El polvo de la noche
?Y qu¨¦ es un libro? Si no es nada... Es, como dice Manuel Rivas de la poes¨ªa, "el polvo de la noche". Si no es nada un libro...Y, sin embargo, los j¨®venes violentos e San Sebasti¨¢n han visto ah¨ª un enemigo mortal, el refugio de su desd¨¦n por a libertad de los dem¨¢s, el espejo que no quieren ver, la frontera con la que debe limitar toda barbarie. Apedrean los libros. Precisamente los libros.
?Y por qu¨¦ los libros? De pronto ves un libro y dices: si no es necesario, si puedo vivir sin ¨¦l, si no es ni pan, ni piedra, ni calzado; si no es ni siquiera m¨¢rmol, ni alhaja, ni sirve para encender el fuego; si no es ni fuego, ni agua, ni ¨¢rbol, ni nada, de lo que ya hubo antes; si naci¨® cuando ya el mundo era adolescente, despu¨¦s de que hubieran nacido, en sus formas actuales, casi todos los oficios, hasta el oficio de violento.
?Y por qu¨¦ los libros? Si no es ni mano, ni pie, ni ojos; si vive porque los dem¨¢s aprenden, si existe despu¨¦s del aprendizaje, aunque algunos no aprenden jam¨¢s a apreciar su poder de mano, de pan, de ojos, de alhaja, de piedra, de m¨¢rmol, de bosque, de fuego, de calzado... Si el libro no es ,nada... Si no es ni gentes: no lo pueden secuestrar, ni matar; Si no hablan hasta que los abres... Si no hablan si no los lees... ?Y por qu¨¦ los libros? Tienen contra el libro que, siendo nada, est¨¢ contra el Todo, contra la mano totalitaria y salvaje que lo impidi¨® y que lo impide; nos lo arrebataban de las manos los polic¨ªas de la dictadura, y los escond¨ªan en sus estanter¨ªas de escombros, como si fueran sue?os prohibidos, reuniones clandestinas del alma, hijos purulentos de Marx y de Engels, compa?eros de cama de abyectos ciudadanos, la inspiraci¨®n del diablo en medio del divino silencio...
No es nada, si el libro no es nada; Jorge Luis Borges no conceb¨ªa el mundo sin ellos; lo conceb¨ªa sin agua, sin ¨¢rboles, pero no pod¨ªa concebirlo sin libros. ?stos, los violentos, s¨ª lo conciben, y por eso lo declaran en p¨²blico, atacando con su barbarie impune una librer¨ªa donostiarra, la librer¨ªa Lagun, que es amigo en euskera, y atacando as¨ª todos los libros del mundo, los buenos y los malos, los que dan pereza y los que levantan el ¨¢nimo.
Todos los libros del mundo: cuando atacan una librer¨ªa las atacan todas. Dec¨ªa la responsable de Lagun, el s¨¢bado pasado en EL PA?S, que ellos fueron en otro tiempo aquellos a los que atacaba la dictadura de Franco por tratar de sobrevivir en libertad, promoviendo la cultura del libro frente a la cultura del silencio y a la cultura de la barbarie. C¨®mo eran aquellos polic¨ªas de la cultura: iban por los centros donde se reun¨ªa la gente, tomaban notas, allanaban, intimidaban, pertrechados detr¨¢s de la impunidad sin frenos de aquel Gobierno desp¨®tico ante el que no cab¨ªa derecho alguno. Miraban por encima del hombro, y ten¨ªan sus propios escuadrones, para que la intimidaci¨®n fuera brutal y solenme, inolvidable.Pegaban tiros y te hac¨ªan levantar la mano en alto para cantar el Cara al sol o cualquiera de sus himnos; sus l¨ªderes llevaban corbatas azules y rojas y a veces se les ve¨ªa, en las conmemoraciones, repeinados, pero muchas veces estaban ocultos, para poder decir luego que la barbarie era de unos incontrolados, probablemente infiltrados por aquellos que estaban en contra del sistema. Era todo muy abyecto, muy viscoso, tan irritante como la presencia pestilente de la mezquindad en la vida com¨²n.
Puede haber noticias tr¨¢gicas en una sociedad, y en la nuestra se suceden todos los d¨ªas algunas que afectan a la cultura de la convivencia, pero entre las m¨¢s terribles est¨¢ esa que se ha acercado a los peri¨®dicos por medio de una simple carta, un barco de papel en medio de un peri¨®dico: tengo una librer¨ªa y vienen a romperme los libros; los que fueron mis amigos, cuando me atacaban los otros, vengan a salvarme.
Uno se imagina, en las noches en que los libros se leen solos, qu¨¦ se dir¨¢n entre ellos esos objetos indefensos, que no son ni pan, ni luz, ni sue?o, ni m¨¢rmol, ni piedra, ni hacha, ni bengala, ni fuego, cuando ven a tales energ¨²menos descargando su fuerza antigua e innecesaria sobre la calidad sin fronteras de su invencible inocencia.
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