Nuevo a?o viejo en Euskadi
EL A?O nuevo ha comenzado en el Pa¨ªs Vasco como termin¨® el viejo: entre resplandores de botellas incendiarias. Entre botella y botella, han intentado quemar vivo a un ertzaina, han prendido fuego a varias estaciones y acosado el domicilio de una concejal del PP. El fuego siempre ha fascinado a los fan¨¢ticos, y m¨¢s visto desde el c¨ªrculo de acoso. Su guerra puede que sea imaginaria, pero los da?os son reales. En m¨¢s de 1.200 millones de pesetas cifra el Gobierno vasco el coste de los destrozos de todo tipo causados por ellos a lo largo de 1996.En este aspecto las cosas han ido a peor. La estrategia de intimidaci¨®n directa a la poblaci¨®n ensayada el a?o anterior contra las movilizaciones solidarias con el secuestrado Aldaya se han convertido en habituales, poniendo de relieve la impotencia de las autoridades para garantizar la libertad de los ciudadanos (para portar el lazo azul, manifestarse o pasear por ciertas zonas). La combinaci¨®n entre fanatismo y sensaci¨®n de impunidad favorece la difusi¨®n entre los m¨¢s j¨®venes de la ideolog¨ªa y la est¨¦tica de una violencia que no necesita justificaci¨®n y que recuerda en muchos aspectos -ataques a las librer¨ªas, fascinaci¨®n por el fuego, halago de la juventud- a la de los fascismos de los a?os treinta.
En su ¨²ltima reuni¨®n anual, el Gobierno vasco aprob¨® un plan contra esa violencia callejera. El proyecto aspira a contrarrestar cierto fatalismo respecto a la inevitabilidad de esas manifestaciones de fanatismo y agresividad que presenta como "complementarias" de la acci¨®n de ETA. Son los propios documentos de la cuadrilla terrorista los que explican esa complementariedad al servicio de una estrategia de intimidaci¨®n. Aunque consiga matar menos que antes, es la presencia de ETA como instancia inapelable con capacidad para decidir qui¨¦n puede vivir y qui¨¦n debe morir lo que da coherencia a todo el tinglado, otorgando credibilidad a las amenazas del frente pol¨ªtico.
Adem¨¢s de secuestrar a dos personas, en 1996 ETA intent¨® matar a vanas decenas m¨¢s: como m¨ªnimo, tantas como guardias y familiares habitaban en las casas cuartel objeto de sus atentados. Sin embargo, el n¨²mero de v¨ªctimas fue de cinco: un pol¨ªtico, un catedr¨¢tico, un ertzaina pr¨®ximo al PNV, un sargento del Ej¨¦rcito y un empresario. Lista indicativa de que para la ETA actual son enemigos todos los que no se pliegan a sus exigencias, pol¨ªticas o econ¨®micas, con independencia de su condici¨®n, ideas o patria con la que se identifican.
El primer atentado mortal de ETA se produjo en 1968,y desde entonces ha asesinado a 804 personas; 43 hasta la muerte de Franco y el resto durante la transici¨®n o (contra) la democracia. En la ¨²ltima d¨¦cada el promedio ha sido de 23 muertos al, a?o. Toda muerte violenta es excesiva, pero hac¨ªa casi un cuarto de siglo que la cifra de v¨ªctimas no era tan baja. Ello es seguramente un reflejo de las dificultades de ETA derivadas del creciente acoso policial a ambos lados de la frontera y de la p¨¦rdida de refugios potenciales, como demuestra la reciente concesi¨®n de extradici¨®n de un activista por la justicia portuguesa. En este aspecto las cosas han mejorado. Pero ser¨ªa insensato deducir de la cifra una p¨¦rdida de capacidad mort¨ªfera de ETA: hubiera bastado que no les fallara la matanza que ten¨ªan preparada en C¨®rdoba el 20 de mayo para que la estad¨ªstica fuera similar a la de los peores a?os.
Un portavoz de HB culp¨® el pasado jueves a todo el mundo, excepto ETA, del mantenimiento de la violencia. Intentar traspasar a sus v¨ªctimas la responsabilidad del da?o que causan es una especialidad que los terroristas han delegado en el frente pol¨ªtico. Ya sab¨ªamos que los responsables de las muertes de los hijos de guardias y polic¨ªas asesinados eran sus padres por vivir con ellos en el cuartel o llevarles al colegio en su coche. Ahora se culpa al Gobierno de que se prolongue el secuestro de Ortega Lara y a Ardanza de todas las v¨ªctimas habidas desde las negociaciones de Argel.
El mensaje es que ETA no tiene m¨¢s remedio que imponerse por la fuerza -entendida en la acepci¨®n de Simone Weil: "capacidad para convertir a un hombre en un cad¨¢ver"- ante la resistencia de la mayor¨ªa a hacer suyo el programa de la propia ETA. Y si en 1996 se ha incrementado la violencia es porque "el ¨²nico camino que queda es la lucha". El portavoz de HB lo dec¨ªa ante unas c¨¢maras de televisi¨®n que transmit¨ªan en directo sus quejas por la falta de cauces para defender sus ideas. Hace unos a?os ning¨²n portavoz hubiera dicho eso sin enrojecer. Y ni al etarra m¨¢s fan¨¢tico se le habr¨ªa ocurrido hacer firmar (a punta de pistola) a un funcionario de prisiones secuestrado un papel en el que culpa de su situaci¨®n a la instituci¨®n penitenciaria.
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