Los conflictos industriales del peque?o dragon
La amplitud y persistencia de los recientes conflictos industriales en Corea del Sur invitan a reflexionar sobre la situaci¨®n econ¨®mica de ese peque?o drag¨®n asi¨¢tico y a analizar las razones de la ampl¨ªa movilizaci¨®n de los poderosos sindicatos de aquel pa¨ªs.Tras dos a?os de crecimiento r¨¢pido (8,4% en 1994 y 9% en 1995), la econom¨ªa coreana se enfri¨® notablemente en 1996, a?o en el que su producto interior bruto (PIB) se incremento apenas un 6,5%. Tres razones principales parecen explicar lo que all¨ª se interpreta como una recesi¨®n. En primer lugar, las exportaciones, despu¨¦s de aumentar casi un tercio en 1995, s¨®lo han crecido un 4% en 1996. Tal fen¨®meno ha obedecido fundamentalmente a la ca¨ªda del mercado intemacional de componentes electr¨®nicos (que suponen una quinta parte de, las ventas de Corea al exterior), a la renovada competencia japonesa por la depreciaci¨®n del yen y a los efectos del fuerte aumento para las empresas de los costes, laborales (los salarios han crecido un 13% *al a?o desde 1990, m¨¢s de tres puntos por encima de la productividad) y financieros (los tipos de inter¨¦s siguen siendo elevados).
Como resultado, se han disparado tanto el d¨¦ficit comercial como el desequilibrio por cuenta corriente, que alcanz¨® en 1996 unos 23.000 millones de d¨®lares, equivalentes al 4,5% del PIB. En segundo t¨¦rmino, la inversi¨®n coreana en el extranjero, de la mano de los famosos conglomerados empresariales (chaebo) del pa¨ªs, ha crecido espectacularmente en los a?os noventa, especialmente en direcci¨®n de zonas de menores salarios (China, sureste asi¨¢tico, etc¨¦tera), y suscitado temores de una eventual: desindustrializaci¨®n.
En tercer lugar, Se¨²l ha emprendido en los ¨²ltimos tiempos un ambicioso programa de liberalizaci¨®n comercial para cumplir las exigencias de la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®micos (OCDE), el selecto club de los pa¨ªses ricos en el que Corea acaba de ingresar. Tal apertura, debida tambi¨¦n a los compromisos con el sistema multilateral de intercambios (Organizaci¨®n Mundial de Comercio -OMC- y Foro de Cooperaci¨®n Econ¨®mica en Asia-Pac¨ªfico -APEC-), provoca penosos ajustes en un mercado interno, bastante protegido.
Erosi¨®n de la competitividad relocalizaci¨®n productiva y apertura comercial explican- pues la voluntad del Gobierno de modificar las leyes laborales con el objetivo de reducir los costes de la mano de obra mediante la flexibilizaci¨®n del mercado laboral.
En mayo de 1996, el jefe del Estado Kim Young Sam decidi¨® crear una Comisi¨®n Presidencial de Reforma de las Relaciones Industriales, con participaci¨®n de Gobierno, empresarios, sindicatos y especialistas independientes. A principios del pasado mes de diciembre, el Gobierno, enfrentado a un calendario pol¨ªtico en cuyo horizonte est¨¢n las elecciones presidenciales de diciembre de este a?o, traslad¨® al Parlamento un proyecto de reforma de var¨ªas leyes laborales, cuya discusi¨®n fue imposible por la obstrucci¨®n de las fuerzas opositoras, que llegaron hasta a impedir el acceso a la C¨¢mara de su presidente.
El d¨ªa 26, en una sesi¨®n de madrugada a la que no fueron convocados los diputados de la oposici¨®n, los parlamentarios del gobernante Partido de la Nueva Corea aprobaron, en apenas seis minutos, las controvertidas reformas, aprovechando la ocasi¨®n para sancionar vanos cambios, no menos pol¨¦micos, en la Ley de Seguridad Nacional.
Los hechos acontecidos desde entonces son bien conocidos: la oposici¨®n se encerr¨® en el Parlamento y uno de los dos sindicatos (el todav¨ªa ilegal) convoc¨® sendas movilizaciones, a las que se sum¨® despu¨¦s la otra tan organizaci¨®n sindical, y que culminaron en una huelga general el pasado 14 de enero. El Gobierno se?ala que los huelguistas se han negado repetidamente al debate e incluso al di¨¢logo y que el paro general de mediados de enero tuvo un seguimiento.
El contenido de la reforma laboral, que las autoridades consideran esencial e inevitable para garantizar la competitividad, tiene dos partes distintas. Por un lado, con objeto de adecuar la legislaci¨®n a los requisitos de la OCDE, elimina la prohibici¨®n de la mediaci¨®n de terceros en las disputas industriales y de la actuaci¨®n pol¨ªtica de los sindicatos, as¨ª como las cuotas m¨¢ximas por afiliaci¨®n a ¨¦stos. Por otro lado, promueve la flexibilidad del mercado de trabajo mediante disposiciones que oposici¨®n y sindicatos consideran inaceptables. ?stos aducen que las nuevas leyes laborales autorizan el empleo de mano de obra de reemplazo durante las huelgas, ampl¨ªan la semana de trabajo, sin pago de horas extraordinarias, de 44 a 56 horas, y, sobre todo, facilitan el despido libre y gratuito por razones gerenciales.
