"Cholita, vete a casa, que estoy bien"

Excepto la situaci¨®n del embajador cubano la noche de la toma, que instaba a la acci¨®n influido por los caldos alcoh¨®licos de la recepci¨®n conmemorativa del cumplea?os del emperador Akihito, el jesuita, que ense?¨® espa?ol a FuJimori, y a quien tambi¨¦n cas¨®, no recuerda que los rehenes se quebraran psicol¨®gicamente. "La primera noche, como estaba todav¨ªa con los tragos de la fiesta, el embajador se excit¨®. Dec¨ªa: 'Aqu¨ª hay que hacer algo. ?Pero qu¨¦ ¨ªbamos a hacer? 'Pues algo, no s¨¦', insist¨ªa el diplom¨¢tico antillano. Eso era a medianoche, a las tres horas del asalto. Luego se qued¨® dormido en la cama del embajador y punto".Otra escena recordada por Luis Mart¨ªnez, que lleva viviendo 31 a?os en Per¨² es ¨¦sta: "Hab¨ªa un se?or mayor junto a su se?ora, la cual no quer¨ªa irse. ?l le dec¨ªa: 'Cholita, vete a casa, que estoy bien'. Y ella insist¨ªa: 'Cholito, que yo no me quiero ir. Necesitas las pastillas'. Fue una escena preciosa".