Cuento de Navidad
La viuda incompetente compr¨® un lote que inclu¨ªa un pato peque?o, 24 uvas y dos velas, para hacer creer a la cajera del supermercado, o quiz¨¢ a s¨ª misma, que esa noche, la del 31 de diciembre, cenar¨ªa acompa?ada. Pero cuando lleg¨® a su casa y desenvolvi¨® el paquete, el peque?o animal le pareci¨® un cad¨¢ver. As¨ª que lo contempl¨® con aprensi¨®n durante unos minutos, intentando comprender los misterios minerales de la carne mientras le daba la vuelta con un tenedor, y lo atroj¨® a la basura envuelto en papel de aluminio. Luego, al tiempo que en la calle sonaban los primeros petardos del d¨ªa, recorri¨® la casa colocando las manos sobre, los objetos del que hab¨ªa sido su marido, tan odiado en vida. Despu¨¦s de comer, se sent¨® en el sof¨¢ del sal¨®n y se qued¨® dormida hasta las siete con la radio puesta. Al despertar hablaban de la dermatosis y de lo dram¨¢tico que era para los que padec¨ªan este mal no poder llevar trajes oscuros, tan apropiados por cierto para despedir el a?o, debido a que las escamas de la piel se notaban demasiado sobre los hombros. Sinti¨® un desasosiego excesivo, un sofoco que la llev¨® al balc¨®n. En la calle se percib¨ªa el nerviosismo caracter¨ªstico de las horas que ,preced¨ªan a la medianoche. La viuda incompetente record¨® cu¨¢nto hab¨ªa detestado a su marido, c¨®mo hab¨ªa deseado su muerte hac¨ªa, ahora un a?o, mientras contaban entre los dos las uvas para la cena de A?o Viejo, y se ech¨® a llorar. Nada fue en su vida como hab¨ªa so?ado: ni la primera comuni¨®n, ni la universidad, ni el matrimonio, ni, en los actuales momentos, la viudez.
"Soy viuda", se dijo, intentando encontrar en la palabra el sabor excitante que ten¨ªa antes de que su esposo falleciera. Pero ahora ese mismo t¨¦rmino ten¨ªa un gusto rancio, igual que un embutido caducado. Por un instante se percibi¨® a s¨ª misma como un f¨¦retro en cuyo interior, a su pesar, reposaba ¨¦l. "Cuando me hagan la autopsia", pens¨®, "lo encontrar¨¢n dentro de m¨ª, vestido con aquel traje oscuro sobre el que tanto se le notaba la dermatosis y los brazos cruzados sobre el pecho". ?D¨®nde estaba el atractivo sexual de las viudas del que tanto hablaban los sex¨®logos? Cerr¨® el balc¨®n y recordando que su marido sol¨ªa llamar al diccionario la nevera del vocabulario, porque en ¨¦l se manten¨ªan frescas las palabras, fue' a buscar viuda y ley¨®: "Planta herb¨¢cea, bienal, de las dips¨¢ceas, con flores en ramos axilares, de color morado que tira a negro".
Cerr¨® el libro con violencia, arroj¨¢ndolo sobre el espejo del aparador, que no lleg¨® a romperse. A trav¨¦s de los tabiques se colaba el bullicio de las casas vecinas mezclado con el ruido de las cuberter¨ªas de alpaca y las vajillas de porcelana removidas de sus armarios para la cena familiar. La viuda incompetente decidi¨® en un ataque de rabia no resignarse a su condici¨®n de dips¨¢cea con flores moradas o negras en las axilas. As¨ª que fue a la cocina, rescat¨® del cubo de la basura el cad¨¢ver del pato, lo desenvolvi¨® de su mortaja de aluminio y lo introdujo en el horno de cuerpo presente. Cuando la piel del animal adquiri¨® un color m¨¢s o menos tostado, lo coloc¨® sobre la mesa del sal¨®n y encendi¨® las dos velas. Hab¨ªa pensado en com¨¦rselo entero y despu¨¦s las 24 uvas, para transmitir (?a qui¨¦n?) la impresi¨®n de que en aquella casa hab¨ªan cenado realmente dos personas. Pero al regresar de la cocina con la botella de vino y contemplar sobre el mantel los restos mortales del animal alumbrados por la llama l¨²gubre de las velas, comprendi¨® que en lugar de una cena de A?o Viejo le hab¨ªa salido una capilla ardiente.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que por m¨¢s que cuidara su ropa interior ser¨ªa el resto de su vida una viuda desastrosa, incompetente, nada parecida a las que describ¨ªan los libros de sexualidad y autoayuda. Pero en ese instante advirti¨® tambi¨¦n que el odio profesado a su marido hab¨ªa sido una forma de amor que s¨®lo ahora era capaz de reconocer. Entonces, cogi¨® las uvas, se fue al tanatorio de la M-30, donde lleg¨® al filo de las doce, entr¨® al azar en una de las capillas y recibi¨® el nuevo a?o con los muertos.
Al amanecer del d¨ªa 1 regres¨® al hogar, se meti¨® en la cama y sinti¨® unos instantes de felicidad al saber por una vez en su existencia de qu¨¦ lado de la vida estaba.Feliz a?o.
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