Sombra de Gingrich
NEWT GINGRICH, art¨ªfice de la victoria republicanaen las elecciones al Congreso en 1994, se ha convertido en la sombra de s¨ª mismo. Mientras un Clinton triunfal juraba el lunes su cargo, la estatura f¨ªsica pol¨ªtica del protagonista de la ¨²ltima revoluci¨®n conservadora aparece a su vera muy disminuida. No e para menos. Resulta que Gingrich, reci¨¦n reelegido presidente (speaker) de la C¨¢mara de Representantes de Estados Unidos, estaba a la espera de lo que finalmente ha ocurrido: la aprobaci¨®n por una abrumadora mayor¨ªa de la C¨¢mara de una reprimenda p¨²blica en su contra y una multa equivalente a casi 40 millones de pesetas. ?La raz¨®n? Haber financiado ilegalmente su propaganda pol¨ªtica y, lo que siempre resulta m¨¢s grave en el contexto americano, haber mentido al respecto al Comit¨¦ de ?tica que lo investig¨®.Esta sanci¨®n es un hecho inusitado que refleja una clase de moral que intent¨® fomentar el propio Gingrich al reclamar una "¨¦tica de la responsabilidad individual", tras cuya fachada puritana se esconde un sistema pol¨ªtico penetrado hasta el fondo por los dineros de los negocios, con mucha frecuencia de forma legal. La acusaci¨®n en contra de Gingrich se sustenta en el uso prohibido de fondos de fundaciones libres de impuestos para financiar actividades pol¨ªticas; en este caso, la emisi¨®n por televisi¨®n de un famoso curso que dio nada menos que sobre la Renovaci¨®n de la civilizaci¨®n americana. Gingrich, tras mentir y ocultar datos, se ha escudado en los malos consejos que le dieron sus asesores fiscales. Queda por ver si la multa la paga de su bolsillo -como todo el mundo espera- o no, pues tal extremo ha quedado sin precisar.
Lo m¨¢s parad¨®jico de la situaci¨®n es que, a pesar de la amenaza que pend¨ªa sobre ¨¦l, Gingrich haya sido reelegido para el cargo; el primer republicano que lo consigue desde hace siete d¨¦cadas. M¨¢s all¨¢ de la cultura pol¨ªtica americana, la respuesta puede estar en que -en contra de lo que ocurri¨® cuando el speaker dem¨®crata Jim Wright tuvo que dimitir en 1989 empujado justamente por Gingrich por recibir regalos de un empresario-, en esta ocasi¨®n los republicanos mayoritarios carec¨ªan, al menos de momento, de recambio. No cabe olvidar, adem¨¢s qu¨¦ Gingrich despierta a¨²n grandes lealtades entre los congresistas republicanos. Despu¨¦s de todo, su Contrato con Am¨¦rica les llev¨® a la victoria en 1994, y en 1996 han logrado conservar el control del Congreso.
El globo de Gingrich (del que se puede dudar si completar¨¢ su mandato) ha perdido gas. Lleva tiempo en fase descendente, concretamente desde que este ardiente defensor de lo m¨¢s conservador enfrent¨® al Congreso con la Casa Blanca sobre el presupuesto, paralizando en esta disputa muchas actividades y centros p¨²blicos durante el pasado invierno.
Gingrich ya no busca el enfrentamiento con el inquilino dem¨®crata de la Casa Blanca, sino un cierto consenso, que Clinton tambi¨¦n fomenta. Pero dif¨ªcilmente podr¨¢ remontar la altura perdida para convertirse en el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos en el 2000. Quien propuso al Congreso establecer un "d¨ªa de las correcciones" para deshacer entuertos burocr¨¢ticos ha recibido un severo correctivo.
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