La persistencia del malestar social
Con un crecimiento del producto interior bruto (PIB) del 2%, la inflaci¨®n en un nivel bajo, el d¨¦ficit p¨²blico bajo control, la Bolsa en m¨¢ximos hist¨®ricos y otros indicadores generales en alza cabr¨ªa pensar que la econom¨ªa espa?ola ha entrado en una etapa de crecimiento sostenido. Sin embargo, a estos datos optimistas se sobrepone una sensaci¨®n de crisis prolongada, que se concreta en el estancamiento del consumo, del mercado laboral y de otros indicadores de la econom¨ªa real. Esto no deja de ser sorprendente, porque, en el modelo de crecimiento vigente m¨¢s o menos hasta 1990, sobre el que edificamos nuestros conocimientos, econ¨®micos, estos datos se traducir¨ªan en una ola expansiva que beneficiase al conjunto de la sociedad, extendi¨¦ndose como una mancha de aceite. Pero no es as¨ª; cada vez es m¨¢s evidente que la recuperaci¨®n econ¨®mica no la perciben todos los ciudadanos. Es algo que va m¨¢s all¨¢ de una recuperaci¨®n desigual. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando?Recientemente, el CIS, la Fundaci¨®n FIES y la C¨¢mara de Comercio e Industria de Madrid han realizado investigaciones acerca de las econom¨ªas familiares. La similitud de sus datos es sorprendente. Ilustran sobre el cambio de modelo de crecimiento a que estamos asistiendo desde los primeros noventa, en Espa?a y en todos los pa¨ªses europeos. Cabe deducir de estos datos que la sociedad espa?ola se est¨¢ segmentando en tres grandes bloques:
- Un 20% que valora su situaci¨®n como buena y tiene perspectivas positivas para el futuro. Ya desde 1994, este 20% percib¨ªa la salida de la crisis. Su tipolog¨ªa es definida: profesionales, empresarios, personas con elevadas rentas y con estudios universitarios, parte de quienes tienen trabajos estables de alta cualificaci¨®n en el Estado o en empresas privadas vinculadas a los sectores emergentes (imagen, telecomunicaciones, energ¨ªa, finanzas). Son los sectores que se est¨¢n integrando en la econom¨ªa mundial. Se suman a ellos sectores con sus ingresos asegurados, como pensionistas con ingresos relativamente elevados.
- Un mayoritario 50%-60% califica su situaci¨®n econ¨®mica familiar como estable, aunque buena parte de ellos percibe una erosi¨®n paulatina de sus salarios e ingresos familiares, que crecen por debajo de los, precios.
- Un 20% que valora negativamente su situaci¨®n econ¨®mica pasada, presente y futura. Su tipolog¨ªa es m¨¢s vaga, pero puede identificarse con activos de edades intermedias en sectores industriales y de servicios en declive, aut¨®nomos, eventuales, personas con limitadas posibilidades de reciclaje profesional o parados. En esta situaci¨®n parece estar quedando buena parte de la generaci¨®n que est¨¢ accediendo ahora al mercado de trabajo a trav¨¦s de contratos temporales.-
Esta segmentacion refleja, en el plano de la opini¨®n p¨²blica, la tendencia a la divergencia de ingresos y de perspectivas vitales que se est¨¢ produciendo en todos los pa¨ªses. La realidad econ¨®mica de los espa?oles est¨¢ bifurc¨¢ndose. Algunos encajan en la nueva econom¨ªa globalizada; otros, no tanto. De aqu¨ª derivan esta divergencia y las aprensiones ante el futuro que dominan a la sociedad espa?ola en los ¨²ltimos a?os. Algo m¨¢s que la inestabilidad laboral est¨¢ frenando el consumo y est¨¢ alterando otros comportamientos, como los pol¨ªticos.