Adem¨¢s, posponen la libre asociaci¨®n sindical hasta los primeros anos del nuevo siglo, manteniendo fuera de la ley a la Federaci¨®n de Sindicatos Democr¨¢ticos (medio mill¨®n de afiliados) hasta el a?o 2000 a escala nacional y sectorial y el a?o 2002 en las empresas. Por a?adidura, proh¨ªben la retribuci¨®n, a cargo de las empresas, de los liberados sindicales.
Aunque el Gobierno cre¨® en julio del pasado a?o un sistema general de cobertura al desempleo y a pesar de que anunci¨®, junto con la reforma laboral, una pr¨®xima ley especial para mejorar el nivel de vida y la situaci¨®n social de los trabajadores en educaci¨®n, vivienda y fiscalidad as¨ª como medidas para incentivar la estabilidad de? empleo, los sindicatos reaccionaron virulentamente. La Federaci¨®n Coreana de Sindicatos (1,2 millones de afiliados), que en el pasado era generalmente progubernamental, se sum¨® incluso en la protesta a su hom¨®loga ilegal, cuyo m¨¢ximo dirigente fue por cierto encarcelado durante cuatro meses en 1996.
La posibilidad de emplear trabajadores temporales y a tiempo parcial sin retribuci¨®n de las horas extraordinarias, si bien facilita la actividad de los sectores estacionales, acaba en la pr¨¢ctica con los complementos por ese concepto, de gran importancia en un pa¨ªs con bajo salarios regulares. A este respecto, conviene tener en cuenta, sin embargo, que el salario por hora en Corea ha crecido mucho en los ¨²ltimos anos, aproxim¨¢ndose incluso al vigente hoy en el Reino Unido. Tal convergencia es, por cierto, una de las razones de la masiva inversi¨®n coreana en Europa occidental.
Adem¨¢s, la posibilidad de despido libre y gratuito, aunque sujeto a varios controles, hace temer a los sindicatos la desaparici¨®n del sistema de empleo vitalicio, ventaja que han obtenido tradicionalmente los trabajadores coreanos a cambio de los bajos salarios, las largas jornadas y la fidelidad a la empresa. Con todo, tal efecto no es nada seguro, habida cuenta del tradicional apego a la cohesi¨®n social de las empresas de Asia oriental.
Por a?adidura, mantener las restricciones a la libre asociaci¨®n sindical, por mucho que sean temporales, no parece muy acorde con las pr¨¢cticas vigentes en los pa¨ªses ricos de la OCDE. Es m¨¢s, los argumentos del Gobierno a este respecto no resultan muy s¨®lidos: tensiones intersindicales, complicaciones en la negociaci¨®n colectiva, supuestos v¨ªnculos de algunas organizaciones con Corea del Norte, etc¨¦tera.
En suma, asistimos a un conflicto en el que Gobierno y empresarios, por un lado, y oposici¨®n y sindicatos, por el otro, defienden argumentos plausibles. No cabe duda de qu¨¦ alg¨²n tipo de reforma laboral es imprescindible, con objeto de aumentar la competitividad, potenciando las exportaciones, reduciendo el traslado de actividades al exterior y evitando la p¨¦rdida de control nacional del mercado interno. El Gobierno del presidente Kim insiste en que la reforma que promueve es inevitable para hacer frente a los retos de la globalizaci¨®n de la econom¨ªa mundial, y que garantiza una mejora a la vez de competitividad y de bienestar de los trabajadores. No obstante, algunos economistas coreanos se?alan que la situaci¨®n actual del pa¨ªs es muy parecida a la que atraves¨® Jap¨®n a mediados de los a?os setenta.
El Gobierno nip¨®n resolvi¨® tal crisis fomentando la reestructuraci¨®n de las empresas v¨ªa aumento de la productividad del trabajo y promoviendo la reconversi¨®n de la econom¨ªa hacia sectores. de mayor valor a?adido. Mantuvo adem¨¢s el sistema de empleo vitalicio. Incluso hoy, tras varios a?os de estancamiento, la tasa de paro en Jap¨®n no supera un asombroso 4%.
Cabe preguntarse por qu¨¦ el Gobierno coreano ha optado por medidas m¨¢s dr¨¢sticas que las de su vecino, sin valorar adem¨¢s suficientemente la reacci¨®n potencial de los sindicatos y las millonarias p¨¦rdidas ocasionadas por las huelgas. La respuesta a tal interrogante tiene seguramente mucho que ver con factores pol¨ªticos, cuyo an¨¢lisis desborda con creces los l¨ªmites de este art¨ªculo.
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