Se¨²l-San Francisco-Washington DC-Londres
Tras dos a?os y medio viviendo en Oriente (Se¨²l) he regresado a Occidente (Madrid) viajando hacia al Este: Se¨²l-San Francisco-Washington DC-Londres-Madrid. Este periplo me ha hecho pensar sobre las esperanzas y temores que hoy suscita el futuro en distintas partes del mundo.Cuando desaparece el encanto del primer encuentro, Se¨²l, con sus doce millones de habitantes y su tr¨¢fico espeso y viscoso, resulta una ciudad ¨¢spera centrada en el trabajo. Un ejemplo claro del Asia no ex¨®tica. Esta expresi¨®n no quiere decir Asia occidentalizada. Veinte a?os de blue jeans y de McDonald's no son nada frente a 2.500 a?os de influencia de Confucio. Corea, como Singapur, Malaisia y casi todos los pa¨ªses de Asia del Este, incluyendo China y Jap¨®n, cuanto m¨¢s ricos se hacen, m¨¢s asi¨¢ticos se vuelven. Nada m¨¢s natural que eso, aunque en Occidente se suele tender a pensar lo contrario.
Quien pasa una semana en Se¨²l asistiendo a reuniones y viviendo en un hotel de cinco estrellas, se siente en un medio muy occidental. Si pasa un mes, comenzar¨¢ a dudarlo, y si vive un a?o descubrir¨¢ las profundas ra¨ªces del modo de vida coreano. Trabajar duro, ahorrar cerca del 40% del producto interior bruto (PIB), dar prioridad ante todo a la educaci¨®n de los hijos, asumir desde la familia la atenci¨®n de los mayores y de los enfermos. ?stos son algunos de los comportamientos que est¨¢n tras el milagro econ¨®mico coreano y de toda Asia del Este. Empezando por China.
Corea lleva treinta a?os creciendo a un promedio anual pr¨®ximo al 10%; primero lo hizo con la ayuda de la demanda generada en torno a la guerra de Vietnam; despu¨¦s, mediante el respaldo gubernamental a la formaci¨®n de grandes conglomerados exportadores -chaeboles-, y hoy cifra su pr¨®xima etapa de prosperidad en el crecimiento de la econom¨ªa china.
No s¨®lo Corea. China ha abandonado la planificaci¨®n econ¨®mica, pero en el mundo actual, sarc¨¢sticamente, el mejor plan de desarrollo es vincularse al crecimiento de la econom¨ªa china. Toda Asia del Este ve en esa perspectiva la mejor manera de prosperar. A medida que tal cosa se va haciendo realidad el mundo est¨¢ adquiriendo una nueva configuraci¨®n en la que Asia ya no est¨¢ en la periferia sino en el centro. Como resultado, Occidente se siente descolocado. Esto indica que para que su reencuentro con la nueva Asia resulte fruct¨ªfero tendr¨¢ que aprender a convivir con culturas que son, y est¨¢n. dispuestas a seguir siendo, distintas. Esto marcar¨¢ la historia de lo que queda de milenio y la de las primeras d¨¦cadas del pr¨®ximo siglo.
San Francisco es la vecina americana de Asia. La mayor comunidad de chinos fuera de China desde los tiempos del ferrocarril, hace siglo y medio. Al mismo tiempo es una ciudad muy latina. No s¨®lo por su origen, por su nombre y por la toponimia de toda el ¨¢rea que le rodea (Tibur¨®n, Presidio, Sausalito, Marina,. etc¨¦tera). Tambi¨¦n por la gran iniciativa cultural de sus gentes, por el inter¨¦s que sus ciudadanos manifiestan en la vida municipal y por la mayor aceptaci¨®n que muestran del mestizaje. Los habitantes de San Francisco mantienen una relaci¨®n con las culturas asi¨¢ticas que se parece a la que los asi¨¢ticos tienen con la cultura occidental. Asumen lo que les interesa y lo van incorporando a su matriz cultural originaria sin por ello desvirtuarla. En todo eso San Francisco aventaja a la Am¨¦rica anglosajona.
Digo aventaja porque en el plazo de un par de generaciones los Estados Unidos dejar¨¢n de ser un pa¨ªs con una mayor¨ªa blanca de antecedentes europeos. Mientras tal cosa ocurre tendr¨¢n que redefinir su identidad nacional concediendo m¨¢s peso a la creciente diversidad racial y cultural que el pa¨ªs encierra. No va a resultarles f¨¢cil y si no aciertan a hacerlo, a la sociedad estadounidense le esperan malos tiempos. En San Francisco se tiene la sensaci¨®n de que el problema es soluble, en Washington no. San Francisco se siente c¨®moda con el, futuro, quiz¨¢ porque contribuye mucho a inventarlo. Al sur de la ciudad, en el famoso Silicon Valley, que se llama de verdad condado de Santa Clara, y en las universidades de Stanford y de Berkeley, un cuarto de mill¨®n de personas trabajando en tecnolog¨ªas de la informaci¨®n est¨¢n cambiando la forma en que vivimos todos. Esta gente es la que ha convertido el mundo en una red de telecomunicaciones informatizadas donde todos los puntos est¨¢n interconectados. Ahora preparan los productos multimedia que consumiremos ma?ana.
