Una remontada vac¨ªa
El Atl¨¦tico paga ante la Real una primera media hora de juego horroroso
El punto que sum¨® ayer el Atl¨¦tico es de los que tienen un sabor confuso. Puede tomarse como una conquista gloriosa, porque en un saludable ejercicio de car¨¢cter y voluntad remont¨® un 0-2 en contra. Pero puede tomar se como un resbal¨®n en toda regla, porque los rojiblancos, dada su situaci¨®n en la tabla, no est¨¢n autorizados a dejarse puntos en casa. Y porque sus horrorosos primeros minutos, los mejores de la Real, no tienen justificaci¨®n. La tarde empez¨® para el Atl¨¦tico de la peor de las maneras. Una alineaci¨®n agujereada por las bajas de Pantic y Simeone -y ya se sabe de la manera que escuecen las ausencias en un once como el rojiblanco, que no anda sobrado de personal-, un gol en seco cuando el equipo a¨²n estaba subi¨¦ndose las medias y un futbolista, Gel?, fuera de combate a la primera carrera. Y por si fuera poco, un clima de crispaci¨®n del todo nocivo: las secuelas del caso Simeone, que tiene en pie de guerra al colchonerismo, ha distra¨ªdo la atenci¨®n del Atl¨¦tico y ayer, por ejemplo, le sac¨® del partido. O mejor dicho, no le dej¨® aparecer por ¨¦l hasta que el reloj alcanz¨® la media hora de juego.
El Atl¨¦tico, adem¨¢s, tuvo enfrente un rival de esos que saben hurgar con sa?a en los problemas ajenos. La Real es un conjunto de apariencia insulsa y vulnerable, nada comercial, que no es capaz de llamar la atenci¨®n hasta que lo tienes delante. Pero una vez pisa el campo, la realidad dice otra cosa. Es un hueso, un bloque que conoce su oficio y que re¨²ne algunas virtudes interesantes: solidez, orden t¨¢ctico, fogosidad, profesionalidad.. Y, sobre todo, la Real posee una rara habilidad para aprovechar como nadie las debilidades de los dem¨¢s. Su dominio del ventajismo le convirti¨® en el adversario menos recomendable para el Atl¨¦tico de ayer.
La Real sac¨® el m¨¢ximo provecho de la desastrosa salida de los anfitriones. El Atl¨¦tico apareci¨® como desganado, como dispuesto a tomarse la jornada con paciencia y filosof¨®a. Y no tard¨® en pagar su actitud. Desprovistos de tensi¨®n, concentraci¨®n y ritmo, aspectos que s¨ª cuidaron los donostiarras, los rojiblancos se empeque?ecieron. Y empezaron a perder la pelota con celeridad, a salir perdiendo en los rechaces y hasta a ense?ar una alarmante inseguridad defensiva. La conclusi¨®n del caos local fue estrepitosa: 0-2, minuto 22.
Transcurrida la primera media hora, el Atl¨¦tico se despert¨®. Sin duda, influido por dos aspectos determinantes: el cambio de Juan Carlos por Roberto y el 1-2. El peque?o delantero aport¨® frescura, movilidad y ambici¨®n en ataque, y el gol dot¨® al equipo de la tranquilidad que no tuvo en el inicio. Poco a poco, el Atl¨¦tico fue abriendo los ojos y recuperando los principios b¨¢sicos de su f¨²tbol.
En la segunda parte, que la Real afront¨® convencidamente a la defensiva, el Atl¨¦tico abri¨® el campo por las bandas, orden¨® sus ideas y se dedic¨® a la remontada con una curiosa mezcla de calma y decisi¨®n.
Una vez m¨¢s, la misteriosa facultad de Kiko para proteger el bal¨®n, revolverse por el lugar m¨¢s insospechado y descubrir huecos fue la mejor munici¨®n de los madrile?os. As¨ª lleg¨® el esperanzador 2-2, a¨²n con 30 minutos por delante" y as¨ª llegaron los ¨²ltimos sue?os de victoria del Atl¨¦tico de Madrid, no consumados. Al final, el empate fue el justo castigo a la horrorosa salida de los rojiblancos y, al mismo tiempo, el merecido premio por su voluntariosa reacci¨®n.
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