La matanza que estremeci¨® la transici¨®n
Hace veinte a?os, militantes de ultraderecha asesinaron a cinco personas en un despacho de abogados de Madrid.
"Recuerdo... un polic¨ªa joven, con la mirada perdida, sin un zapato, sin gorro y con el abrigo lleno de sangre". Fue hace veinte a?os y aqu¨¦l era uno de los agentes que hab¨ªan trasladado a los tres muertos y seis heridos (dos de ellos morir¨ªan al d¨ªa siguiente), v¨ªctimas del brutal atentado contra un despacho de abogados laboralistas de la calle de Atocha, en Madrid. Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Leal, un a?o despu¨¦s del crimen, resum¨ªa en esa imagen su noche m¨¢s triste. Su hermano ?ngel era el ordenanza que hab¨ªa abierto a los asesinos. Empleado de Telef¨®nica, despedido recientemente, prestaba sus servicios en el despacho.A Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Leal le llamaron por tel¨¦fono para decirle que algo grave hab¨ªa ocurrido en el bufete, donde trabajaba su hermano. Entonces no pod¨ªa imaginar que tres pistoleros de extrema derecha, Jos¨¦ Fern¨¢ndez Cerr¨¢, Carlos Garc¨ªa Juli¨¢ y Fernando Lerdo de Tejada hab¨ªan entrado en el bufete y hab¨ªan reunido a todos los que se encontraban all¨ª en la misma habitaci¨®n. No ahorraron nada.
Ni siquiera el comentario chulesco que permiten las pistolas: "Todos bien juntitos. Y levantad un poquito las manos. As¨ª, un poquito m¨¢s". Y dispararon.
Alejandro Ruiz Huarte, el ¨²nico herido leve, contar¨ªa despu¨¦s: "Mis compa?eros ca¨ªan ante m¨ª, muertos, unos sobre otros, con el cuerpo acribillado a balazos". Luego, los asesinos abandonaron tranquilamente el edificio dejando tres muertos -los abogados Luis Javier Benavides y Enrique Valdelvira y ?ngel Rodr¨ªguez- y seis heridos -Seraf¨ªn Holgado, Francisco Javier Sauquillo que morir¨ªan al d¨ªa siguiente, Miguel Saravia, Dolores Gonz¨¢lez Ruiz, Luis Ramos y Alejandro Ruiz-Huarte-.
El tiempo es piadoso con los recuerdos y lima asperezas a la historia. Veinte a?os despu¨¦s, la matanza de Atocha quedar¨¢ en muchos espa?oles como la memoria de unos hechos que estremecieron el proceso de transici¨®n. Para otros ser¨¢ s¨®lo un recuerdo confuso, revivido en art¨ªculos y reportajes. Pero, por encima de todo, hoy la noche del 24 de enero ha quedado en las palabras que, como un aldabonazo, pronunci¨® ayer el hijo de una de las v¨ªctimas: "Ni puedo olvidar ni voy a perdonar". Iv¨¢n Valdevira ten¨ªa esa noche once meses y cree que "nunca se ha acabado de hacer justicia".
Aquel mes de enero de 1977 fue fr¨ªo y sangriento. Franco hab¨ªa muerto. Pero en las entra?as del Estado segu¨ªan agazapados sus m¨¢s negros cachorros. Jos¨¦ Mar¨ªa de Oriol segu¨ªa secuestrado en manos de los GRAPO y el mismo d¨ªa 24 el ministro del Interior, Rodolfo Mart¨ªn Villa, se desayunaba con el secuestro del teniente general Villaescusa. En la represi¨®n de las manifestaciones, pidiendo la amnist¨ªa y la implantaci¨®n de la democracia, Guerrilleros de Cristo Rey y grup¨²sculos de ultraderecha actuaban con completa impunidad. En una de las protestas, el 23 de enero, ca¨ªa herido de muerte el joven estudiante Arturo Ruiz a consecuencia de los disparos efectuados por uno de los pistoleros ultraderechistas.
El horror tendr¨ªa su continuaci¨®n al d¨ªa siguiente, 24 de enero: Un bote de humo segaba la vida de otra estudiante, Mari Luz N¨¢jera, cuando participaba en una protesta por la muerte de Arturo Ruiz. Horas m¨¢s tarde, tres pistoleros desataban el terror en Madrid.
