Uno de los nuestros
Las oposiciones universitarias, una puesta en escena para el candidato de la casa
La Universidad espa?ola abunda en profesores bien preparados y mal elegidos. Catedr¨¢ticos y profesores titulares, por no hablar de los asociados, reconocen que se desenvuelven en un clima endog¨¢mico, proteccionista, inmovilista y con escasos controles educativos, pero aseguran de forma mayoritaria que ello no se ha traducido en un descenso de la calidad.La tiran¨ªa de los mandarines nacionales de cada asignatura qued¨® arrumbada en 1983 con la Ley de Reforma Universitaria (LRU). Ahora la autonom¨ªa es de las universidades; la soberan¨ªa, de los departamentos, y las triqui?uelas, de las tribus de profesores. Triunfa el lema "uno de los nuestros" a la hora de seleccionar a los docentes, se impone la obligaci¨®n de calentar banquillo si se quiere hacer carrera y cunde la desesperaci¨®n entre quienes no pasan por el aro o simplemente se desmarcan. No hay estad¨ªsticas, pero nadie en la universidad considera aventurado decir que ocho o nueve de cada diez plazas a concurso est¨¢n predestinadas para el candidato de la casa.
Profesores y responsables universitarios estiman que, pese a todo, el resultado no es una Universidad peor que la del pasado. Al contrario, es cada d¨ªa mejor en investigaciones y publicaciones. La consigna es "investigar o morir". Sin embargo, el panorama es m¨¢s sombr¨ªo en las aulas, all¨ª donde entran en juego las habilidades did¨¢cticas. En clase, los estudiantes a menudo se las ven y se las desean para seguir de cerca abstrusas explicaciones en las que s¨®lo cuenta el qu¨¦, no el c¨®mo.
El esc¨¢ndalo del catedr¨¢tico de escuela universitaria Guillermo Quintana ha agitado debates eternos en la Universidad, como el de la libertad de c¨¢tedra, el control de la actividad docente y el sistema de selecci¨®n. Hay un claro consenso en que una supervisi¨®n previa de la libertad de c¨¢tedra conducir¨ªa directamente a su erradicaci¨®n. Teniendo en cuenta que el caso Quintana no es ¨²nico, pero s¨ª excepcional, el remedio har¨ªa m¨¢s da?o que la enfermedad.
Evaluaci¨®n de los docentes
Tambi¨¦n est¨¢ reconocido que no hay control de calidad de la actividad del profesor en el aula. Hay evaluaciones por parte de los alumnos, pero, con algunas excepciones, se suelen tomar a beneficio de inventario.Pero si los interesados admiten que el actual sistema de selecci¨®n del profesorado es imperfecto, ?por qu¨¦ no hace aguas? Porque se apoya en un consenso b¨¢sico: "Hoy por ti, ma?ana por m¨ª". Ya en 1991, un grupo de catedr¨¢ticos y profesores lider¨®, con el denominado manifiesto de los cien, un movimiento de protesta contra el "reparto del poder acad¨¦mico entre clanes".
La unidad org¨¢nica de la Universidad, el que hace y deshace, es el departamento. Lo forman los profesores que imparten asignaturas afines de un ¨¢rea de conocimiento, aunque sea en diferentes facultades. Hay departamentos de todos los colores, de aut¨¦ntica vanguardia, de supervivencia y de caverna genuina, y de todos los tama?os, de 12 profesores a 150, de 1 a 13 facultades.
El departamento analiza sus necesidades y solicita una plaza cuando el mercado de candidatos garantiza que el de la casa no tendr¨¢ rivales. Si un aspirante ajeno no se da por enterado de que la plaza ya tiene due?o, se le convence. El tribunal tiene cinco miembros: el presidente y el secretario, propuestos por el departamento, y tres vocales por sorteo.
Si el presidente y el secretario sintonizan, o simplemente no se llevan a matar, alguno o todos los vocales siguen su estela al votar. Casi nadie se hace notar en terreno ajeno por miedo a que le devuelvan la jugada en campo propio. La regla no escrita es: "D¨¦janos hacer y te dejaremos hacer". Como la plaza est¨¢ concedida desde el principio, las oposiciones (concursos, seg¨²n la denominaci¨®n oficial) a c¨¢tedras y titularidades se han convertido en el parip¨¦ de la cooptaci¨®n. Son las reglas del juego y as¨ª lo reconoce la inmensa mayor¨ªa de los profesores.
Algunos responsables universitarios sostienen que estos concursos son un mal n¨²mero de circo, pero que ello no permite concluir que salgan triunfadores los menos competentes o los m¨¢s aduladores, como reza el t¨®pico. El ¨¦xito acompa?a en general a los profesores que forman parte del grupo, los que se integran en el departamento.
Este sistema de selecci¨®n, para algunos expertos tan malo como los otros, pero ni una pizca m¨¢s, tiene una caracter¨ªstica: acrecienta las patolog¨ªas y las virtudes de los departamentos y prescinde del mundo exterior. De hecho, es extremadamente dif¨ªcil que un buen profesional venga de fuera, sobre todo del extranjero, y consiga hacerse con una plaza. Da igual si es competente o no lo es, si tiene docenas de publicaciones o ninguna. Por lo general se dar¨¢ de bruces con las puertas del departamento.
Un departamento tribal, corporativo o clientelista tiende a ser cuna de profesores d¨®ciles, mediocres y cerrados. Proliferar¨¢n entonces recomendaciones mutuas de libros de texto, direcciones de tesis, publicaciones y asistencias a congresos por razones poco acad¨¦micas. Pero muchos docentes y estudiantes reconocen con alivio que donde antes hab¨ªa un se?or feudal absoluto, despu¨¦s de la Ley de Reforma Universitaria han quedado caciques relativos.
A la inversa, un departamento moderno y de vanguardia atrae y entrena a profesores inquietos y de alto nivel. De esta manera se forman equipos consistentes, algo b¨¢sico para el progreso cient¨ªfico y acad¨¦mico, y necesario para una de las funciones primordiales de la Universidad: hacer cantera de profesores e investigadores.
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