fin, alcanzan su graduaci¨®n a los ojos de Clemente. Porque este encuentro lo ganaron. todos, pero lo decidieron Guardiola, Alfonso, Kiko y Ra¨²l. Ellos desequilibraron el juego con su clase, su ingenio y su coraje frente a un equipo que tambi¨¦n anda sobrado de talento, pero que pag¨® su racanerer¨ªa en el arranque del encuentro y un cierto desorden t¨¢ctico.Dos ocasiones de Savicevic y Ra¨²l abrieron el partido, que result¨® m¨¢s festivo de lo previsto. La selecci¨®n espa?ola jug¨® con decisi¨®n y esp¨ªritu para atacar. Desde el otro lado, Yugoslavia se tap¨® con la esperanza de encontrar a Mijatovic y Savicevic en los contragolpes. En estas cuestiones, son dos futbolistas decisivos porque resuelven con calidad y rapidez, con el punto fr¨ªo de los jugadores que est¨¢n acostumbrados a ganar partidos por su cuenta. Lo raro es que cometan errores, como sucedi¨® en aquella jugada en que pele¨® Savicevic frente a Nadal, quien perdi¨® la pelota y dej¨® al habilidoso zurdo frente a Zubizarreta. Apenas hab¨ªa comenzado el partido y all¨ª estaba Savicevic, donde quer¨ªa, con el gol a mano. Pero perdon¨® con un remate mal colocado. Yugoslavia, que viv¨ªa para esa clase de partido, se retir¨® a su trinchera sin ning¨²n disimulo, con una actitud decepcionante para un equipo de estrellas.
Espa?a contest¨®. con otra oportunidad de Ra¨²l y cori un juego apreciable, dirigido con mucha pulcritud por Guardiola y coronado por el ingenio de Kiko y Alfonso, que resultaron imparables en el arranque del partido. A la conexi¨®n se a?adi¨® Ra¨²l, siempre activo, con el gol preparado, un jugador de categor¨ªa en el ¨¢rea. En su primera intervenci¨®n remat¨® con limpieza un excelente pase de Kiko, que gir¨®, se fue del defensor y meti¨® la pelota en el ¨¢rea peque?a. Parec¨ªa gol y fue asombroso, que Kocic detuviera el remate.
El siguiente cap¨ªtulo correspondi¨® exclusivamente a la selecci¨®n espa?ola, que despleg¨® un f¨²tbol muy convincente. Hubo convicci¨®n para atacar y para jugar bien, con m¨¢s paciencia de la acostumbrada, a la manera que deciden Guardiola y Kiko, dos futbolistas con un perfil tan definido que resulta imposible sacarles de su repertorio. El caso de Guardiola es definitivo. Entre sus numerosas cualidades, hay una emocionante: impregna irremediablemente su estilo en el equipo. Esa capacidad de transmisi¨®n se multiplica cuando conecta con gente como Kiko, Ra¨²l y Alfonso, que frecuentan la misma onda. Todos ellos son futbolistas j¨®venes, representantes de una generaci¨®n de gran talento que ha tardado en tomar arraigo en la selecci¨®n.
Sin ning¨²n complejo frente a un equipo que pasa por virtuoso, la selecci¨®n espa?ola llev¨® el partido con calidad y contundencia. Yugoslavia tuvo notables problemas para defenderse. En realidad, se defendi¨® mal. Por decir un defecto: dej¨® maniobrar a Guardiola, que siempre tuvo espacio para recibir, pensar y pasar. Se hac¨ªa evidente que el medio centro de Espa?a marcaba el comp¨¢s y lo hac¨ªa liberado de vigilancia. Tambi¨¦n se abrieron dudas sobre la calidad de los marcajes a los delanteros espa?oles. Cada intervenci¨®n de Kiko y Alfonso se convirti¨® en un incendio en el ¨¢rea, como ocurri¨® en el penalti, un recorte de Alfonso a Djukic.
El gol de Guardiola fue la consecuencia natural del estado del partido. Un equipo se hab¨ªa impuesto con autoridad sobre otro que comenzaba a pagar el precio de su vocaci¨®n estrictamente defensiva. No hab¨ªa trabajado su juego con Savicevic, Mijatovic y Stojkovic y adem¨¢s hab¨ªa salido preso de sus errores defensivos. Incluso despu¨¦s del gol, Yugoslavia sigui¨® con la racaner¨ªa, la gente atr¨¢s y sus estrellas exiladas en medio del tejido defensivo espa?ol. Hubo un remate al palo de Ra¨²l, que cabece¨® francamente bien un centro de Kiko, y un par de jugadas que anunciaron el segundo gol, producido por el abundante talento de Guardiola, por la capacidad decisoria de Ra¨²l y por la pasividad defensiva de los yugoslavos. Desde los tres cuartos, Guardiola recibi¨® el bal¨®n y disfrut¨® de una eternidad para elegir el pase y el receptor. Eligi¨® el m¨¢s adecuado, como es costumbre, pero el pase tuvo un alt¨ªsimo grado de dificultad y una belleza extraordinaria. Ra¨²l consagr¨® la jugada con un remate perfecto.
Como Yugoslavia no descont¨® r¨¢pidamente, el partido se puso trabado y con tendencia a las interrupciones, que eran muy convenientes para los intereses de la selecci¨®n. Despu¨¦s de una respuesta en¨¦rgica de Yugoslavia, el encuentro se equilibr¨¦, se traslad¨® al medio campo y comenz¨® a jugarse en una zona de seguridad para el equipo de Clemente. Pareci¨® que a los yugoslavos les falt¨® esp¨ªritu y convicci¨®n para recuperarse del golpe. Frente a ellos se person¨® un equipo estimulante, por fin representativo del verdadero estado del f¨²tbol espa?ol, con gente de excelente nivel en todas las l¨ªneas y, con un pu?ado de jugadores diferentes, desde el criterioso Guardiola, que hizo de metr¨®nomo, hasta los singulares Kiko, Ra¨²l y Alfonso, capaces de hacer un roto a cualquiera, Yugoslavia y su baraja de estrellas incluida.
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