Estabilidad es la clave
LA REFORMA del mercado de trabajo es el cambio m¨¢s invocado por los economistas y expertos cuando se discute sobre la integraci¨®n espa?ola en la uni¨®n econ¨®mica y monetaria (UEM) y se dibuja el futuro de la econom¨ªa espa?ola en la Europa comunitaria. Pocas cuestiones econ¨®micas suscitan tanta unanimidad, incluida la convicci¨®n de que esta reforma debe ejecutarse antes de 1999. Los expertos agrupados en esta coincidencia de opiniones arguyen que, en el momento en que el tipo de cambio sea ¨²nico e inamovible, los ajustes econ¨®micos se traducir¨¢n principalmente en t¨¦rminos de empleo, y perder¨¢ m¨¢s puestos de trabajo aquel pa¨ªs cuyo mercado sea m¨¢s r¨ªgido. En estos t¨¦rminos debe entenderse la nueva apelaci¨®n a la flexibilizaci¨®n laboral recientemente enunciada por el gobernador del Banco de Espa?a, Luis ?ngel Rojo, y los esfuerzos de los sindicatos y la patronal CEOE para clarificar los tipos de despido, para evitar los costes legales excesivos, en el marco de las negociaciones que mantienen los agentes sociales con el objetivo de redactar las l¨ªneas b¨¢sicas de la reforma.Un esquema razonable de reforma laboral debe proyectarse con dos criterios fundamentales. El primero es de orden pol¨ªtico los cambios legales que se introduzcan deben ser pactados por los empresarios y los sindicatos. Es m¨¢s valiosa una reforma modesta estable y respetada por los agentes sociales que otra de mayor profundidad cuya aplicaci¨®n sea controvertida o simplemente ignorada.
El segundo criterio capital de la nueva regulaci¨®n laboral debe ser un equilibrio exquisito entre la flexibilidad de los contratos y la recuperaci¨®n de la estabilidad del empleo. Esta ¨²ltima ha sido erosionada, sin ventajas permanentes, por un sinf¨ªn de variedades de contratos que procuran pocos beneficios a los empresarios y menos todav¨ªa a los trabajadores. Desde el punto de vista de las empresas, la excesiva temporalidad es un factor de deterioro de sus activos, que tambi¨¦n cotizan en t¨¦rminos de seguridad, y de apuesta por ¨¦l futuro por la acumulaci¨®n de experiencia y conocimiento de sus empleados. El tel¨®n de fondo de las conversaciones que mantienen los empresarios y los sindicatos recoge un sentir com¨²n sobre la pertinencia de reducir dr¨¢sticamente la tipolog¨ªa de los contratos, ¨²oda que evitar¨ªa adem¨¢s la confusi¨®n, los vericuetos administrativos e incluso los judiciales -cuando se han de determinar las causas de despido, por ejemplo-, ligados a tanta profusi¨®n contractual.
Desde una perspectiva macroecon¨®mica, la extensi¨®n de la temporalidad como el valor b¨¢sico del trabajo durante los ¨²ltimos a?os se ha traducido casi inmediatamente en un aumento de la incertidumbre y, como efecto derivado, en la adopci¨®n de pr¨¢cticas de consumo m¨¢s conservadoras. Para muchos economistas, esta inquietud derivada de la precariedad en el empleo estar¨ªa en la ra¨ªz de la resistencia del consumo a crecer a tasas superiores al 2,5%, que es una de las razones que explican la debilidad persistente del crecimiento de la econom¨ªa. El dise?o de contratos de trabajo m¨¢s flexibles implica necesariamente una disminuci¨®n del coste en d¨ªas, de la indemnizaci¨®n (la media europea estar¨ªa en algo m¨¢s de 20 d¨ªas por a?o) por despido. Pero en este punto es tan relevante, si no m¨¢s, procurar que se abaraten los costes de tramitaci¨®n, en tiempo y dificultades burocr¨¢ticas. Las barreras legales, construidas sobre tramitaciones judiciales lentas y farragosas, son un motivo importante de rigidez que impide a veces la gesti¨®n r¨¢pida de la disminuci¨®n de plantillas y, por tanto, la respuesta de reducci¨®n de costes que exige el mercado.
Conviene, no obstante, no magnificar las expectativas. Que la reforma laboral, deba hacerse, y mejor sobre los criterios, expuestos, no significa que tenga efectos milagrosos sobre el empleo, como se defiende equ¨ªvocamente desde las tesis, econ¨®micas m¨¢s neoliberales. La creaci¨®n de empleo depende fundamentalmente de las expectativas de la demanda potencial que calculen los empresarios; el resto de las consideraciones es marginal: Por otra parte, no todos los, parados lo son por las mismas causas, ni requieren los mismos remedios. Por ejemplo, una gran parte de los, parados en Espa?a, en tomo a 1,8 millones de personas, lo son de larga duraci¨®n y dif¨ªcilmente podr¨¢n ser absorbidos por el mercado de trabajo sin un periodo previo de formaci¨®n intensiva.
El aserto de que la econom¨ªa espa?ola lo pasar¨¢ muy mal dentro de la moneda ¨²nica si no reforma su sistema de contrataci¨®n goza hoy de una amplia aceptaci¨®n social. Aunque la reforma laboral no cree empleo por s¨ª misma, evitar¨¢, la tragedia de la destrucci¨®n masiva de puestos de trabajo en los choques con econom¨ªas m¨¢s competitivas. Los agentes sociales deben alentar la reforma y evitar que se aplace o malogre por malentendidos. El Gobierno tiene, adem¨¢s, la responsabilidad de no estropear los resultados con intromisiones o urgencias fuera de lugar. La econom¨ªa espa?ola se juega, como m¨ªnimo, una integraci¨®n sin traumas en la uni¨®n monetaria.
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