La percepci¨®n de los ciudadanos de la correlaci¨®n entre los precios y los ingresos de su hogar es reveladora. Seg¨²n datos del CIS, un 4,9% de los espa?oles afirma que los ingresos de su hogar han subido m¨¢s que los precios, un 26,2% que se han mantenido como ¨¦stos y un 64,0% que, han subido menos. Conviene recordar que los salarios en convenio de los trabajadores fijos subieron en 1994 y 1995 por debajo del ¨ªndice de recios al consumo (IPC), y los salarios de los trabajadores eventuales (el 35% de los asalariados, con una rotaci¨®n mensual de la cuarta parte de ellos) est¨¢n disminuyendo en pesetas corrientes y adem¨¢s son, por definici¨®n, irregulares. Los salarios de los funcionarios se han congelado en tres de los ¨²ltimos seis a?os. Mientras, las retribuciones de los directivos han crecido regularmente por encima del IPC, aunque en algunas empresas y sectores tambi¨¦n han disminuido.
Se ha popularizado la idea de que el retraimiento del consumo est¨¢ suponiendo un incremento de los niveles de ahorro. ?Es esto verdad? ?Est¨¢ ahorrando el conjunto d¨¦ la poblaci¨®n? Aunque la gran mayor¨ªa de los espa?oles afirma que ser¨ªa razonable ahorrar, s¨®lo dice hacerlo un 52%: un 7%, "bastante", y un 45%, "un poco". El restante 47% dice no ahorrar, ya que su situaci¨®n econ¨®mica no se lo permite.
Quienes afirman ahorrar "un poco", lo que en realidad hacen es guardar lo que les sobra a fin de mes despu¨¦s de pagados todos los gastos. El 7% que afirma ahorrar bastante est¨¢ formado por quienes pueden apartar cantidades fijas. En suma, como concluye el estudio de la C¨¢mara de Comercio de Madrid, apartar cantidades fijas todos los meses depende de una capacidad de ahorro fuerte y de la voluntad de aumentarla. La relaci¨®n entre ahorro y consumo que se viene dando por v¨¢lida (la raz¨®n de que el consumo privado no mejore ser¨ªa que los excedentes se est¨¢n volcando en el ahorro) es refutada por los datos, ya que quienes m¨¢s ahorran son tambi¨¦n los que m¨¢s gastan. Dicho de otra manera, la capacidad de ahorro se est¨¢ convirtiendo en un elemento m¨¢s de desigualdad. Junto a esto, lo que s¨ª se est¨¢ produciendo es un comportamiento muy reacio a asumir deudas que no se sabe si se podr¨¢n pagar.
En la opini¨®n p¨²blica se refleja un nuevo modelo de crecimiento. Al margen de la desigual evoluci¨®n de las retribuciones ya se?alada, el gasto medio de las familias ha descendido trimestre a trimestre en 1995 y 1996. El n¨²mero de contrataciones mensuales indica una rotaci¨®n laboral acelerada y la escasa permanencia en los puestos de trabajo de los eventuales, que representan cerca de un 40% de los asalariados. Quiere ello decir que gran parte del empleo que se est¨¢ creando tiene un valor de integraci¨®n social, de formaci¨®n profesional y de creaci¨®n de seguridad ante el futuro muy relativo. Prueba de ello es que un 15,5% de quienes trabajan cree probable perder su empleo durante los pr¨®ximos 12 meses, cuando hace algo m¨¢s de un a?o este porcentaje oscilaba alrededor del 20%. Sin duda puede hablarse de una mejora, pero el dato, del CIS, resulta escalofriante.
La racionalizaci¨®n de costes en las empresas est¨¢ llevando a una paulatina sustituci¨®n de trabajadores "por tecnolog¨ªa", lo que equivale a reducciones de plantilla. Muchos puestos de "aut¨®nomos" creados recientemente responden en realidad a la subcontrataci¨®n de trabajos que antes se realizaban en la empresa. Nuevas t¨¦cnicas de organizaci¨®n imponen fuertes presiones sobre el trabajo. Las nuevas formas de distribuci¨®n comercial est¨¢n desmantelando sectores enteros de las clases medias tradicionales con las ca¨ªdas de las cuotas de mercado del peque?o' comercio tradicional y su sustituci¨®n por hipermercados.