Washington DC es muy distinto. Es la capital, y por eso no se ocupa del futuro sino de la cocina del d¨ªa a d¨ªa. La ciudad se estaba preparando para la "ceremonia oficial de inauguraci¨®n del presidente Clinton (segundo mandato)". Con este t¨ªtulo tan did¨¢ctico y tan largo, la solemnidad se pierde por el camino. Las ceremonias, comenzando por su nombre, tienen que tener algo de rec¨®ndito, pues son ritos, es decir, sabidur¨ªa impl¨ªcita, destilada en el tiempo. Pero las ceremonias no son el fuerte de Washington. Ni el t¨ªtulo, ni el merchandising fabricado para la ocasi¨®n, ni las tribunas en construcci¨®n a lo largo de Pennsylvania Avenue, le transmiten al taxista que me conduce la trascendencia que debe envolver el momento en el que el hombre m¨¢s poderoso del mundo recibe sus potestades. Mi taxista opina que con los millones de d¨®lares que se van a gastar en, "eso" se podr¨ªan construir varios bloques de viviendas en el South East, donde la poblaci¨®n negra malvive y "el clima es de guerra". Habla sin ira pol¨ªtica, solamente con pena. Desde los ochenta las cosas est¨¢n empeorando -dice- y la generaci¨®n que se est¨¢ criando en esas calles est¨¢ perdida.
En el North West, que es el gueto blanco de Washington, las cosas mejoran. M¨¢s centros comerciales, mejores restaurantes, incluso m¨¢s librer¨ªas y muchas m¨¢s tiendas de ropa. La econom¨ªa va bien, pero con la marea alta no todas las barcas est¨¢n subiendo. El paro se ha reducido, pero la pobreza ha aumentado. La criminalidad tambi¨¦n. La poblaci¨®n reclusa del pa¨ªs se cuenta por millones. Al mismo tiempo, su capacidad de renovaci¨®n industrial impresiona. En unos pocos a?os toda la industria de defensa se ha reestructurado y reconvertido. El Pent¨¢gono es ahora la instituci¨®n que m¨¢s gasta en atenci¨®n al medio ambiente. Boeing y McDonnell Douglas se fusionan, lo que significa que las embajadas estadounidenses podr¨¢n hacer lobby a favor de su "avi¨®n ¨²nico" y contra el airbus.
Pero algo no cuadra. Cuando el aumento de la producci¨®n de riqueza va de la mano con el aumento, del n¨²mero de gente pobre el american dream deja de ser dulce y se vuelve angustioso. ?Seguir¨¦ ascendiendo en la escala social o caer¨¦ al s¨®tano de la pobreza?, se pregunta mucha gente. Es dif¨ªcil gobernar un pa¨ªs angustiado. No se puede liderar el mundo desde un pa¨ªs dividido.
Londres. El Atl¨¢ntico se atraviesa en un momento. No quiero desmerecer a Col¨®n, pero cuando se vuela sobre el Pac¨ªfico, sobre la cosa m¨¢s grande que existe sobre la superficie de la Tierra, la haza?a de Magallanes aparece en su verdadera escala. Desde que los "galeones de Manila" dejaron de surcar el Pac¨ªfico, nadie volvi¨® a hacerlo regularmente hasta que se invent¨® el Boeing 7417-400.
De todas formas, el Atl¨¢ntico, aunque m¨¢s estrecho que el Pac¨ªfico, es m¨¢s ancho que el Canal de la Mancha. Pero en Londres he tenido la sensaci¨®n de que demasiados brit¨¢nicos piensan lo contrario. Haci¨¦ndolo, arriesgan convertir a su pa¨ªs en una isla en agua de nadie y complican el futuro de la Uni¨®n Europea. Volviendo de Corea les digo que a ser Coreas -?como mucho!- es a lo que pueden aspirar los pa¨ªses, europeos si la Uni¨®n fracasa. En cinco o diez a?os esto parecer¨¢ obvio, pero para, verlo hoy hay que sacudirse. los complejos (nacionales y sociales) de grandeza, algo de lo que todav¨ªa queda demasiado, no s¨®lo en el Reino Unido, sino en toda Europa. Sirva como pat¨¦tico bot¨®n de muestra la oposici¨®n que ha surgido en Francia a que Daewoo (Corea) compre (las deudas de) Thompson Multimedia.
Resumen del periplo. All¨ª en Oriente, en pa¨ªses que todav¨ªa son pobres, centenares de millones de personas tienen esperanza en el futuro, se sienten capaces de mejorar su situaci¨®n y se han puesto en movimiento para hacerlo, al mismo tiempo, en los Estados Unidos y en Europa, hay decenas de millones de personas que no ven perspectivas en la econom¨ªa globalizada y entre ellos se extiende el temor a que el futuro empeore sus condiciones de vida. No van a faltar demagogos que digan a los occidentales asustados que los orientales ambiciosos tienen la culpa de lo que les pasa. Esto puede ser muy grave. Para evitarlo, Europa s¨®lo cuenta con una v¨ªa: llevar adelante con acierto la Uni¨®n Europea. Los Estados Unidos, m¨¢s ricos y poderosos, tienen mayor margen de maniobra.
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