?Fue la excusa la huelga de transportes? Nadie niega que hubo relaci¨®n entre ambas cosas, pero la verdadera raz¨®n estaba escondida en la resistencia de la extrema derecha al cambio pol¨ªtico. El 17 de enero el pleno de los enlaces sindicales del transporte hab¨ªa convocado una huelga contra la congelaci¨®n salarial. El sindicalismo vertical se estaba descomponiendo lentamente, empujado por dirigentes de las centrales obreras que hab¨ªan ido tomando las bases del sindicato oficial.
Joaqu¨ªn Navarro, de CC OO, lideraba la huelga. Y aquella misma noche el sindicalista hab¨ªa acudido al despacho de la calle de Atocha. Junto con otros abogados hab¨ªa bajado a tomar algo a un bar cercano. "Baj¨¦ andando. Nacho [Ignacio Montejo] y los otros se hab¨ªan ido en el ascensor", contar¨ªa despu¨¦s. "A m¨ª nunca me han gustado esos aparatos... cuando yo bajaba, o¨ª subir el ascensor. Creo que eran ellos". Ellos. Tres hombres armados que preguntaron por ¨¦l y sembraron de muerte el despacho.
Al d¨ªa siguiente, de forma espont¨¢nea, m¨¢s de 150.000 trabajadores del cintur¨®n industrial de Madrid iniciaron actos de protesta. Algunos teatros suspendieron sus representaciones y se registraron paros en cl¨ªnicas y hospitales.
El entierro del ordenanza y los abogados se convirti¨® en una gigantesca y silenciosa manifestaci¨®n de dolor. Decenas de miles de personas desfilaron durante todo el d¨ªa ante la capilla ardiente instalada en el colegio de Abogados de Madrid. Cuenta un cronista an¨®nimo: "A las cuatro y media de la tarde se inici¨® el cortejo en medio de un impresionante silencio, s¨®lo roto por el ruido de unos helic¨®pteros que sobrevolaban la zona".
Lo dem¨¢s es historia. Como el sarcasmo de Mariano S¨¢nchez Covisa, dirigente de los Guerrilleros de Cristo Rey, que denunci¨® a CC OO por no haber dado de alta en la Seguriad Social al ordenanza asesinado. Historia, en algunos puntos, confusa todav¨ªa: la implicaci¨®n de la vieja guardia de los sindicatos verticales o de viejos residuos del franquismo m¨¢s a?ejo o la aut¨¦ntica identidad de los inspiradores del crimen. Circularon entonces rumores en algunos casos absurdos, en otros, interesados. Se lleg¨® a culpar a los GRAPO de forma m¨¢s o menos velada. Los mismos GRAPO que dos d¨ªas despu¨¦s, el 28 de enero, asesinaban a dos polic¨ªas armados y a un guardia civil y dejaban gravemente heridos a otros tres guardias civiles. Un panfleto de la ¨¦poca para justificar que el grupo terrorista nada ten¨ªa que ver con la matanza de Atocha resaltaba que no hab¨ªa empleado metralletas: "en los atentados se emplearon pistolas normales, pues una metralleta ocasionar¨ªa v¨ªctimas entre el pueblo en un local cerrado". Y se acusaba al Gobierno y a "una parte de la prensa" de intentar involucrar a los GRAPO en el atentado al despacho laboralista.
Pero, ?qui¨¦nes eran los culpables? Con otras preguntas, la publicaci¨®n Unidad Obrera, de CC OO, los se?alaba hace veinte a?os: "?Cu¨¢ntos muertos ahorrados si el Gobierno hubiese dado la amnist¨ªa total? ?Cu¨¢ntos compa?eros no hubiesen ca¨ªdo si las manifestaciones fuesen legales? ?Cu¨¢nto hubi¨¦ramos ahorrado en vidas humanas si en Espa?a estuvieramos ya en democracia".
La democracia tard¨® en llegar. Todav¨ªa meses despu¨¦s el Gobierno de Adolfo Su¨¢rez prohib¨ªa a Cristina Almeida y Nicol¨¢s Sartorius una rueda de prensa para hablar de los asesinatos de Atocha. Un polic¨ªa presente en la sala impidi¨® que los dos abogados entregaran siquiera un comunicado. Fue hace veinte a?os.
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