Adi¨®s al federalismo
La Uni¨®n Europea que se est¨¢ forjando, ya sea en el proceso hacia la moneda ¨²nica o en la Conferencia Intergubernamental para la reforma del Tratado de Maastricht, dista mucho del sue?o federal, incluso federalizante, que albergaban algunos. Y, en la medida en que se puede asegurar, estamos ante una ¨²ltima oportunidad. Despu¨¦s de la reforma y de la moneda vendr¨¢ la ampliaci¨®n, y si una tal idea de Europa resultaba ya dif¨ªcil con 15 Estados, con 30 cobra tintes de imposibilidad. Por el contrario, la l¨ªnea de avance por la que se adentr¨® la presidencia irlandesa y ahora la holandesa resulta m¨¢s modesta, pero quiz¨¢s m¨¢s realista: la ya fijada en el Tratado de Maastricht de ir creando una "Uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha entre los pueblos de Europa". La actual generaci¨®n de l¨ªderes europeos es menos euroentusiasta que la quinta de Maastricht, de la que s¨®lo queda su pilar fundamental, Helmut Kohl, de cuya boca, sin embargo, ha desaparecido el vocablo "federal".Europa se est¨¢ construyendo como un sistema pol¨ªtico sui g¨¦neris. Aunque al pensar en Estado broten enseguida conceptos como una moneda y una econom¨ªa, una legislaci¨®n y una polic¨ªa, un ej¨¦rcito y una diplomacia, la traducci¨®n de todos ello al europeo produce cosas bien distintas. Va a haber moneda ¨²nica, el euro, pero probablemente no para todos, y en buena parte regida por un Banco Central Europeo "independiente" de las fuerzas pol¨ªticas, seg¨²n el modelo alem¨¢n que casi todos los pa¨ªses europeos han adoptado -aun con la significativa excepci¨®n brit¨¢nica- en aras de la eficacia antes que de la democracia. La pol¨ªtica econ¨®mica se va a llevar a cabo desde unos par¨¢metros europeos, pero de forma coordinada antes que integrada. Elementos esenciales como la distribuci¨®n de las partidas de gastos, la solidaridad entre territorios o generaciones, o la pol¨ªtica de empleo permanecer¨¢n, en principio, esencialmente en manos nacionales.
La Identidad Europea de Seguridad y Defensa que se est¨¢ dise?ando recae principalmente bajo el paraguas organizativo de una OTAN europeizada, s¨ª, pero en la que la ¨²ltima palabra la tendr¨¢ Estados Unidos. Nos guste o no, una verdadera autonom¨ªa europea en este terreno tendr¨ªa un alt¨ªsimo coste econ¨®mico que casi ning¨²n pa¨ªs de la UE est¨¢ dispuesto a pagar.
Esta integraci¨®n europea es una transacci¨®n entre intereses a menudo muy diversos. Y entre culturas pol¨ªticas, econ¨®micas, jur¨ªdicas, policiales, diplom¨¢ticas e incluso militares tambi¨¦n variadas. Los pasos se van dando. Mas a menudo se desconocen sus verdaderas consecuencias. Pues ?qui¨¦n sabe de verdad cu¨¢les van a ser los efectos de la moneda ¨²nica? La esperanza de muchos, y el temor de otros, es que fuerce a una mayor integraci¨®n no s¨®lo econ¨®mica, sino tambi¨¦n pol¨ªtica.
El federalismo, como concepto vertical, jerarquizante y nivelador, es un principio centralizador de soberan¨ªas nacionales dispersas. En esta construcci¨®n de Europa estamos m¨¢s bien en un mundo en que priman esos laberintos que Jaeques Attali viene a llamar caminos de sabidur¨ªa. Para entenderlos pueden resultar m¨¢s ¨²tiles las teor¨ªas empresariales que las de la pol¨ªtica. As¨ª, la Comisi¨®n Europea, capitidisminuida desde Maastricht, tiene tambi¨¦n algo de consejo de administraci¨®n, adem¨¢s de consejo de direcci¨®n.
La Uni¨®n, a medida que se ampl¨ªa, se va haciendo m¨¢s dispar en su composici¨®n como para poder hablar de un federalismo que los fundadores de las Comunidades Europeas ni siquiera se plantearon a seis. En este marco, la idea de flexibilidad, cooperaci¨®n reforzada o geometr¨ªa variable puede resultar ¨²til para mantener el rumbo de la integraci¨®n, pero choca con cualquier idea federalizante. Jacques Delors habla de avanzar hacia una "federaci¨®n de Estados naciones", lo cual no deja de ser una denominaci¨®n parad¨®jica. No se est¨¢ -ya o a¨²n- construyendo unos Estados Unidos de Europa, sino unos Estados Unidos en Europa. Bastante unidos, a decir verdad. Lo que, dadas la historia europea y la virulencia de sus nacionalismos, no es poca cosa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.