En definitiva, al tiempo que se desmantela un modelo social y se configura otro, se est¨¢n conformando tres horizontes de vida que vienen a sustituir a la idea de convergencia en las clases medias que operaba como centro de gravedad simb¨®lico del viejo modelo social que se est¨¢ disolviendo desde hace unos a?os.
Hay un horizonte estable y con perspectivas de incremento de sus ingresos para los sectores vinculados a la econom¨ªa global y con elevadas cualificaciones profesionales. Mientras, entre la mayor¨ªa de la poblaci¨®n se ha asentado la convicci¨®n de que nada puede considerarse seguro: ni el puesto de trabajo ni el nivel de salario, ya sea por la posibilidad de despido, de "racionalizaci¨®n" de la empresa o, en el mejor de los casos, por lenta erosi¨®n de sus ingresos frente al incremento del coste de la vida. Las perspectivas acerca del porvenir de las pensiones a?aden aprensiones.
Esta transformaci¨®n no est¨¢ siendo recogida en los discursos pol¨ªticos, reticentes a asumir Ia realidad de un nuevo modelo social para el que son necesarias nuevas ideas y formas de acci¨®n pol¨ªtica. Existe el peligro de que los ciudadanos no reconozcan "su realidad" en la pol¨ªtica, que incide sistem¨¢ticamente en una recuperaci¨®n que no es percibida m¨¢s que por un fragmento minoritario de la poblaci¨®n.
Es significativo que los ciudadanos crean mayoritariamente que los Presupuestos del Estado recientemente aprobados favorecer¨¢n la entrada de Espa?a en la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, pero tambi¨¦n que crean mayoritariamente que ayudar¨¢n poco o nada a mejorar la situaci¨®n econ¨®mica y que no contribuir¨¢n a la creaci¨®n de empleo. Parece anidar en el subconsciente colectivo la idea de que el objetivo de acceder a la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria es contradictorio con los objetivos de mejora econ¨®mica del pa¨ªs y de creaci¨®n de empleo. Al menos, parece haber un desajuste entre los objetivos de la macroeconom¨ªa y las demandas de seguridad econ¨®mica de los ciudadanos. Este desajuste entre la pol¨ªtica y la realidad de los ciudadanos explica la superficialidad de los apoyos pol¨ªticos que se observa en toda Europa occidental, dominada en los ¨²ltimos a?os por un cansancio con los Gobiernos -en expresi¨®n de Dahrendorf-, mientras aumenta el apoyo a otros partidos que recogen el descontento.
Hay evidentes signos de malestar social ante este nuevo modelo social. Seg¨²n datos del CIS, en la sociedad espa?ola el deseo de reformas sociales profundas es ahora el m¨¢s intenso desde la transici¨®n pol¨ªtica. No debe olvidarse que la incertidumbre ante el futuro era el dato m¨¢s determinante del voto a Le Pen en las ¨²ltimas presidenciales francesas. Mientras el 58% de los electores franceses dec¨ªa sentirse inquieto ante el futuro, entre los votantes ultras este porcentaje ascend¨ªa al 76%. En tales circunstancias, canalizar los deseos de cambio que se est¨¢n incubando, neutralizar la inseguridad que est¨¢ produciendo el nuevo modelo social, medir cuidadosamente las consecuencias de algunas reformas que pueden incrementar la inseguridad y vincular los discursos pol¨ªticos a la realidad de los ciudadanos deber¨ªan ser hoy objetivos prioritarios de la sociedad.
Jos¨¦ Antonio G¨®mez Y¨¢?ez es soci¨®logo.
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