Terror en Per¨²
LA OCUPACI?N, bien calculada y ejecutada por guerrilleros del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), de la residencia del embajador de Jap¨®n en Lima y el execrable secuestro de los cientos de invitados que all¨ª se encontraban ha despertado a Per¨² del sue?o hipn¨®tico a que le hab¨ªa sometido el r¨¦gimen de Fujimori: el de que la guerrilla hab¨ªa sido vencida. En esa lucha contra el terrorismo hab¨ªa basado Fujimori una de sus principales razones para el golpe de Estado que dio en 1992, y que pretendi¨® legitimar posteriormente a trav¨¦s de las urnas y bas¨¢ndose en la eficacia de sus medidas. La enso?aci¨®n de muchos dictadores consiste en cambiar las libertades por la eficiencia econ¨®mica y la seguridad ciudadana, crey¨¦ndolas incompatibles.Aunque diezmada, y aparentemente sin la financiaci¨®n exterior de los tiempos de la guerra fr¨ªa, la guerrilla sigue presente en Per¨². El MRTA, grupo guerrillero marxista-leninista -enfrentado al mao¨ªsmo de Sendero Luminoso-, recibi¨® duros golpes en 1992 y 1993 con el encarcelamiento de sus principales dirigentes. Pero no lleg¨® a apagarse. El caldo de cultivo para movimientos de este tipo sigue vivo en un pa¨ªs en el que, pese a los progresos de los ¨²ltimos a?os, persiste la desigualdad social y siguen estando presentes la corrupci¨®n, el narcotr¨¢fico y los abusos estatales.
Pero no es hora de lamentar las causas sociol¨®gicas y pol¨ªticas del nuevo despertar del MRTA, sino de apelar a la cordura, a la sensatez y a los valores humanitarios o simplemente democr¨¢ticos para evitar que los terroristas o los contraterroristas provoquen un ba?o de sangre. Los secuestradores piden la liberaci¨®n de 400 de sus seguidores encarcelados y un cambio de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno, lo que pone al presidente Fujimori ante una diab¨®lica alternativa. Si cede a los guerrilleros que tienen en sus manos a cientos de rehenes -entre ellos, que se sepa, tres espa?oles, varios ministros peruanos y numerosos embajadores o encargados de misi¨®n-, perder¨¢ fuerza, especialmente frente al ej¨¦rcito que le apoya, y crear¨¢ un precedente que puede tener repercusiones m¨¢s all¨¢ de Per¨². Si lanza a las fuerzas de seguridad contra la residencia del embajador japon¨¦s, puede provocar una cat¨¢strofe, en lo que, adem¨¢s, constituye territorio bajo soberan¨ªa de Jap¨®n. La presencia en Lima del ministro japon¨¦s de Asuntos Exteriores, la designaci¨®n por los terroristas de una comisi¨®n negociadora formada por cinco embajadores seleccionados entre los rehenes, junto a una discreta mediaci¨®n de la Cruz Roja y la superaci¨®n del primer plazo marcado para ejecutar a rehenes, permite albergar esperanzas de que los guerrilleros busquen una salida que no sea cruenta, pero que no resulta evidente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.