Sempiterno PRI
EL PRI (Partido Revolucionario Institucional) mexicano se refugia en el papel que le impone su ala m¨¢s inmovilista: ser partido de Estado. El presidente de M¨¦xico, Ernesto Zedillo, ha rectificado la sana distancia que proclamaba hasta antes de ayer entre el Ejecutivo y el partido para retomar las riendas del PRI nombrando al frente de la organizaci¨®n a un hombre de su confianza, Humberto Roque Villanueva, a pesar del clamor de la sociedad para la renovaci¨®n de un partido casi septuagenario que domina la vida del pa¨ªs.El PRI ha perdido un 40% del voto en beneficio de la derecha, representada por Acci¨®n Nacional, y en menor medida de la opci¨®n de izquierdas del Partido Revolucionario Democr¨¢tico. En esta situaci¨®n, Zedillo se enfrenta en 1997 a unas dif¨ªciles elecciones en el ecuador de su mandato, en que por vez primera est¨¢ en juego el puesto del gobernador del distrito federal.
La mejor opci¨®n para el PRI hubiera sido reformarse para devenir en un partido democr¨¢tico y probablemente central en la vida mexicana. Por esta v¨ªa parec¨ªa adentrarse, de modo t¨ªmido, el anterior presidente del PRI, el reformista Santiago O?ate. Pero las resistencias internas de los llamados dinosaurios y de los intereses de los grupos de poder parecen impedir la reforma que necesita. El sistema se muestra incapaz de transformarse, mientras aparecen cad¨¢veres de funcionarios en los jardines, reflejando que el asesinato pol¨ªtico no es cosa del pasado. La lucha por el control del PRI, se hace permanente como medio de controlar el Estado. En tal situaci¨®n, el que se halla al frente de la organizaci¨®n del PRI est¨¢ sometido a ciclos de desgaste sumamente cortos, lo que obliga a renovarle peri¨®dicamente.
Pero si la renovaci¨®n pol¨ªtica de M¨¦xico languidece, la mejora econ¨®mica es tangible. El a?o podr¨ªa concluir con un crecimiento econ¨®mico del 4%, como consecuencia del plan impuesto por Zedillo. El dilema es hisl¨®rico: una cosa es que crezca la econom¨ªa y otra que aumente la equidad social. La distribuci¨®n de esta riqueza a?adida no parece aportar mayor justicia social a un M¨¦xico aquejado por desigualdades extremas, que est¨¢n al fondo de algunos de los conflictos que emergen de vez en cuando en este gran pa¨ªs.
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