Europa vulnerable
Pasada la euforia navide?a, las cosas vuelven a su cauce y nos topamos de bruces con la dura realidad. Es cierto que hay datos que indican que las cosas van a mejor: en diciembre hubo un peque?o aumento del empleo (aunque menor que el de otros meses de diciembre anteriores); el consumo creci¨® ese mes un poco m¨¢s que hasta ahora, seg¨²n algunos datos incipientes de grandes superficies; y el ¨ªndice de producci¨®n industrial -un indicador importante- est¨¢ increment¨¢ndose fuertemente.Es decir, la tendencia es buena aunque persiste la inc¨®gnita de si ser¨¢ suficiente para cumplir los objetivos de los Presupuestos, indispensables para ingresar en la tercera fase de la uni¨®n econ¨®mica y monetaria (UEM) en el primer momento, y -lo que es m¨¢s tangible- si la recuperaci¨®n es detectada ya por los ciudadanos. El vicepresidente econ¨®mico, Rodrigo Rato, cumpliendo el papel de guardi¨¢n de la ortodoxia, que le corresponde respecto a sus compa?eros de Gabinete, declaraba ante los embajadores de la Uni¨®n Europea que es consciente de que la bonanza econ¨®mica todav¨ªa no ha sido descubierta en los hogares espa?oles. Para conseguirlo, el Consejo de Ministros apunta una y otra vez peque?as medidas para lograr que despegue el consumo sin despertar el fantasma de la inflaci¨®n. Dif¨ªcil cuadratura del c¨ªrculo.
Otro guardi¨¢n de la ortodoxia m¨¢s acentuado, el Banco de Espa?a -sin las mismas hipotecas pol¨ªticas que el Gobierno- pronostica en su ¨²ltimo bolet¨ªn econ¨®mico que el crecimiento del producto interior bruto (PIB) durante este a?o ser¨¢ del 2,8%, es decir, dos d¨¦cimas por debajo del dato apuntado en los Presupuestos. Esta rebaja, de cumplirse (y es un poco pronto para comprometerse en ello) tiene especial significaci¨®n en este ejercicio, pues de la cifra de crecimiento cuelgan otras muchas (por ejemplo, la de ingresos p¨²blicos), centrales para la consecuci¨®n de un d¨¦ficit no superior al 3% del PIB, m¨¢ximo admitido por el Tratado de Maastricht
Y es que la coyuntura es muy vulnerable, no s¨®lo en nuestro pa¨ªs sino en casi toda Europa. Las macromagnitudes con las que Alemania ha cerrado el pasado a?o suponen un jarro de agua fr¨ªa tanto para Helmut Kohl (o para el presidente del Bundesbank, Hans Tietmayer, que un d¨ªa antes de conocerse las cifras de un paro record, crecimiento t¨ªmido y un d¨¦ficit del 3,9%, todav¨ªa firmaba un art¨ªculo de pr¨¦dica con sus posiciones habituales -Indispensable estabilidad-, en la primera p¨¢gina de Le Monde), como para todos los pa¨ªses europeos, m¨¢s o menos dependientes de la locomotora alemana.
Alemania se aleja de los criterios de convergencia y Francia, la otra gran potencia, no se acerca a ellos. En este contexto, las palabras con las que la presidencia holandesa se estrenaba como tal este trimestre, resultan un poco m¨¢s impertinentes. Su ministro de Hacienda, Gerrit Zalm, propugnaba una primera ola muy reducida de pa¨ªses "para asegurar la credibilidad del euro", calificando de "histeria" la pasi¨®n de los gobiernos del Sur (entre ellos Espa?a) de formar parte desde el primer momento de la UEM. El primer ministro holand¨¦s, Wim Kok, abundaba en el asunto al considerar "inaceptable" cualquier intento de rebajar, por razones pol¨ªticas, los criterios imprescindibles para entrar en el euro.
?Y si tampoco los grandes cumplen con esas normas? ?Se flexibilizar¨¢n los requisitos? ?Se ampliar¨¢n los plazos? ?O, tras una entrada por los pelos, habr¨¢ de aplicarse inmediatamente las sanciones que prev¨¦ el Pacto de Estabilidad y Crecimiento? Es inevitable que la pol¨ªtica juegue un papel central que parecen no desear los holandeses, m¨¢xime si su banquero central, Wim Duisenberg, va a ser el primer titular del Banco Central Europeo. Esa s¨ª que es la ortodoxia.
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