Juguetes
Esta noche es Nochevieja: me juego el sueldo.Esta noche es Nochevieja y los pap¨¢s se tomar¨¢n un merecido descanso en su agotador peregrinar por este proceloso Madrid buscando d¨®nde comprar los juguetes que les han de traer los Reyes Magos a sus hijos. No es que escaseen. Antes al contrario, la oferta es enorme. La oferta es excesiva. La oferta de juguetes rebasa ampliamente lo que un ni?o necesita para jugar y sentirse feliz.
Comprar juguetes para los ni?os, sin embargo, se ha convertido en un problema. De un lado, la publicidad subyuga a los ni?os y les hace desear unos juguetes que no les sirven para nada. De otro, una grey doctrinaria con aires de modernidad ha dado en demonizar ciertos juguetes -las mu?ecas, por sexistas; los soldaditos, por b¨¦licos y tiene a los padres sobre ascuas.
A las madres que jugaron con mu?ecas y a los padres que jugaron con soldaditos estas campa?as les llenan de perplejidad. Las madres que acunaron mu?ecas de trapo (a lo mejor no ten¨ªan sus pap¨¢s dinero para compr¨¢rselas y s¨®lo era el trapo) no sintieron que se marginaba su condici¨®n femenina por eso, y los padres que mataron indios (a lo mejor sus pap¨¢s no ten¨ªan dinero para comprarles indios y eran las pinzas de tender la ropa) no se convirtieron por eso en asesinos.
La humanidad femenina ha jugado a mam¨¢s y la masculina a guerrear desde sus or¨ªgenes, seg¨²n demuestran los restos arqueol¨®gicos del hombre primitivo. Beb¨¦s y armas elaboraron en miniatura para sus ni?os los pap¨¢s que habitaron Mesopotamia 2.000 a?os antes de Cristo. El hombre medieval constru¨ªa tanto unas casitas de mu?ecas maravillosas como militares de madera, plomo y esta?o. Material b¨¦lico de todo tipo -desde el arco y la flecha a la pistola y el ca?¨®n- se ha encontrado reproducido en peque?os marfiles, terracotas, huesos y hierro.Y no hay indicio alguno de que la humanidad se haya envilecido porque las ni?as y los ni?os de cada ¨¦poca se divert¨ªan con estos juegos.
El juguete es un instrumento de diversi¨®n. El juguete o sirve para jugar o no es juguete. Si el juguete cumple, adem¨¢s, una funci¨®n educativa, quiz¨¢ sea bueno, pero no mejora en absoluto su verdadera finalidad. Las modernas corrientes de opini¨®n se inclinan justo por lo contrario y uno no est¨¢ de acuerdo. Aquello de que el ni?o, mientras juega, ha de ir aprendiendo sin darse cuenta, cree un servidor que es injusto e incluso degradante para el propio ni?o. Al ni?o no hay que confundirle ni enga?arle jam¨¢s. El ni?o tiene derecho a saber qu¨¦ pretenden de ¨¦l sus mayores. A un ni?o se le debe decir qu¨¦ juguete se le regala s¨®lo para jugar, cu¨¢l para aprender.
Hay juegos que son cultos en s¨ª mismos y si un ni?o se aficiona a ellos ser¨¢ la flor de la maravilla., Por ejemplo, el ajedrez. Aunque tambi¨¦n sobre esto hay opiniones. Dec¨ªa lord Byron que la vida es demasiado corta para perderla jugando al ajedrez. Otro ejemplo es el tambor: empieza un ni?o a darle al tambor y acaba siendo Sergiu Celibidache.
Tambores sol¨ªan regalar antiguamente a los ni?os. No exactamente sus pap¨¢s sino los enemigos de sus pap¨¢s, para que les dieran la tabarra. Y cumpl¨ªan el fin propuesto con harta dedicaci¨®n y felicidad. A los ni?os, con poco les, basta: un tambor, una pelota, un fuerte, una marioneta, una pepona o un beb¨¦, una casita de mu?ecas. Y cuadernos y l¨¢pices de colores y pinturas o algo similar que les ponga perdidos de pringue desde los pies hasta el flequillo.El colapso que sufre este Madrid intransitable -una multitud alterada corriendo de un lado a otro, las tiendas llenas de gente-, se debe al ajetreo de los atribulados padres en busca de aquellos juguetes que armonicen su aut¨¦ntica funci¨®n l¨²dica con lo que autoricen las campa?as doctrinarias. Padres hay que ya empiezan a sentirse culpables si no les piden a los Reyes Magos que les traigan un bal¨®n a sus ni?as, una mu?eca a sus ni?os.
El Defensor del Menor ha a?adido zozobra a los padres: aconseja que cada juguete lleve el visto bueno de un pedagogo y de un psic¨®logo. Y s¨ª: ah¨ª, en el psic¨®logo -y en el psiquiatra- van a acabar los padres despu¨¦s de esta siniestra aventura de comprar para Reyes los juguetes pol¨ªticamente correctos. Eso o cazando moscas.
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